TANMATRA, UN LABERINTO REVISITADO
José Carlos De Nóbrega
Todas las culturas que se precien de ello, reverencian el rol de la palabra como generadora y recreadora del mundo. En tanto simiente o cáscara; alabanza o blasfemia; conjuro salvífico o maldición impenitente. Podemos extraer analogías de la tradición judeo-cristiana (desconocida sobre todo por aquellos que la escarnecen): La palabra de Dios, “Yo Soy El que Soy”, se le revela a Moisés transmutada en una zarza ardiente que engulle todo el desierto; antes, en el principio de los tiempos, se había ensañado estigmatizando a Caín. Una de nuestras grandes fallas, no es más que contrariar el temor a Dios siendo negligentes con el don dela palabra; la historia ha reconvenido a la humanidad la ociosidad de la boca, pero aún persistimos en tan irresponsable actitud. En un poemario publicado en 1972, Tanmatra del poeta Reynaldo Pérez Só, leíamos tal preocupación: “me ahogo en mí / no por malo ni por pequeño / simplemente me ahogo” en las trampas y emboscadas que la lengua nos tiende al rayar el alba. Más de cinco lustros después, en Solonbra, la misma voz poética invoca: “Tú que eres grande / concédeme valor para cortarme la / lengua / intención descaminada / bájame la cabeza / despreciable”, dramático sondeo en la dispersión y el despropósito que en más de una ocasión balbucea el alma. La angustia compulsiva de Sá Carneiro esboza su extravío: “Perdi-me dentro de mim / Porque eu era labirinto”.
Todas las culturas que se precien de ello, reverencian el rol de la palabra como generadora y recreadora del mundo. En tanto simiente o cáscara; alabanza o blasfemia; conjuro salvífico o maldición impenitente. Podemos extraer analogías de la tradición judeo-cristiana (desconocida sobre todo por aquellos que la escarnecen): La palabra de Dios, “Yo Soy El que Soy”, se le revela a Moisés transmutada en una zarza ardiente que engulle todo el desierto; antes, en el principio de los tiempos, se había ensañado estigmatizando a Caín. Una de nuestras grandes fallas, no es más que contrariar el temor a Dios siendo negligentes con el don dela palabra; la historia ha reconvenido a la humanidad la ociosidad de la boca, pero aún persistimos en tan irresponsable actitud. En un poemario publicado en 1972, Tanmatra del poeta Reynaldo Pérez Só, leíamos tal preocupación: “me ahogo en mí / no por malo ni por pequeño / simplemente me ahogo” en las trampas y emboscadas que la lengua nos tiende al rayar el alba. Más de cinco lustros después, en Solonbra, la misma voz poética invoca: “Tú que eres grande / concédeme valor para cortarme la / lengua / intención descaminada / bájame la cabeza / despreciable”, dramático sondeo en la dispersión y el despropósito que en más de una ocasión balbucea el alma. La angustia compulsiva de Sá Carneiro esboza su extravío: “Perdi-me dentro de mim / Porque eu era labirinto”.
Ambos extremos, ya citados, del devenir poético de la obra de Reynaldo Pérez Só, confirman la consistencia de sus propuestas estilísticas –en tanto antinomia de las estridentes máscaras tras las cuales se esconde la esterilidad poética- y de fondo –vindicación del verbo desnudo que vincule la poesía con la vida, de manera inmediata como lo plantean estos versos de Tanmatra: “una tarde abro / mis manos / y ellas van al fondo / temblando / toco los árboles y las hojas / se agitan / pájaros / yo era el viento”-. Pérez Só aborda el laberinto de adentro sin remedar inútilmente ojos rasgados por navajas, mucho menos encajona las imágenes en medio del silbido de balas al amanecer. La manipulación de recursos tales como el encabalgamiento y la anáfora fragmentan el discurso rescatando el concierto abstruso que nos embarga día a día, y que –paradójicamente- constituye la vía posible de expiación: “he de soñar soñar vigilando cada paso / mientras afuera no existo / y el ser lo tengo de lejos”. Todo esto viene a cuento, para destacar la reedición de Tanmatra (Ediciones del Gobierno de Carabobo, Colección de Poesía “María Clemencia Camarán”, nº 114, Valencia, 1998), texto fundamental en la obra del poeta Reynaldo Pérez Só que nos permite explicar el grato asombro que nos ha causado Solonbra, su más reciente título, que contrapone el castellano al ladino de su infancia (no son poemas escritos en dos idiomas) para evidenciar las posibilidades y los giros maravillosos de la expresión poética. Afortunado hallazgo en un mundo en que los militares hoy simulan ser poetas, y los que se hacen llamar vates versifican en código castrense.
20 de julio de 1999.
Tomado de Derivando a Valencia a la Deriva (2007, Fundación Editorial el perro y la rana), título que se puede conseguir en Librerías del Sur Valencia, primer nivel del Centro Comercial Camoruco, Avenida Bolívar Norte.