Monday, October 30, 2006

CHISMARANGÁ: UN EJERCICIO DE VINDICACIÓN Y RESPIRACIÓN DEL HABLA POPULAR


CHISMARANGÁ: UN EJERCICIO DE VINDICACIÓN Y RESPIRACIÓN DEL HABLA POPULAR.
José Carlos De Nóbrega.

Anormal, adj. Que no responde a la norma. En cuestiones de pensamiento y conducta ser independiente es ser anormal y ser anormal es ser detestado. En consecuencia, el autor aconseja parecerse más al Hombre Medio que a uno mismo. Quien lo consiga obtendrá la paz, la perspectiva de la muerte y la esperanza del Infierno. Ambrose Bierce.

Tuve la oportunidad de reseñar, hace aproximadamente cuatro años, el primer libro de nuestro amigo Arnaldo Jiménez. Se trataba de un poemario titulado Zumos, editado bajo el sello del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo. En aquella ocasión decíamos que tal ópera prima “(...) exhibe el sesgo nostálgico de la voz poética que se mimetiza en dos espacios metafóricos fundamentales: la casa y el jardín. (...) Hay una recreación sentida del ámbito familiar, presidida por la figura materna, que va del origen, de la pujanza de dar la vida, al miedo escatológico que realza las noches de diluvio (a modo de una visión apocalíptica): el cielo se va a caer/ decía mi abuela/ y tapábamos los espejos/ poníamos los peroles/ su sombra/ aparecía/ y desaparecía del suelo/ el cigarrillo dentro de la boca/ esos relámpagos encerrados/ como la casa en nosotros”. Da la impresión que priva en estos versos el habla familiar que se esconde en la intimidad de la casa, con sus confidencias a la luz de las velas, sus vergüenzas y complicidades que se convierten en susurros de adobe y cal. Hoy, otro nuevo libro titulado Chismarangá –esta vez un breve volumen de cuentos- constituye una apología al habla deslenguada de la calle, las esquinas, las bodegas o los mercados periféricos. Es el habla popular que desborda impenitente las alcantarillas para inundar la ciudad en el poderoso caudal de la infidencia. Por fortuna, no hallamos en el tratamiento de tan variopinto y polifónico material, dobles discursos moralistas ni edificantes moralejas que apuntalen la urbanidad y las buenas costumbres. Por el contrario, el hecho que los cuentos tengan por título un número natural, rescata del anonimato a los ciudadanos de a pie, camionetica y cafetera rodante que dan vida y deconstruyen a la ciudad, el Puerto, incansablemente.
Por supuesto, el tema del chisme y el equívoco no es nuevo ni en este caso pretende serlo. ¿Qué decir de los celos de Otelo infundados e inflamados por la insistente hablilla vil de Yago en la quietud aparente de la Corte? ; el conjunto de relatos no niega deudas con textos tales como Los Adioses de Juan Carlos Onetti o, mejor aún, la ebriedad y el discurso amarillista de los albañales de boca en El Inquieto Anacobero de nuestro Salvador Gramendia, quien partiendo del chisme ridiculizaba al Poder en la patética celopatía cabrona del General por obra y gracia de la ninfomanía del hembrón mentado la Tamborito. Más bien los cuentos simulan capítulos de una propuesta novelística signada por el morbo descarado de la voz narrativa. Nos imaginamos las tomas de audio no autorizadas que irrumpen la vida privada de los personajes que cuentan su versión interesada de los hechos, a la manera de un evangelio chismoso, lírico y popular. Si no revisemos el cuento número 17, crónica roja y policial que se solaza en los posibles móviles del asesinato de un jerarca de la Iglesia Católica: “(...) yo también quedé boquiabierto cuando lo leí el padre al parecer tenía una doble vida y salía de noche a buscar zagaletones que le hicieran el favorcito lo cierto es que el puerto se indignó con esas declaraciones y muchos no le dieron crédito total de árbol caído todo el mundo quiere hacer leñas alguien dijo después que tiene una prima que es amiga de la conserje del edificio donde vivía el cura esa conserje y que lo vio varias veces entrando al apartamento con unos marineros”... y pare usted de contar. Si, como nos decía Roberto Pérez León, el Paradiso de Lezama Lima posee el ritmo de la respiración asmática del autor, Chismarangá delata el ritmo trepidante de la lengua dicharachera del pueblo en la construcción de historias apresuradas y susurradas al oído en presencia de sus protagonistas. Nadie escapa a la seducción de la chismografía, tanto en el barrio como en los desencuentros de poetas ebrios y maledicentes en los corrillos de foros y simposios. El ejercicio desbocado y desbraguetado de la lengua es un mal sabroso y preferible a la sinceridad compulsiva y agresiva de los que dicen escupir la verdad a todos sin cortapisas posibles; lo cual no es más que la sublimación de frustraciones y complejos inconfesables. Quien esté libre de pecado, arroje la primera piedra (al que tiene al lado, mientras que los miembros del panel desmontan la tramoya, van por unos tragos y comentan a hurtadillas y sin misericordia sobre las próximas víctimas de la lúdica boca).
Valencia de San Desiderio, lunes 30 de octubre de 2006.







