Tuesday, March 31, 2009

INSCRIPCIÓN EN TU ESPALDA, LEDO IVO. FOTOGRAFÍA DE YURI VALECILLO.


Inscripción en tu espalda

Ledo Ivo (traducción de Rodolfo Alonso)

Foto de Yuri Valecillo

Por no temer jamás las desventajas
de ser bella en lo oscuro es que mereces
estos climas nocturnos; placidez
de chispas emigradas; subterfugios
después de amar, reposo, tentación.

El sueño se disuelve en tu sueño
como la hora en el tiempo de tu espalda.
Ahora, la tarde es grande, no sugiere
manos ante los senos. Y adormeces
-paisaje de paisajes que no viste.


Del poemario Cántico.

Tuesday, March 24, 2009

EL CORAZÓN DE VENEZUELA: POESÍA Y COMPROMISO EN EL DECIR


EL CORAZÓN DE VENEZUELA: POESÍA Y COMPROMISO EN EL DECIR.
José Carlos De Nóbrega.


A todos los Poetas del Decir.

Pueblo de mi misma leche, Miguel Hernández.

He aquí una colección poética hermosa y significativa, El Corazón de Venezuela, Patria y Poesía (2008), compilada por Luis Alberto Angulo y Luis Ernesto Gómez bajo el sello editorial de PDVSA y REDVE. Constituye su segundo trabajo compilatorio que se inició en 2006 con 70 poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Iraq y Líbano, el cual tuvimos el placer de presentar en Valencia el 22 de mayo de 2007. Vincula la patria con el decir poético en la exclusión del equívoco discurso chauvinista y el seco formato del pasquín ideológico dispuesto en versos; es la afirmación del patriotismo legítimo en tanto antítesis del nacionalismo hueco y ruidoso a fuerza de arengas y consignas, como bien lo postula Julio Cortázar. El volumen destila pertinencia para el momento histórico que ha espoleado la participación popular, destaca la revisita del decir poético venezolano a lo largo de su evolución histórica y promueve sus voces más recientes. Sin duda, la antología está animada de guisa coherente por lo que hemos llamado la Poesía del Decir: el compromiso de la palabra con la humanidad oprimida y, en consecuencia, la deslegitimación del discurso abyecto y tenebroso del poder. Leopoldo de Luis, refiriéndose a la obra poética de Miguel Hernández –imprescindible referencia tutelar de la Poesía del Decir-, lo ratifica sin ningún tipo de artificio retórico: “Ese primer aletazo entusiasta responde a un entendimiento de la poesía como esencia misma del pueblo, con raíz en la tierra, y el poeta como intérprete de sentimientos colectivos, con misión de conducir los ojos y el corazón de las gentes hacia esas cumbres hermosas que son las realidades poéticas, reflejo de las realidades vivas”. Lamentablemente, en nuestro medio se ha machacado –por obra y desgracia de poetas y críticos irresponsables- la división o fragmentación de nuestra poesía en grupos, patotas o escuadras; los poetas se convierten en malsanas etiquetas –formalistas, surrealistas, minimalistas, nadaístas- en el despojo de su humanidad, con la artera y predatoria intención de segregar lo popular a expensas de lo culterano. Si revisamos, por ejemplo, la poesía brasileña contemporánea, tal distinción no es propagada por su absoluta y obscena insensatez; las voces más representativas de Brasil cantan a la patria y a su pueblo sin concesiones, enclavadas en un discurso amoroso: Ahora llamaré a la amiga conjugada / Y pediré qué pieza al ruiseñor de día / Qué pieza al sabiá / Para llevarte presto a este avigrama: / “Patria mía, saudades de quien te ama… / Vinicius de Moraes”. Para Luis Alberto y Luis Ernesto, la poesía venezolana –pese al desconsuelo de voces agoreras como Milagros Socorro & Compañía- establece claros nexos cómplices con la poesía conversacional y exteriorista de Ernesto Cardenal y Pablo Antonio Cuadra, el Vallejo de Poemas Humanos, Ledo Ivo y Miguel Hernández, entre otros.

