Tuesday, October 19, 2010

APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE ANA CRISTINA CESAR. José Carlos De Nóbrega


APROXIMACIÓN A LA POESÍA DE ANA CRISTINA CESAR
José Carlos De Nóbrega (nota, selección y traducción)

A Niddy Calderón

Ana Cristina Cesar (1952-1983) representa una voz fresca, rebelde y marginal en esta panorámica, pues publicó su obra fuera de los círculos editoriales tradicionales y comerciales de Brasil. Partiendo de una estructuración transgenérica y lúdica del texto poético (la cual fusionó la poesía breve con el habla coloquial, la alusión culterana e intertextual y la literatura intimista patente en los géneros del diario, las cartas y las postales), trastocó con sorna los flancos débiles de la sensibilidad femenina de su entorno por vía de un discurso libertario, vouyerista y autocrítico. A tal respecto, destacando la suave perversidad de su poesía equiparable al jazz experimental, manifiesta Alicia Torres: “Así, en ella, el aliento secreto del sentir femenino se vela y se devela alternativamente en textos que en general son una afrenta al feminismo tradicional de los 60, tocando zonas que se habían declarado vedadas” (Ana Cristina Cesar, 1989: p. 11). Para Manoel Ricardo de Lima (1998), Ana Cristina Cesar mantiene un diálogo intenso con el poema, a la manera de un andamiaje musical casi sincopado. Sus gustos y conversaciones en torno al jazz y la poesía de Sylvia Plath (poetas suicidas ambas), T.S. Eliot y Carlos Drummond de Andrade le otorgaron traviesa fluidez a su muy particular voz poética.

Valga la oportunidad para leer, con morbo y placer, estos cuatro textos cuya traducción es nuestra:

Cómo afeitar el paisaje

La fotografía
es un tiempo muerto
ficticio regreso a la simetría

secreto deseo del poema
censura imposible
del poeta

Miro mucho tiempo el cuerpo de un poema
hasta perder de vista lo que no sea cuerpo
y sentir separado entre los dientes
un cordoncillo de sangre
en las encías

*
Sin ti mi bien soy lago, montaña.
Pienso en un hombre llamado Heberto.
Me acuesto a fumar bajo la ventana.
Respiro con vértigo. Ruedo en el colchón.
Y sin bravuconería, corazón, subo el precio.

*
Allá donde me cruzo con la modernidad, y mi pensamiento atraviesa como un rayo, la piedra en el camino es el tiempo que arrojas del campo.

*
Ahora, de inmediato, es aquí que empieza la primera señal del peso del cuerpo que sube. Aquí cambio de mano y empiezo a ordenar el caos.

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