Thursday, October 05, 2006

UNA POSTAL PARA MAMÁ (Un Tríptico Aproximativo)




Campanas de Bastabales,
cando vos oio tocar,
mórrome de soidades.


Rosalía de Castro.


I

La señora Augusta, alias sentimental de Fernanda, fue la mejor jefa de cajeras de todos los mercados de la ciudad. Sólo que la empresa para la que trabajaba no le rindió nunca los honores correspondientes en virtud de su fiel labor titánica (de lunes a lunes). Resulta increíble que la nomenclatura madeirense no le obsequiara una placa alusiva con Mariachi agregado. No sonó el repertorio ranchero clásico, ni mucho menos el Amor Eterno de Rocío y Juanga irrumpió en los pasillos festivos del supermercado cerrado con empleados adentro, todos por ahí regados, contentos, consolados y olorosos a sidra barata. Ya me lo había dicho la vieja portuguesa: el implacable sexismo de la organización le impidió ser gerente de la sucursal de Naguanagua. En nuestros caóticos y libidinosos años universitarios, cuando con el pretexto de hacer un flaco y precario mercado la íbamos a visitar, nos sorprendió fuera de la encapuchada trinchera política e ideológica patentando la expresión comodismo: derivación satírica de la palabra comunismo, pues por lo general los jefes izquierdistas universitarios cambiaban la hoz y el martillo por la cómoda estancia burocrática en la misma universidad, luego de haberse chupado etílicamente las becas y los beneficios estudiantiles que constituían la primera fase de la condición bovina a la que nos somete esta putísima sociedad consumidora de hombres y cacharros (palabras diferentes que significan lo mismo). El camarada Pedro Téllez –quien había salvado en el Consejo Universitario el pellejo de nuestros compañeros de la Facultad de Derecho, acusados ciertamente por envainar al enano decano- diría revisando el fichero de cervezas y tragos: El dueño, un portugués dueño de varios bares, o un Bar muy grande propiedad de varios portugueses. Cita desencajada que refiere la mezquindad de los hijueputas madeirenses –lo peor, paisanos de la vieja- que regentaban la cadena de supermercados cm. Por tal razón, luego de que prácticamente echaran a Augusta del lugar, nos desquitábamos robando botellas de ron, latas de salmón y preservativos con la más descarada impunidad. Por supuesto, un jueves de noviembre le propinamos un gran golpe a esta transnacional de los víveres robando e incendiando una de sus gandolas Mack frente al Arco de Bárbula (el bulldog que engalanaba la proa es aún uno de los trofeos que adornan mi biblioteca hípica marxista leninista). Recuerdo que el Araguato le partió la frente al come mierda del subgerente, Daniel Ferreira, con un pollo congelado que le había arrojado con su siniestro brazo de Grandes Ligas. Sucedáneo insuficiente de la Justicia Poética, pues teníamos planeado secuestrarlo para que Portiño le rompiera unas costillas y lo arrojara a una zanja llena de mierda; sólo que el gandhiano y diplomático de su hermano, al que apodaban Ave de Rapiña, le sopló la intentona reivindicativa a Augusta para evadir un lío en el que estaba metido, por lo que la vieja le dijo al porti que no había criado terroristas ni guerrilleros. Operación justiciera abortada. A una dama venerable no se le encierra en una gélida cava industrial del supermercado, no, Daniel ñorelambehuevo. Cuando acometían las olas picadas de la especulación y el acaparamiento de productos como la harina, el café o la leche, la bondadosa Augusta nos los conseguía sin cobrar una locha de más: así las noches interminables de estudio (la víspera de los exámenes parciales) eran más amables con nuestro templo cognitivo y somático bien estragado por el forzoso trasnocho. Detrás de su aire de sargento severo, se acurrucaba un hercúleo amor por sus hijos, de ello no hay duda. Si no, de qué valía el sacrificio al soportar la fútil arrogancia de algunos docentes universitarios, como si tuviesen al chivudo prensado por sus grandes y sacratísimas bolas. Ni los muy ricos ni los muy pobres se andaban con esos ridículos remilgos académicos, cuando de precios y ofertas se trata. ¡Nos la jugamos con Augusta en línea el clásico Ciudad Valencia de San Desiderio!


