JORGE DE AMORIM: LA EMBRIAGUEZ DE LAS VELOCES FLAUTAS
José Carlos De Nóbrega
La morada, esa residencia estricta, mágica y ardiente que es el poema mismo. Jorge de Amorim.
Más letal tal vez en esto que la filosofía, (la poesía) no quiso aceptar consuelo alguno y escarbó, escarbó en el misterio. Su única cura estaba en la contemplación de la propia herida y, tal vez, en herirse más y más. María Zambrano.
Resulta paradójico que tengamos pocas referencias inmediatas a la obra poética de Jorge de Amorim, muy a pesar de su brillantez, su deliciosa musicalidad y los afectos que toda ella despierta. Recordamos seis poemas suyos publicados en la revista “Poesía” (nº 58, octubre de 1981) y unas palabras generosas a propósito de la presentación o, mejor aún, el bautizo triple –en agua, fuego y sangre- del poemario “En sol de sed” de Adhely Rivero (revista “La Tuna de Oro”, noviembre-diciembre 1990). En Internet, apenas nos topamos con una nota de pesar por el fallecimiento de Manuel Álves de Oliveira (1928-2011), publicada en el sitial de “Correio de Venezuela”. A contracorriente de la intromisión mediática, Jorge de Amorim puede dar fe de ello, pues estuvo en el sepelio conversando con Eugenio Montejo y Ricardo Reis. Por supuesto, recientemente leímos un amoroso texto transgenérico de Juan Medina Figueredo que fusiona el ensayo, la antología poética y la literatura epistolar: Jorge de Amorim es un navegante de la tradición de Enrique El Navegante, Fernando de Magallanes, Vaz de Camoens y Fernando Pessoa. Se trata del capítulo IX, “El Lenguaje y la Poesía”, de su Libro Comuna “Siglo XXI. Educación y Revolución”, en el que se escenifica un Té para Tres Poetas: Julio Escalona, Eugenio Montejo y un Jorge de Amorim que pospone la timidez y el silencio.
José Carlos De Nóbrega
La morada, esa residencia estricta, mágica y ardiente que es el poema mismo. Jorge de Amorim.
Más letal tal vez en esto que la filosofía, (la poesía) no quiso aceptar consuelo alguno y escarbó, escarbó en el misterio. Su única cura estaba en la contemplación de la propia herida y, tal vez, en herirse más y más. María Zambrano.
Resulta paradójico que tengamos pocas referencias inmediatas a la obra poética de Jorge de Amorim, muy a pesar de su brillantez, su deliciosa musicalidad y los afectos que toda ella despierta. Recordamos seis poemas suyos publicados en la revista “Poesía” (nº 58, octubre de 1981) y unas palabras generosas a propósito de la presentación o, mejor aún, el bautizo triple –en agua, fuego y sangre- del poemario “En sol de sed” de Adhely Rivero (revista “La Tuna de Oro”, noviembre-diciembre 1990). En Internet, apenas nos topamos con una nota de pesar por el fallecimiento de Manuel Álves de Oliveira (1928-2011), publicada en el sitial de “Correio de Venezuela”. A contracorriente de la intromisión mediática, Jorge de Amorim puede dar fe de ello, pues estuvo en el sepelio conversando con Eugenio Montejo y Ricardo Reis. Por supuesto, recientemente leímos un amoroso texto transgenérico de Juan Medina Figueredo que fusiona el ensayo, la antología poética y la literatura epistolar: Jorge de Amorim es un navegante de la tradición de Enrique El Navegante, Fernando de Magallanes, Vaz de Camoens y Fernando Pessoa. Se trata del capítulo IX, “El Lenguaje y la Poesía”, de su Libro Comuna “Siglo XXI. Educación y Revolución”, en el que se escenifica un Té para Tres Poetas: Julio Escalona, Eugenio Montejo y un Jorge de Amorim que pospone la timidez y el silencio.
