EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (2)
José Carlos De Nóbrega
Luis Alberto Angulo (1950) es oriundo del estado Barinas, específicamente de Barinitas. Trabaja en el Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo. Tiene publicados los poemarios Viento Barinés (en coautoría con su padre, 1978), Antología de la Casa Sola (1981), Una niebla que no borra (1986), Antípodas (1994) y las colecciones Fusión Poética (2000) y La sombra de una mano (Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2005). La obra poética de Luis Alberto Angulo gusta mucho del claroscuro, del desbordar fronteras, de la fusión de experiencias y lecturas diversas, pero no por ello carentes de validez y autenticidad. Al modo de las buenas piezas del jazz fusion o el World Music, en las que elementos variopintos se ensamblan en un todo y no de manera diferenciada. Hay, por supuesto, una preocupación por el mundo cotidiano que excede la abulia, la monotonía y la mezquindad.
Este universo poético personal de Luis Alberto Angulo nos revela dos cosas: la insistencia compulsiva en una poética del Decir, la cual implica a su vez la revisita de voces precedentes pero contemporáneas en el contentamiento y la contristación (los místicos españoles, la copla popular llanera, Miguel Hernández, Enriqueta Arvelo Larriva, Ernesto Cardenal y Juan Calzadilla, por ejemplo); y, en especial, una propuesta escritural propia que se detiene a reflexionar consigo y sobre sí misma, sin el ceremonial fastuoso de ejercicios metapoéticos mal habidos y peor escupidos en el papel. La transparencia de la línea poética es mucho más intensa y militante, pues no sólo involucra su obra en verso como tal –desde la copla popular de “Viento Barinés”, pasillaneando por el intervalo que comprende “Antología de la casa sola” y “Antípodas”, hasta el Tercer Milenio encabezado con “Poética del Decir”-, sino también la curiosa simbiosis del compilador y el ensayista patente en sus colecciones (¿aproximaciones?) poéticas de Miguel Hernández (2005 y 2010), Ernesto Cardenal (2005) y San Juan de la Cruz (1992). ¿Qué se entiende entonces por Poesía del Decir? El texto poético “Del decir” supone –mejor aún, dice- un Ars Poética contundente e inmediata que apuesta al diálogo en tanto antípoda del oscurecimiento expresivo y formal: el poema nos reconcilia con la humanidad, ello por vía de imágenes elementales edificadas en la ausencia de envilecedores artificios retóricos. Advierte también que no es escuela ni tendencia a estar condenada -a su exhibición y venta- en las tiendas de abarrotes regentadas por el academicismo literario y/o el despropósito político; por el contrario, es poesía viva que establece puentes y pasadizos comunicantes entre lo clásico y lo moderno, lo culto y lo popular, la tradición y la apostasía, como alternativa contracultural al status quo. Por supuesto, la claridad conceptual respecto al oficio poético es consecuencia de su peculiar imaginería: encrucijada y fusión de hablas (la del llano y la del piedemonte andino, para luego incorporar la urbana) que lo retrotrae al lenguaje salvaje de la infancia. Bien lo dice Lêdo Ivo en carne propia: En el racionalismo de los poetas, está siempre presente la nostalgia de la locura. En resumidas cuentas, la Poesía del Decir no puede ser abordada como un mausoleo a ser despedazado por académicos y arqueólogos hundidos en la más arrebatadora arrogancia.
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