I I

¡Ah! En cada mujer existe una muerte silenciosa:
y en cuanto el dorso imagina, bajo nuestros dedos,
los bordones de la melodía,
la muerte sube por los dedos, navega la sangre,
se deshace en embriaguez dentro del corazón hambriento.


Herberto Helder, El Amor de Visita.


He aquí una foto sepia en la que aparece mamá con el abuelo, encaramados ambos en un coche tirado por un par de mulas flacas. No en balde se halla publicada en la revista La Tuna de Oro, número 41, Valencia, mayo-junio de 2004. A manera de homenaje para la vida en la memoria. Teresa Salgueiro arropa con la sedosa ternura de su voz el alma cheia de saudade, cantando incansable a Lisboa y al río Tajo. Sin embargo la escena se desarrolla en Funchal, capital de Madeira, la Perla del Atlántico: En la batea de la carreta descansa un anuncio publicitario tridimensional que van pregonando el padre y su hija: Se trata de una película protagonizada por Bette Davis, Victoria Negra de 1939, fotogramas en blanco y negro incluidas. Me imagino a mi bisabuelo paterno, o canarinho, espantado ante las imágenes en movimiento que se arrastraban en la pared de la bodega: al insurgir Jezabel, ramera ataviada de purpúrea vileza, amenazando a los pasmados campesinos y pescadores con su carnosa y blasfema boca de carmín, el místico de Cámara de Lobos entonaría cantos gregorianos para exorcizar la rugosa pantalla de cal. Ya había predicho que los hilos macabros unirían al mundo entero y harían pender plagas desgraciadas sobre toda la humanidad. Treinta y tres años después, el padre de mi madre moriría destripado por el camión de un lechero ebrio; treinta años después de la muerte de sus padres y de su marido, mi madre sería extinguida por el cáncer de matriz. Por fortuna, al abrigo del calor de su propia cama. El cáncer se había apoderado de su cuerpo tras treinta años de un prolapso estropeando sus entrañas, quedando tres hijos aún vivos a fuerza de su corajuda abnegación.

III

¡Ai, desdichada
de min que a vexo,
fincarlle o colmillo
no triste pelexo!

Rosalía de Castro.

Cuando murió mamá, antes de velarla en una funeraria de la ciudad, llovió a cántaros desbordando la hondonada metafísica y abisal que es Valencia de San Desiderio, como si Dios quisiera renovar la tierra por segunda vez. Desde una taguara en la Avenida Bolívar, no observé el arca de Bartolo repleta de parejas de sus animales preferidos. Tan sólo negras bolsas de desperdicios que se dejaban llevar por el caudal del río Cabriales desatado en su podredumbre furiosa. Llegué por fin ebrio al inicio del acto velatorio. Me recibió mi hermano, intermezzo entre mi lacerado envoltorio y el menor, al cual le dije en una lengua contundente e ininteligible que la casa de la familia no se vendería bajo ningún concepto. Sin importar su comento, me abalancé hacia el ataúd de caoba, estrecho catre en donde Ella dormía de manera plácida y eviterna. La encontré linda, sobre todo al notar algo de mugre en sus uñas, como si regresara del supermercado impregnada en la fragancia marina de la pescadería. Precisamente, un portugués amigo de mi madre y dueño de una panadería, me confíó cómo lo arrullaba la suya, acurrucándolo en sus faldas: Si bien olía a pescado, lo que importa es el amor que excede más allá de la matriz.