El libro se inicia con la letra del himno nacional, Gloria al bravo pueblo, en la maravillosa cadencia de la canción de cuna canaria que la dignifica; no en balde nuestras abuelas aún duermen a sus críos con este poema escrito por Vicente Salias. No pueden faltar textos fundamentales de la poesía venezolana: Alocución a la Poesía de Andrés Bello, Vuelta a la Patria de Juan Antonio Pérez Bonalde, Silva Criolla de Francisco Lazo Martí, El Reto (Florentino y el Diablo, nuestro canto épico por excelencia), Credo de Aquiles Nazoa y Mi padre ebrio, mi padre se muere de Caupolicán Ovalles. Por supuesto, este proyecto es abierto y está reñido con las colecciones literarias de corte definitivo, excluyente y sesgado: Busca la atención de los lectores de la calle, desatendidos la mayoría de las veces por las preciosas y ridículas poses de nuestra intelectualidad que se extravía en los vericuetos del poder político y la inmediatez árida y pesetera del mercado editorial. El paisaje interiorizado, en muchos de los textos de esta afortunada antología, responde a un discurso amoroso y vindicativo de la patria sin la estridencia de términos edulcorados ni arrebatados en el detritus de un romanticismo trasnochado. Por ejemplo, se agradece uno de sus más generosos hallazgos, Réquiem para mi perro de José Natalio Estrada:


(…)Al transcurrir un tanto melancólico
de las entradas de aguas,
en el espanto del verano
o en las frustraciones del invierno,
dimos a la sabana lo mejor que tuvimos
en la plenitud de cada hora.


La sencillez y la honestidad del canto nos conmueven sin apelar a las ofrendas florales en el mausoleo del despropósito patriotero de traidores e hipócritas; por el contrario, a la vera de la égloga dolorosa, el alma transida del vivir se reconcilia con la patria –sin nombrarla en vano- en la cotidianidad de la cabalgadura, la cacería y la conducción del ganado, acompañada siempre por la fidelidad incansable del cacri flaco de hambres y mezquindades. Para Ledo Ivo, la patria no descansa en el uso irresponsable, pretencioso y exquisito de la lengua, es el pretexto necesario y urgente para la celebración muda de su belleza, precariedad y oprobio. Esa bellísima misa de muertos cierra con la tierra y los gusanos transfigurando el cadáver del perro:


Esta es la historia de mi perro
y un poco de mi historia
en el largo regreso hacia mí mismo.

Entonces, ¿este réquiem, por lo local, no es universal? ¿Solamente lo es el soponcio mortal de Argos al reencontrarse con Ulises muchos años después? Unos versos no segregan a los otros en la confección de un canon arrogante que excluye la lucidez placentera de la atenta lectura de lo propio y lo ajeno. ¿El erotismo de Catulo está divorciado de la concupiscencia poética de María Calcaño? Isaac Pardo nos refiere, asomándose Don Siverio por la ventana, el beso apasionado del romancero español y algunas manifestaciones de nuestro cancionero popular. Al homenajear a Simón Díaz, Joan Manuel Serrat advertía que la universalidad del canto parte de su íntima y sentida conexión con lo regional. Los clásicos de la literatura universal y nacional no están separados por una horrorosa cerca metálica a la manera de la United Fruit Company; por el contrario, constituyen un patrimonio inembargable de la agradecida humanidad lectora. Este libro, valga la aclaratoria, no es producto de la inspiración gratuita ni de lo políticamente correcto. Es la continuidad del trabajo artístico de sus dos promotores, amigos y camaradas nuestros: Luis Ernesto y su trabajo de composición musical que emparenta en una fusión deliciosa lo clásico, lo experimental y lo popular (recordamos su linda obra alusiva a uno de los nuestros, el escritor peruano José Carlos Mariátegui); y Luis Alberto, afanado y fajado en la divulgación y el estudio auténtico –sin las alienantes cortapisas profesorales- de poetas como San Juan de la Cruz, Miguel Hernández, Ernesto Cardenal y Ledo Ivo. He aquí esta modesta invitación para leer y tocar el Corazón de Venezuela, tarareando el dueto de Louis Armstrong y Bing Crosby: le pedimos a la Patria un beso para edificar un sueño que nos ampare y festeje a todos.

En Valencia, la de Venezuela, 24 de marzo de 2009.

