Thursday, August 25, 2011

ENRIQUETA ARVELO LARRIVA CUMPLE 125 AÑOS MENOS SOLA. José Carlos De Nóbrega


ENRIQUETA ARVELO LARRIVA CUMPLE 125 AÑOS MENOS SOLA
José Carlos De Nóbrega


“El paisaje interior” relaciona a Enriqueta Arvelo Larriva con una tradición de cultura nacional, no la recibida de Europa, que mira el entorno como expresión misma del hombre que lo vive (…) El paisaje vive en el protagonista, se desplaza con él, lo representa en su macrocosmos. Reynaldo Pérez Só: Seis décadas de poesía venezolana (Bosquejo, 1994).

Valencia, a pesar de su reincidencia en la amnesia política y cultural, ha abrigado si se quiere a tres amigos de la poeta barinesa Enriqueta Arvelo Larriva (Barinitas, 1886-Caracas, 1962): Marisol Pradas, Luis Alberto Angulo y Reynaldo Pérez Só, los cuales dedicaron trabajos ensayísticos y campañas divulgativas de su obra poética. Si bien, la ciudad está en deuda con poetas del patio tales como Vicente Gerbasi y, en especial, Teófilo Tortolero, tuvimos acceso a diversas y concretas manifestaciones de afecto y fervor por Enriqueta: Poesías (1976), antología poética a cargo de Reynaldo Pérez Só, y Testimonios (1980), material hemerográfico y epistolar seleccionado por Carmen Manarino, ambos títulos publicados por el Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo; el ensayo de Marisol titulado Enriqueta Arvelo Larriva: voz del llano trashumante, el cual fue publicado en la revista “Laberinto de Papel” (año 2, nº 1, noviembre 2003, páginas 38-45); y recientemente haber escuchado y leído un magnífico ensayo inédito de Luis Alberto que reivindica el lugar especial de su obra en nuestro panorama poético contemporáneo. Por supuesto, tenemos también la consideración que hace Reynaldo en torno a su poesía, patente tanto en el Bosquejo antes citado como en la selección de seis textos poéticos que integran la muestra venezolana de las seis primeras décadas del siglo XX. Como podemos ver, la poesía y la silenciosa personalidad de Enriqueta Arvelo Larriva ha sido celebrada en Valencia desde hace muchos años. Hoy (sábado 26 de marzo) nos proponemos compartir con ustedes la celebración –postdatada, por cierto- de su cumpleaños 125, pues la fiesta se inició en Barinitas el pasado 22 de marzo de 2011. Vamos a disfrutar de una conversación fresca y sentida sobre su obra poética, periodística y ensayística. Toda ella amable y responsable, eso sí, el vital compromiso de la voz se afinca en la transparencia e inmediatez del Decir.