Valencia de San Desiderio, 5 de octubre de 2006.

Tuesday, October 03, 2006

TERAPIA INTERMEDIA


A Yordano Reales, in memoriam.


Sembré alegría en este pueblo,
regué de gloria este suelo,
si Jesús tropezó,
por qué no habría de hacerlo yo...

Oda pindárica a Diego Armando Maradona,
La Noche del Diez, canal 13, Argentina.


Los muchachos, colmados de llanto y saudade sureña, te acompañaron a paso apresurado hasta la buchaca que los obreros habían cavado en la tierra reseca. Los embargaba la tragedia que es una muerte repentina y harto abrupta: Compadre, no frisabas los 16 años; el cínico y ludópata destino te tendió una inmisericorde emboscada en la avenida principal que siempre se cuartea y resquebraja en dirección al barrio. Tu padre estaba disminuido muy a pesar de su uno ochenta y tres de estatura. Se abrazaba al desconsuelo de la familia, horadada la conciencia por una culpa compulsiva. Por qué carajo permití que fueras a buscar una caja de polarcitas en el sopor de una noche calurosa. Tu primo, aprisionado el cuello en un collarín atascado ante la tumba, estaba ebrio y no debía haber conducido la pick up al desamparo de la cordura y la prudencia. Tan sólo los tres alegres compadres constituyeron el casting de profesores que presenció como te ibas tendiendo en la árida tierra del cementerio municipal. Sí, estábamos allí con ese escozor que acalambra el alma. A. con su delgadez de cigarrillo en boca, R. con la corpulencia solidaria de siempre y yo, ...despistado en esta clase de eventos. Tenía a la mano la película sobre narcos que me habías prestado, sin saber a quién coño devolvérsela. Ahora, unas ventosas aspiran y chupan mis latidos algo raudos; una manaza -cada tres minutos- oprime mi brazo sacándole pulsaciones alteradas en medio del pitico fastidioso de una máquina despiadada.
Por tu actual estado de gracia, el Señor impidió que farisaicos zamuros se asomaran a tu ataúd con desencaminados pensamientos moralistas; bestias ataviadas con una superioridad moral que siempre te disgustó, sobre todo cuando escupían órdenes en los claustrofóbicos pasillos y peldaños que se desparramaban en las pocas aulas del liceo. La única frase que te había atrapado de los innumerables y bobalicones estudios bíblicos era la que rezaba Sepulcros Blanqueados, magnífica metáfora que retrataba a los obsesivos evangelizadores fatuos. Por supuesto, lo rescatable del lugar eran las lindas niñas que ennoviarían contigo y la banda de los cinco dispuesta a golear a los adversarios los miércoles en la tarde. Poco antes de irte no se sabe a dónde, encabezaste un movimiento sedicioso y rebelde en contra del profesor T., dada la masacre del remedial de lengua extranjera (a ese teacher villano había que remediarlo a carajazo limpio). Bofetada de revés ésta a un sanedrín tenebroso que intentó expulsarte tres veces del liceo sin conseguirlo. Coño, acaba de irrumpir (interrumpiéndonos) en la terrorífica y límpida sala un cura extraviado al cual le digo: vergación, tu clientela se encuentra en la sala de terapia intensiva.
En el velorio atisbé fragmentos alocados que pretendían una reconstrucción morbosa, pero triste y sentida, de los hechos: Te hallabas en la pequeña batea de la pick up enviando dulces y eróticos mensajes de texto a tus siete novias (como si fuera la última vez), cuando la trompa mordió violentamente el poste y volaste hacia otra realidad que nos agobia y enternece la memoria. Unos dicen que el oxidado paral te desfiguró el rostro, otros añaden la pérdida del ojo izquierdo. Sin embargo, a tu gente no pasa desapercibida la fresca bondad con que embestías a la vida, como si de un clavado en el mar se tratara (a ritmo del vallenato de tus amores). Después de una ingesta etílica de diez horas, el estremecimiento, el calor frío del cuerpo y el desvanecimiento en el mismo instante del desgraciado choque. Aquí, mareado y acostado por un cuadro de encefalopatía hipertensiva, te pienso y te converso pleno de sed por la vida que amigos como tú se obstinan aún en sostener.
Valencia de San Desiderio, 3 de octubre de 2006.