Tuesday, March 17, 2009

EL COMPLOT DE LAS CACHIFAS SEGÚN ZABALETA. JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA


EL COMPLOT DE LAS CACHIFAS SEGÚN ZABALETA
José Carlos De Nóbrega

El proceso de los más escandalosos crímenes se cierra con un gracejo; las mayores infamias, sólo dan origen a una cuchufleta. ¡Momo se divierte y nos divierte! Un nivelamiento rasero ha rebajado las cumbres y elevado las charcas, y a las cumbres enanas elevan himnos las ranas ensoberbecidas. Pío Gil (alias Pedro María Morantes).

Valga una aclaratoria, nos referimos al primer libro de Orlando Zabaleta, Crónicas de un opositor en tiempos descoordinados (2008, Ediciones OPSU), título susceptible de ser atribuido a su otro yo o Némesis: Wladimir, artista plástico opositor que en un acceso místico acusó al camarada Oswaldo Guayasamín de ser franquista; tan sólo con el equívoco fin de darle un espaldarazo a la cuestionada gestión neogoda de José Napoleón Oropeza al frente del Ateneo de Valencia. Esta primera incursión narrativa de Orlando nos embarga de mórbido y travieso placer: Recuperando la tradición satírica de nuestros costumbristas, caricaturistas y escritores tales como Pedro Emilio Coll, Pío Gil, Leoncio Martínez, Job Pim y el Otero Silva de Las Celestiales y El Morrocoy Azul, recrea el final de fiesta de una clase política decadente estigmatizada en un ánima en pena llamada adequidad. Sin embargo, la crítica es festiva y a la vez compasiva: El personaje que protagoniza el discurso narrativo y la condición actancial, es víctima de la más caótica de las imposturas; se confunden el despropósito, la estulticia y la futilidad de esa camada politiquera y demagógica con la visión despiadada del polemista político que es Orlando. Esto es transitar del discurso estridentista de la intolerancia (nada qué ver con Rulfo en la literatura, ni con Bernardo Valencia en la tauromaquia), patente en el complot de las cachifas, comerse este país que nosotros, la clase media, levantamos (Milagros Socorro nos lo dice); hasta devenir sin trucos estilísticos en la más abyecta simulación que nos conduce a una crítica pertinente y no menos contundente, Pero, ay, hoy ningún verbo de fuego puede conjurar el frío del alma de este cenáculo de caras blancas. Pudiéramos afirmar que el libro es un pastiche criollo (en un préstamo del poeta Luis Enrique Mármol) que parodia el changuérico discurso oral y político del valenciano Henry Ramos Allup: traquitraqui-traquitraqui / el serial de la espoleta es / A-D-se-nec-tud. “Fusilando” o plagiando al poeta Manuel Bandeira, tenemos al muy pobre Sapo-cururu / de la barriga hinchada. / ¡Vote! Salte con él… / Sapo-cururu es senador de la República.


Poco importa entonces si nuestro adeco dedichado nos hable desde Caurimare, Chacao, Prebo, Trigal Centro o descanse su desilusión en cualquiera de esos camastrónicos púlpitos en serie denominados Sambil. Más allá de la fracasada estampida política que devela su lamento, de su misoginia manifiesta en la prisión del varón domado, o del divorcio que trae consigo disputarse los críos, los corotos y la cachifa, resulta de una obscenidad terrible su desesperanza afincada en la imposibilidad de redimir el destino con su propia mano. El personaje se escinde en las hablillas mismas: es rumor, frustración y precariedad al punto. Salvando las circunstancias estéticas e históricas, recuerda a personajes atribulados de nuestra literatura: Crispín Luz de El Hombre de Hierro de Blanco Bombona, Mateo Martán de Los Pequeños Seres de Garmendia, o Claudio del cuento Ese turbio amor de Mariño Palacio. Sólo que el tratamiento del humor a lo largo del relato –es significativa la estructuración de los capítulos a la manera de una rocola latinoamericana-, posibilita la risa del lector ante tan descocada tragicomedia. Evidentemente, el protagonista es víctima y victimario del “control del mercado político por medio del sufragio universal” (como lo postulan Espinoza y Gorodeckas en su libro La Adequidad de 1985). Sin embargo, la “representatividad” es buche y pluma na’má: El voto de un analfabeto vale igual al de un doctor, el de un malandro al de un general. El de un vago desempleado al de un empresario que le da trabajo a cientos de trabajadores, la mayoría malagradecidos, por cierto. Tanto es así que le esconde a los lectores sus gustos y placeres elementales. ¿Este adeco es magallanero o caraquista? La recua apocalíptica de su discurso no da para más: Lo vimos el día sábado pitando a Magglio Ordóñez en el Dolphin Stadium, el muy desgraciado padece de cretinismo diamantino (tonto césar apuñalando con el pulgar el diamante de juego, sus pocas bolas y el escuálido seso); hoy su endecha despechada aturde con el pase de la selección a las semifinales del Clásico Mundial de Béisbol.