La obra poética de Enriqueta comprende los siguientes títulos: La Voz Aislada (1939), El Cristal Nervioso (1941), Poemas de una Pena (1942), Canto del Recuento (Homenaje a Alfredo Arvelo Larriva, 1949), Mandato del Canto (1957) y Poemas Perseverantes (1963). En 1987, bajo la curaduría de Carmen Mannarino, la Fundación para la Cultura del estado Barinas publicó su Obra poética y Prosa en dos tomos. Siempre recordaremos este par de versos, muy cercanos al mundo de nuestros afectos: Toda la mañana ha hablado el viento / una lengua extraordinaria, los cuales condensan una vocación por interiorizar el paisaje sin servirse de la retórica romántica o post, fuere española o francesa; el poema no se regodea en una apropiación exteriorista del paisaje que lo describa y adjetive hasta el cansancio, por el contrario, constituye un abordaje interior que excede el imperio de la imagen visual que encandila: se lo escucha, se lo aspira a bocanadas, se lo palpa y a la vez nos atrapa en el silencio y la desnudez de la expresión poética. América no amerita de largos cantos, pues puede ser abarcada por los brazos del poema breve: Son tuyos mis ojos, América, / porque repasan con ternura tus gentes / y tus veredas y tus cacharros, / y porque escarban noveleros en las carabelas que llegan. El trasfondo religioso del poema QUÉ ME PASA, nos conduce a una revisión de la parábola de los tres talentos que –a su vez- tritura toda pía y positiva actitud ontológica ante la vida: Me devuelves, tú, el dulce y rico, / lo que di contenta? / Fue alucinación y no he dado nada? Nos llama la atención cómo Enriqueta glosa poemas de Juana de Ibarborou en la diafanidad de la voz, ajena a la retórica decimonónica y al experimentalismo cosmopolita, que se solidariza en la pérdida y la soledad: ¿Que se murió la boca que te sembró de besos? / La siembra no es perdida en tu carne de América. / Si tu fuiste la tierra de un fuerte amor copioso, / continuará tu humus su cálida tarea. Incluso sus poemas con Bolívar –esto sugiere acompañamiento dialógico y no fetichismo de uso para politicastros y otras especies- se centran en la humanidad del personaje y del canto per se: Y podré perdonar a los que enredan tus caminos, / A los que no te buscan espontáneos, / a los que se conforman con tu bronce…Por supuesto, es muy sutil y personal su erotismo, diferente por cierto del tono confesional y directo de María Calcaño, que se desplaza en el paisaje interiorizado o recrea el luminoso objeto del deseo: Me agito curiosa / y a tu sombra, guarda elegante, arriésgame. A tal respecto, Pérez Só nos habla de “retorcimientos de culebras, frutas partidas, pulpas, en la quietud sombría de los ríos de galería o entre los rincones de cuartos antiguos de la soledad de El Llano”.

Es notable la influencia que Enriqueta Arvelo Larriva ejerció en la poesía venezolana de los años setenta del siglo pasado: voces apreciadas por nosotros –algunas de ellas responsables del rescate de su obra poética-, tales como las de Luis Alberto Crespo, Reynaldo Pérez Só, Enrique Mujica y Luis Alberto Angulo, desarrollaron un discurso poético a contracorriente de la poesía de propaganda política o la afiliada a las vanguardias de los sesenta; el poema se despoja de artificios estilísticos y experimentos lingüísticos para trabajar la palabra en el silencio y la contemplación interior (lo cual implica la configuración de un paisaje interiorizado de gran valía y riqueza personal). Toda renovación poética es producto de una consideración crítica de la tradición e, incluso, la revolución de fondo y forma que acarrean las vanguardias.

Revisando Testimonios, observamos que su trabajo ensayístico (en el formato del artículo breve) va a la par de su poesía: la prosa es precisa, limpia y atenta al tema de su consideración, sin que su afán crítico pierda lucidez y consistencia. Hay un tono humorístico amable, que disfruta el lector en una refrescante instancia rayana en la ternura. Este revelador volumen arranca con una Entrevista Imaginaria “concedida” por Enriqueta a Carmen Mannarino, quizá la enriquetóloga más conspicua de nuestro medio. El diálogo no es más que el complemento sensible y cariñoso a la rigurosa labor de la crítica literaria: “Yo era una visitante sonambulesca. Daba pasos dentro de una vivienda conocida a fuerza de indagaciones e intuición, aun cuando franqueada la primera vez”. El material hemerográfico se clasifica en Temas Literarios, Preocupación Nacional, La Provincia y la familia; y las Cartas son nueve, la mayoría dirigidas al escritor Julián Padrón. Enriqueta nos refiere de manera inmediata sus lecturas: Desde su descubrimiento de un muy joven Oswaldo Trejo, cuya lozana y lúdica travesura alteró su apolínea paz lectora; su visión paradójica de Ramos Sucre, a quien considera “natural como un arroyuelo en paz”, justificando su discurso abigarrado en la coherencia y la cohesión que evade la sobrecarga y los excesos del estilo; su orfandad generacional, tal como lo confiesa a Neptalí Noguera Mora respecto a la generación poética del 18, fruto de su modo de vida en soledad y no de un protagonismo extremista; su empatía con el poemario “Las Naves” del también cineasta Jesús Enrique Guédez, que le llevó a afirmar que podía ser el libro que no le fue dado escribir; hasta la gratísima impresión que le dejó Isaac Pardo al referirse a Juan de Castellanos, esto es la placentera conversación múltiple que es el ensayo a expensas de los odios y los amores que despiertan en nosotros una lengua común. En “En torno a un artículo de Otto D’Sola”, expresa su solidaridad con las mujeres poetas omitidas por un discurso machista y convencional: “Si se sigue observando eso de que no se mencione un solo nombre de mujer cuando de nuestros poetas se habla, ello será algo grave para sectores femeninos en fervoroso quehacer de poesía y un fiasco para aquellos escritores que han loado, también con fervor, la obra poética de mujeres venezolanas”. En este último sector nos hallamos nosotros, al punto de conformar el Grupo Literario Enriqueta Arvelo Larriva en tanto comunidad poética abierta para todos los que así lo deseen.