ALGUNAS PELÍCULAS IMPRESCINDIBLES (2)


Aquí les va el segundo listado de las películas que revelan la impunidad de mis elogios compulsivos. Sus imágenes se deconstruyen en fotogramas desordenados que integran una cartelera abigarrada, contingente y caótica.
21.- Nosferatu de W.F. Murnau.
22.- Freaks de Todd Browning.
23.- La Dolce Vita de Federico Fellini.
24.- Vivir de Akira Kurosawa.
25.- Los Sueños de Akira Kurosawa.
26.- El Evangelio según San Mateo de Pier Paolo Passolini.
27.- La Pandilla Salvaje de Sam Peckinpack.
28.- El Decameron de Pier Paolo Passolini.
29.- Los Cuentos de Canterbury de Pier Paolo Passolini.
30.- Los Caminos de la Noche de Kristoff Zanussi.
31.- Amores Perros de Alejandro González Iñárritu.
32.- Zelig de Woody Allen.
33.- El Halcón Maltés de John Huston.
34.- Providencia de Alain Resnais.
35.- Lolita de Stanley Kubrick.
36.- Full Metal Jackett de Stanley Kubrick.
37.- Casablanca de Michael Curtiz.
38.- Novecento de Bernardo Bertolucci.
39.- El Inocente de Luchino Visconti.
40.- La Mujer de al lado de Francois Truffaut.
41.- Harakiri de Kobayashi.
42.- Vicios privados, virtudes públicas de Miklós Jancsó.
43.- Zorba, el griego de Michael Cacoyannis.
44.- Electra, la vengadora de Michael Cacoyannis.
45.- Psicosis de Alfred Hitchcook.
46.- Un lugar en el mundo de Adolfo Aristarain.
47.- Tiempo de Revancha de Adolfo Aristarain.
48.- Martín H. de Adolfo Aristarain.
49.- Los Olvidados de Luis Buñuel.
50.- Goya en Burdeos de Carlos Saura.
Bonus Tracks: Ladrón de Bicicletas de Vittorio de Sica; Érase una vez en América de Sergio Leone; Magnolia de Paul Thomas Anderson y Cuentos de la Locura Corriente de Marco Ferreri.

Monday, October 02, 2006

ALGUNAS PELÍCULAS IMPRESCINDIBLES ( 1 )



He aquí un primer inventario de películas que han influido y -sobre todo- puesto de cabeza mi visión del mundo y el arte. No se debe reparar en el orden jerárquico de los films; la numeración es la ratificación de lo aleatorio.
1.- Pretty Baby de Louis Malle.
2.- El Ciudadano Kane de Orson Welles.
3.- Intolerancia de D.W. Griffith.
4.- La Quimera del Oro de Charles Chaplin.
5.- El Perro Andaluz de Luis Buñuel.
6.- Viridiana de Luis Buñuel.
7.- Rashomon de Akira Kurosawa.
8.- Los Siete Samurais de Akira Kurosawa.
9.- El Gabinete del Doctor Caligari de R. Wiene.
10.- El Último Hombre de W.F. Murnau.
11.- La Strada de Federico Fellini.
12.- Las Fresas Salvajes de Ingmar Bergman.
13.- Tiempos Modernos de Charles Chaplin.
14.- El Amigo Americano de Win Wenders.
15.- Patrulla Infernal de Stanley Kubrick.
16.- El Tambor de Hojalata de Volker Schlöendorf.
17.- La Batalla de Argel de G. Pontecorvo.
18.- Gallipoli de Peter Weir.
19.- La noche de San Lorenzo de los hermanos Taviani.
20.- Vértigo de Alfred Hitchcook.