Es innegable que estas crónicas constituyen un estupendo y peculiar ejercicio de nuestra memoria reciente. La democracia del Pacto de Punto Fijo fue haciendo agua en la demagogia y el capitalismo de Estado, para luego ir siendo prisionera del largo brazo de un Poseidón fondomonetarista que desencadenó el tsunami del tan mentado neoliberalismo (lo cual no justifica un ataque al pensamiento liberal bajo ópticas oscurantistas y supersticiosas) y luego el discurso eufemístico de la economía social de mercado: De entrada se le aclaró bien el guión: Nunca diga “privatizar”, profesor, diga: “Abrir cauce a la participación de la sociedad”. Menos diga: “desnacionalización”, diga: “los necesarios aportes del capital foráneo”. He allí el desaguisado criminal contante y sonante del paro petrolero promovido por la nomenclatura meritocrática de la industria, por ejemplo. Qué decir del golpe de abril, una intentona torpe y artera que le dio la espalda al orden jurídico y a una consideración seria de nuestra historia contemporánea. Este volumen puede ser un oportuno pretexto para abordar un análisis necesario de la actual coyuntura política, signada muchas veces por la prisa, el oportunismo y la improvisación. Es menester la discusión política bajo ópticas diversas, creativas y encaminadas a la solución de nuestros más ingentes problemas y vicios. La promoción de la lectura ha de ser una red de múltiples implicaciones que enriquezca –so pena de persistir en la banalización y la frivolidad- el diálogo entre los venezolanos. Cierta burocracia cultural –otra cosa son los verdaderos promotores y actores culturales- no puede justificar su mezquino espacio espantando arañas del catre para solazarse en proyectos descabellados. No se preocupen, incluso el libro puede hacerse pasar por literatura que consuele a aquellos que se desquician viendo al Mataduras despotricar su propia sombra de lunes a viernes en la tarde. La lectura lúdica es la antípoda de la que subvocalizan los idiotas y los amargados en un crujir de dientes.

Valencia de San Simeón el estilita, 17 de marzo de 2009.

Monday, March 16, 2009

CRETINISMO DIAMANTINO EN EL DOLPHIN STADIUM DE MIAMI


El término cretinismo diamantino posee dos acepciones:


a) La referida a los managers de tribuna que todo lo saben sin arriesgar el pellejo, pues se refugian detrás de la fanaticada en las tribunas y los bleachers. Su crítica maledicente e idiota sazona las cervezas y los perros calientes del domingo al mediodía; comprende la ignorancia del juego de baseball y sus reglas, las hablillas del día y los comentarios políticos de poca monta.


b) Una nueva especie, derivada de la anterior, que se exhibe oronda en Miami (es la revisita de la estulta vanidad venezolana de los locos setenta, ta'barato: dáme dos). Pitan a los compatriotas por fobias y resabios politiqueros. Asemejan a pequeños césares cretinos que escarnecen el diamante de juego con los pulgares apuñalando la tierra o, peor aún, denunciando sus pocas bolas y el escuálido seso.

PALABRAS PARA LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO "PARA MACHUCAR MI CORAZÓN: UNA ANTOLOGÍA POÉTICA DE BRASIL" DE JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA. GUILLERMO CERCEAU.


Palabras para la presentación del libro
Para machucar mi corazón: Una antología poética de Brasil
de José Carlos De Nóbrega.

Guillermo Cerceau.


I La traducción

La traducción literaria tiene múltiples fines y son estos fines los que han contribuido a la proliferación de teorías sobre las traducciones, a modelos normativos, a esquemas de valoración.