Valgan, como colofón, estas palabras de Marisol Pradas: “Pero además de fusionar lo físico con lo intangible, ella se consagra a los elementos en su forma más pura para darle a esa simplicidad la fuerza necesaria para hacerlos sobrevivir, junto a ella, en esa vasta extensión de tierra que aguarda miles de posibilidades a sus ojos”. Sólo nos resta celebrar su cumpleaños al amparo de su escritura fiel a la transparencia, la sencillez y la austeridad que nos reconcilia con el paisaje configurado en la ausencia del bullicio.

Tuesday, August 23, 2011

PROGRAMACIÓN GRUPOS LI PO Y ENRIQUETA ARVELO LARRIVA (AGOSTO-SEPTIEMBRE 2011)






Estimados Amigos: He aquí nuestra programación de eventos correspondiente al período Agosto-Septiembre 2011.

Sábado 27 de agosto: Función de Títeres (El Decamerón) a cargo de Wilman Silva. Lugar: Librerías del Sur Valencia, primer nivel del C.C. Camoruco, Avenida Bolívar Norte. Hora : 10 am.

Sábado 3 de septiembre: Clausura de la exposición "Animales de Niebla" de Richard Camacho. Consistirá en un Conversatorio coordinado por el propio artista, el pintor Libardo Espinel y el ensayista José Carlos De Nóbrega. Lugar: Centro de Artes Vivas Alexis Mujica, frente a la Plaza Bolívar de Valencia. Hora: 11 am.

Sábado 10 de septiembre: Charla sobre la novela "Blanco Nocturno" (acreedora reciente del Premio Rómulo Gallegos) de Ricardo Piglia a cargo del ensayista José Carlos De Nóbrega.Lugar: Librerías del Sur Valencia, primer nivel del C.C. Camoruco, Avenida Bolívar Norte. Hora : 10 am.

Sábado 17 de septiembre: Recital poético de Mirih Berbín y Arnaldo Jiménez. Presentación de los poemarios "Mareas" de Berbín y "Caballo de Escoba" de Jiménez a cargo del escritor José Carlos De Nóbrega. Lugar: Librerías del Sur Valencia, primer nivel del C.C. Camoruco, Avenida Bolívar Norte. Hora : 10 am.

Sábado 24 de septiembre: Conversatorio sobre la obra literaria y fotográfica de Juan Rulfo a cargo de los escritores Oswaldo González y José Carlos De Nóbrega. Lugar: Librerías del Sur Valencia, primer nivel del C.C. Camoruco, Avenida Bolívar Norte. Hora : 10 am.

Friday, August 12, 2011

REEDICIÓN DE UN TEXTO EN HOMENAJE A JOSÉ MARÍA BEOTEGUI


Estimados Amigos: Lamentamos el fallecimiento de José María Beotegui en Valencia (jueves 11 de agosto de 2011), esposo de la poeta Ana Enriqueta Terán y papá de la también poeta Rosa Francisca Beotegui. El acto velatorio se lleva a cabo en la Funeraria Quo Vadis, avenida Bolívar Norte, detrás de la Torre Exterior. El cortejo fúnebre partirá mañana sábado 13 de agosto de 2011 a las 9 am. Un abrazo solidario para los familiares y amigos de Don José María. ¡Hasta pronto, querido amigo!