El rey Alfonso X, El Sabio, desarrolló su discurso político y jurídico en castellano, mientras que la poesía se balanceaba en la ternura musical del galaico-portugués. Siete siglos después, Jorge de Amorim compone su poesía en portugués y español con una rigurosa conciencia compulsiva de las palabras: AS PALAVRAS: Irmâs nossas.// Bondosos rostos asoman, / detrás do muro das coisas. El poema breve, tríada de versos esta vez, es una aproximación precisa y sentida al mundo que desdice despropósitos retóricos. La poesía, sin deponer su esencia dialéctica, nos arrebata en un Estado de Gracia que colinda con la revelación y el placer: Es el camino estético y crítico que triza mercados de vida ultraterrena y, al punto, de chatura consistencia materialista que se centran en la consumición del fetiche. Coincidimos nuevamente con el poeta Medina: La etimología del portugués, del galaico portugués y del castellano, con secas pero vivas raíces latinas, se convirtió en su delirio. Asimismo con María Zambrano, cuando plantea que la Poesía no tiene como apoyatura el establecimiento y la afirmación del Poder, por el contrario, constituye una apasionada entrega a confusas ensoñaciones enclavadas en la humanidad frágil, fracasada mas de una conmovedora hermosura. Si bien Platón exilió a los poetas en la configuración de la República idealista, la filosofía, la historia y la poesía persisten en un diálogo proclive a la vida que posibilitará un saber integrador, conciliador y liberador. Jorge ratifica la diafanidad del Decir en un texto dedicado a Heráclito: Do tempo, flui / só a imagem que me fui. // E a onda nâo imuta / meus verbos reflexivos. / Esta água absoluta… / Dos rios relativos. Sí, en definitiva, un poema no se baña dos veces en el mismo río.
La poesía de de Amorim, no en balde su brevedad y austeridad in crescendo, comprende seis décadas diferentes –con un receso que va de 1962 a 1987- y más de veinte poemarios. Destacan títulos tales como Anjos Tristes (1956), A Beleza e as Lágrimas (1957), As Origens (1962), Tierra de Nadie (1987, Monte Ávila Editores), Barisfera (1988), Raiz da Noite (1991), Os Veios da Pedra (1993) y Os Oráculos (2004). Es notable la devota reverencia en el ejercicio responsable de la Palabra: No sólo estriba en la fluencia de otras voces (Camôes, Pessoa, Rosalía de Castro o Antonio Machado), sino también en un respetuoso tratamiento paisajístico y objetual (la rosa, la piedra, la tormenta, el poema, el mar). “Paisaje” recrea el bosque bajo el efecto multisensorial del haiku revisitado: Azul viento. / Los álamos que barren el cielo (¿o del chicotazo aforístico de las Greguerías de Ramón Gómez de la Serna?). “Uma Rosa” denuncia la tensión de Eros y Tánatos, inmediata, cotidiana y descarnada: Tranquila, / de si. Aí. // Eo nada aniquila. “Numa Pedra” corresponde a la Otra educación por la piedra cantada por Joâo Cabral de Melo Neto, centrífuga y predidáctica, cercana al alma cuarteada tanto en el asombro como en el sufrimiento: Eras branca. / E resides / aí. Tâo discreta, de frio / mortal, / que só esta alegria / à tua perfeiçâo conduz. El paisaje se interioriza, mixturando el concepto y la pulsión emotiva manifiesta en multitud disonante: ROTACIÓN: Abierta, nunca. / Mi total curva. // (La inmortal sierpe / de luz. Indemne.) // ¡Oh vivo círculo, / viciosísimo! El truco de la cola mordida trasciende lo cíclico, pues atamos simultáneamente cielo y tierra por vía de la rima y las aliteraciones que lindan el travieso palíndromo: NOCTURNO: O mundo exorbita / a órbita do mundo. // O mundo e o mundo.