Se traduce porque se quiere ampliar al número de lectores de una obra, ya sea que se considere que la misma es importante como para trascender su esfera lingüística, siempre limitada no importa cuan amplia sea; o tal vez se traduce porque se considera que un texto es importante para la humanidad, como sucede con las escrituras sagradas. No olvidemos que las lenguas modernas europeas han sido en parte moldeadas por grandes traducciones: la Biblia de Lutero ayudó a conformar el alemán moderno, como lo hizo la del Rey Jaime con el inglés, o la Vulgata de Jerónimo con la estandarización de un latín que comenzaba a corromperse en lenguas vulgares.

Se traduce por un afán lúdico, como el de aquellos antiguos eruditos que se divertían trasladando un texto de un idioma a otro, o del verso a la prosa. Cuenta Platón, por cierto, que Sócrates pasó sus últimas horas poniendo las fábulas de Esopo en verso.

Se traduce, también, porque hay quienes consideran esta actividad como parte de la literatura. Traducir sería para ellos como crear o recrear un poema o una novela.

Esta incompleta y arbitraria enumeración solo pretende destacar los motivos más conocidos que llevan a alguien a traducir un ensayo, una novela, o como es el caso del libro que presentamos hoy, una selección de poemas. Cada motivo tiene sus propias reglas de valoración. La conocida antítesis entre “transparencia” y “fidelidad” se aplica a todos ellos, pero es obvio que nace de una exigencia literaria, es decir, de quien siente o esta convencido de que traduciendo crea una nueva obra.

Nuestro siglo – me refiero al 20, el 21 es como su suplemento- presenció la saturación del universo simbólico humano, la proliferación sin límite de la Teoría, el agotamiento combinatorio de la capacidad de fabular con ideas. Es poco probable que en el inmenso acervo de las teorías sobre la traducción podamos contribuir con una idea original.


II Brasil

Anota José Carlos, en el prólogo de su libro, las muchas cosas que nos separan de Brasil, ese vecino tan grande y tan cercano y resalta nuestra ignorancia mutua, sobre todo en el terreno de la poesía. Aunque no faltan antologías y traducciones, es verdad que sabemos poco o nada fuera del círculo de los poetas y especialistas. Es posible que esta ignorancia de la poesía del vecino país no sea sino un caso particular de la gran ignorancia que existe sobre nuestra propia poesía – siempre me gusta recordar que conocí al poeta José Joaquín Burgos en una biblioteca de Boston – pero esto nos llevaría a otra discusión, que sin embargo, tarde o temprano debemos dar.


Es cierto, ignoramos casi todo sobre los brasileños y su escritura, tanto como ellos ignoran la nuestra. La cercanía geográfica no es garantía de nada, y las diferencias lingüísticas han demostrado no ser barreras en la época de las traducciones. Tal vez sea ocioso preguntarse por qué es fácil conseguir en nuestras librerías lo último en literatura alemana o norteamericana y casi imposible los clásicos y las novedades de la brasileña. Una explicación parcial (y por lo tanto una media verdad) es que recién ahora estamos mirando hacia el sur. La verdad sociológica e histórica es más compleja.

III Convergencia

Me he detenido en tres temas, para crear un contexto que me permita decir algo con sentido sobre este libro. La Traducción y sus ramificaciones. Brasil y su cercanía que no es tal. La ignorancia de la poesía.


IV

Si traducir es “trasladar” o “llevar de un sitio a otro”, es decir, vincular, elevar puentes, unir los puntos de unas estrellas solitarias para convertirlas en constelaciones, José Carlos hace mucho más que acercarnos a unos textos que para la mayoría permanecerían remotos.

Entre el mundo de las letras en el que se ha formado y al que ha enriquecido, y la experiencia de la vida del pueblo, entre el intelectual y el malandro,

Entre los amigos,

Entre los mundos simbólicos que examina en su amplia y profunda obra ensayística.


V

Antes dije que prefería no acudir a las teorías que saturan nuestro universo mental. Quiero hacer una excepción que tal vez resuma mejor lo que he querido decir. En su célebre ensayo “La tarea del traductor”, el filósofo y místico Walter Benjamín, tributario simultáneamente del Marxismo y de la cábala judía, nos propone una metáfora que, pienso, podemos admitir sin muchas concesiones: que así como una valiosa ánfora quebrada se reduce a miles de fragmentos que han de pegarse, siendo todos desiguales, son todos necesarios e imprescindibles para reconstruir el objeto dañado.