He aquí la reedición de un texto en su homenaje (el cual delata que ambos estamos enamorados de la misma mujer):

ENAMORADA (publicado en este espacio el 10 de mayo de 2007)

Ayer de visita en casa de Ana Enriqueta Terán y José María Beotegui, nos referimos a esta foto de nuestra hermosísima poeta con Felipe Herrera Vial. Fue tomada en el Ateneo de Valencia con motivo de la presentación del primer número de Cuadernos Cabriales en junio de 1954. José María nos dijo que ese mismo día la había conocido para quedar enamorado por siempre. Han transcurrido cincuenta y dos años y medio de unión tocada por la generosa fortuna. Si bien el genio es un creador de paradigmas, aforístico José María, los ojos de María Félix que se abren a las guitarras y las voces del trío Calavera en "Enamorada" del Indio Fernández, nos retrotraen la belleza clásica, indómita y deliciosamente persistente de Ana Enriqueta. No sé por qué la ligo emocionado a la canción I'll be your mirror de Lou Reed y Velvet Underground. Secuelas de su apasionada voz recitando en el Auditorio del Centro Eladio Alemán Sucre aquellos imprescindibles versos:

"(...) La niña buena cuenta hasta cien y se retira.
La niña mala cuenta hasta cien y se retira.
La poetisa cuenta hasta cien y se retira."

Aplastando la cabeza mezquina de la deslenguada mapanare que fracasa en herir su calcañar, nos reunimos en el hospitalario patio para enhebrar un texto transgenérico, encuentro de la poesía, el ensayo y la pintura, con el cual José María, Luis Alberto, José Carlos y Vladimir celebren a Ana Enriqueta acicalándose y persignándose en la ceremonia cotidiana y salvífica del poema.

POETERÍAS: POLICÍA LITERARIA. GONZALO FRAGUI


Poeterías
POLICÍA LITERARIA
Gonzalo Fragui
fragui2000@yahoo.com
Ilustración: Cuadro del poeta y pintor surrealista César Moro

Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, Gabriel García Márquez habría de olvidar la tarde reciente en que los críticos literarios quisieron darle a conocer el hielo de la indiferencia.
Así podría empezar la nueva Historia Universal de la Infamia.
Lo anterior viene a cuento porque en un foro en Mérida sobre Cien años de soledad, un “crítico” dijo que la novela del Gabo, luego de cuarenta años de la publicación, se había quedado en el pasado, y prueba de ello era que él (el crítico, no el pasado) había intentado releerla y no pudo llegar ni al momento en que José Arcadio regresaba a casa, después de haberse ido con los gitanos, con todo el cuerpo bordado en punta de cruz, según la expresión de Úrsula.
Luego vi por internet un comentario sobre Julio Cortázar, según el cual otro “crítico” confiesa que el gran cronopio ya no lo sorprende, al contrario, le aburre, lo adormece, porque Julio y su escritura, con el paso de tiempo, habría “envejecido”. Envejecemos tanto a Julio.
Me doy cuenta entonces que se trata de una moda de los “críticos” de esta época, el “envejecer” obras que, por alguna razón, (generalmente política) hoy no les interesa. Una especie de policía literaria que decide qué se puede leer y que no, profesores universitarios desde sus conucos, los departamentos de literatura, que imponen los temas de las tesis y deciden que el lenguaje de García Márquez está obsoleto, que Cortázar aburre, que Carpentier es baboso, que el Nobel de Neruda fue político, y hasta hacen el “chiste” de amenazar con leerles a los estudiantes un poema de don Andrés Bello si no se portan bien.
Y ahora hasta el CNP venezolano, el gremio con mayor índice de analfabetismo funcional, (lo digo yo como periodista) se ha sumado al coro de las prohibiciones.
Extraña profesión la de los críticos: diseñar cárceles donde los únicos presos son ellos mismos.
Como decía un viejo poeta amigo mío: “Los críticos, en el fondo, son buenos. En el fondo del mar”.

Mucutuy/Edo. Mérida

Wednesday, August 10, 2011

ROSAE ROSARUM: LA LITURGIA COTIDIANA Y EL DESTIERRO. José Carlos De Nóbrega


ROSAE ROSARUM: LA LITURGIA COTIDIANA Y EL DESTIERRO

José Carlos De Nóbrega


Desarraigo siempre multiplicado, de la tierra, la lengua y de Dios. Reynaldo Pérez Só.