Observamos (¿se nos antoja?) que de Amorim nos propone una aproximación mística y religiosa (en tanto modo de vida, no hueco ritual) a las cosas que nos tocan en la cotidianidad. Tanto en la aparente ausencia de Dios como en su terca y acosadora omnisciencia: TRISAGIO: Destruid de Dios el templo. / Lo reconstruiré en tres versos: // santo es sólo el tiempo! / Santo es sólo el cieno! / Santo es sólo el fuego! Precisamente, el himno se justifica en la perfección del número tres, pues encarna La Trinidad cristiana que a su vez nos remite al cruce de tres sendas: filosofía, historia y poesía. La fe auténtica no es posible sin la sal de las contradicciones: El misticismo es otra de las manifestaciones de la lucidez en su confrontación con las mezquindades y maravillas del mundo. La obra de San Juan de la Cruz y Fray Luis de León, no en balde sus connotaciones místicas y religiosas, tiene un peso específico en la historia de la literatura universal y –por ende- de la sensibilidad humana. ¿Qué nos resta decir de la obra de San Ignacio de Loyola respecto a la construcción del discurso barroco? A tal respecto, Jorge nos obsequia una extraordinaria versión del forcejeo entre Jacob y el ángel: CONTENDA: Tudo está Dito. / Agora, / triunfe o silêncio mais firme / da pedra. // Contendas / de espumas e lágrimas / de mar a arcanjo, / ou de rocha a fogueiras / (queimadas)…/ Tudo está Dito. / Agora, / triunfen / só a espadas do dia! Al alba se evidencia la rebelión metafísica, Camus dixit, de ángeles y hombres: Yo me rebelo, luego somos. Nuestro poeta no discernirá la luz de las tinieblas, más bien deja respirar, susurrar y aullar la legión que nos importuna por dentro: ODA AMARGA: Verbo / de mi sangre acerbo. // Te enciendes. Lo bello / desde ti formulas. / ¡Impuro atropello! // Mi luz atribulas. Evoquemos el terceto que cierra el soneto “CLARIDAD” del poeta brasileño Lêdo Ivo, el cual comparte también esa sed desmedida por la luz y las tinieblas: Recurro a la noche si quiero mostrar / a las fracturas expuestas de mi ser. / Y si quiero esconderme, busco el sol. La oposición aparente entre claridad y oscuridad, musicalizada en un caso por la rima consonante y en otro por el verso libre, esclarece el concierto polifónico del alma en la apropiación del mundo. Ratificamos que la verdad que encara la poesía incluye ambos extremos y sus grises; no puede estar mediatizada por códigos morales ni por una preceptiva que cosifiquen el texto poético. Valga esta tríada como colofón de este tema fundamental: CLARIDADE: Nega os olhos. / E as luzes. // É a luz.
No debe sorprendernos la preocupación de Jorge de Amorim en torno al discurso matapoético, la reflexión pertinente sobre el oficio per se: POÉTICAS: Nâo posso contrastá-las: quero saber / unicamente de uma. / E nos seus puros termos é o meu juramento. Lo cual es muy característico de la poesía portuguesa y brasileña. Comprende el dialógico homenaje a poetas como Pessoa y Camôes, el autorretrato trazado en inequívoca alusión a las fortalezas y fragilidades propias, amén del poema objeto. La revisita a Pessoa establece vasos comunicantes con lectores como Eugenio Montejo: Longe do mar o teu mar. / E da terra a terra extraña. // Estátua de nâo estar. / Alma nenhuma, tamanha! Por otra parte, Montejo nos aconseja: La estatua de Pessoa nos pesa mucho, / hay que llevarla despacio. Agregamos la voz crítica del poeta Medina Figueredo en la conversación: El espectro del poeta portugués es una estatua que pesa mucho, por tantos espíritus heterónomos que la acrecen en el sueño, voz tras voz. Disfrutemos el tono confesional y conmovedor de dos magníficos autorretratos, sin egóticas pretensiones ni febriles espasmos bipolares: Os poemas, eles simplesmente, sâo toda / a minha irreal história verdadeira y LÍRICA: Belas sois! / E extenuantes. El poema objeto es un pretexto juguetón para decirnos la caníbal y sensual posesión de las cosas. “SEGMENTOS” pareciera regodearse en la seductora arquitectura de Oscar Niemeyer, inspirada a su vez en las garotas de Rio de Janeiro: Asceta: / límpida é a recta. // E turva a sabedoira da curva. O, por ejemplo, el magnífico tríptico que este luthier dedica al arpa (he aquí el inicio): 1 / Oblíqua chuva. // Sáo da harpa, / sâo da água, / estas cordas de ternura?
Fanáticos del Fado de Amália Rodrigues y Teresa Salgueiro (Madredeus), además del F.C. Porto, saludamos y celebramos la poesía viva de Jorge de Amorim. Eso sí, parafraseando a Pessoa, mientras pese sobre nosotros “la sierva condición / De súbdito del Fado”.
En Valencia de San Simeón el estilita, sábado 30 de abril de 2011, catando un vino de Oporto.
En Valencia de San Simeón el estilita, sábado 30 de abril de 2011, catando un vino de Oporto.
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