Benjamín propone que de la unidad original del lenguaje, postulada por la Torá y destruida por la ambición humana en la fallida empresa de la Torre de Babel, está hoy dispersa en innumerables fragmentos. Traducir, en esta compleja metáfora sería ir recogiendo los fragmentos del Lenguaje, con mayúsculas, para reconstruir la unidad perdida. Por eso cada traducción es única y sigue sus propias reglas internas, por eso traducir es un imperativo en que colaboramos con Dios o con las fuerzas ocultas de la historia.

José Carlos De Nóbrega tal vez sea un colaborador más en la larga tradición de quienes dedican su vida a unir los fragmentos dispersos de una humanidad escindida. Su calidad humana, su ética de intelectual y la transparencia de su trabajo se dejan ver claramente en este libro que hoy presentamos y que estamos seguros abrirán nuevos horizontes a quienes se paseen por sus páginas, como lo ha hecho con nosotros.


Para acceder a la versión virtual de la antología aquí comentada, tenemos el link:

http://www.letralia.com/transletralia/brasil/index.htm .

Saturday, March 07, 2009

NAIPES, HÉROES Y MITOS. CARLOS YUSTI


Naipes, héroes y mitos


Carlos Yusti

El ensayo en nuestro país siempre tuvo (en el estilo) algo de tiesa cretona y de almidonada enciclopedia. Después se le convirtió en tribuna para realzar los valores humanos y lanzar mensajes sin destinos. Al final cayó en manos de estudiantes de letras y profesores para sus tesinas y trabajos de ascenso respectivamente. Sacar al ensayo (como género) de semejante comedia e equívocos se ha iniciado a través de libros y trabajos ensayísticos escritos por José Carlos De Nóbrega, Pedro Téllez, Gabriel Jiménez Emán, Ennio Jiménez Emán, Carlos Sandoval, Mariana Libertad Suárez, María Antonieta Maggi, Virginia Riquelme y otros nombres que se me escapan (algunos a propósito y otros por problemas de Alzheimer).


El libro de ensayos de Pedro Téllez, Un naipe en el camino de El Dorado, editorial el Perro y la Rana, contiene textos que se convertirán en clásicos del género. Aunque, conversando con Pedro, me comentaba que el libro no le convencía del todo ya que algunos ensayos fueron encargos u obligaciones académicas. A pesar de la circunstancias en las que fueron escritos, algunos ensayos tienen frescura y ese golpe de efecto innovador que Téllez siempre ha tratado de imprimirle a sus escritos ensayísticos.


En lo personal el libro contiene ensayos excepcionales como “Páez y el teatro: un proceso de arielización”, “Cantar de los cantares y los componentes del amor”, “El temperamento de Lope de Aguirre”. Pedro en el ensayo sobre Páez intenta escudriñar las razones que empujan a Páez a iluminarse a través de la cultura. Qué lleva a un hombre tosco, analfabeta, héroe aguerrido y aclamado por la nación con todos los reconocimientos. De pronto este hombre salta la talanquera de la ignorancia y la rusticidad para enfrascarse en un refinamiento que lo induce a cantar, tocar instrumentos musicales e incluso escribir una ópera. El ensayo tiene pasajes como este: “Páez comparte aplausos con la oligarquía ilustrada, con abogados como Peña, guerreros acortesanados y damas de sociedad. El proceso de arielización es público y notorio, y el caudillo legitima su capacidad más allá de su liderazgo militar, a través de un género como el teatro…”


En este libro de Téllez se mezclan héroes, mitos y naipes con una armonía asombrosa. No obstante hay un ensayo, “Aviso a los literatos”, que es una humorada sobre un texto del Dr. Tissot, el mismo autor de “Disertación sobre las enfermedades producidas por la masturbación”.
Pedro Téllez como ensayista sabe administrar la dosis de buena escritura, inteligencia e ironía. Sus ensayos tienen la impronta de la buena lectura, de la sabiduría para nada académica y esto le proporciona a su estilo una inigualable soltura y transparencia que el lector agradece.