En el nº 129 (mayo-junio de 2000) de la revista “Poesía”, el cual nos parece el cierre de un importante ciclo evolutivo suyo, Reynaldo Pérez Só publicó un ensayo que aún hoy nos atrapa: “Máscaras y desarraigo”. Sin deponer el cariz crítico y polémico de sus convicciones poéticas, Pérez Só plantea que el enmascaramiento (por vía de heterónimos, cultismos cosmopolitas o apropiación del lenguaje y la cultura local) se configura en el clima del desarraigo o exilio físico o interior, incluso la ocurrencia simultánea de ambos. Desfilan, entonces, los casos de poetas como Pessoa, Sá-Carneiro, Darío, Vallejo, Martí y Ramos Sucre en tanto soporte argumental que aviva la discusión. Observémoslo en sus propias palabras: Lo determinante es que el poeta, con la máscara, sobreviva y convierta la materia bruta de la angustia generada por el destierro en auténtica poesía. Sin embargo, no todos tienen esta suerte y la solución es mucho más drástica al no tener sentido una existencia en donde todo está en contra. Quizá este ensayo cause escozor en unos o, mejor aún, haga rechinar los dientes de otros. La problemática del desarraigo y sus antifaces también fue tocada por Reynaldo en el cuento “Viento Sur”, esto es experiencia dolorosa y vivificante que desborda al escarceo narrativo-ficcional. Por lo que este poemario,”Rosae Rosarum”, supone no sólo una recapitulación temática sino también discursiva. Ratifica la condición paradójica y escurridiza de la ciudadanía del poeta: Aquí el poeta no es más que el vocero, lenguaje del conjunto al que pertenece, pues un país no llega a serlo sin la existencia de sus poetas. Se trata, como él mismo lo dice en el arranque, de la simulación (¿impostura o sobrevivencia?) que es un parecer siendo para poder, realmente, ser. Expresar una visión del mundo en la apostasía o la complicidad.

El cuarteto que trae consigo “Rosae Rosarum” –Tremor (1997), Buscada (1999-2000), Poemas de la cuesta (2002) y el conjunto homónimo final (2003)- propone tres núcleos temáticos: Además de la problemática del desarraigo, tenemos el de la búsqueda religiosa (modo de vida válido, en el diálogo contingente y significativo del Hombre con Dios y consigo mismo) y la rosa como motivo de consideración y reflexión poéticas. En una primera lectura, esta colección poética constituye la continuidad del discurso lírico de Reynaldo Pérez Só: Despojamiento verbal que se contrapone al artificio retórico, verso breve y contenido que sin embargo es multisugerente, fragmentación del texto poético que recrea la escindida precariedad del ser y –por ende- el Decir. Si seguimos a Nabokov en la pertinencia de la relectura como praxis cotidiana, notamos con asombro propuestas o aristas que renuevan y enriquecen la Suma Poética a la fecha de este apreciadísimo poeta (a tal efecto, no es necesario el bullicio del fondo y la forma para catarlos con calidez).

Tremor se nos antoja un prólogo poético extenso que prefigura el resto del corpus del volumen: se dialoga sobre el extravío vivencial que es el exilio, destierro no es luz blanca (poema que se repetirá más adelante, página 93, alineado a la derecha y en una sola estrofa); encontramos la transfiguración lírica del trueque de la primogenitura de Esaú por un tentador plato de lentejas (si éstas se cocinan en un guiso de carne a la jardinera, tal como las preparaba mi madre, yo sería otro incauto a manos de la mamá de Jacob); o el desconcierto que nos provoca el Dios empequeñecido de los dos últimos poemas. Hay un punzante abordaje del Decir poético que no lo es: dice / que decía / pero su boca estaba tapada. No en balde el encabalgamiento y la supresión de la puntuación, el poema gana transparencia e inmediatez en la atenuación del afán fragmentario. ¿Las negritas del primer verso simulan un posible título?

Buscada, en palabras del autor, se asocia más al sentido de búsqueda que a la mera religión como generalmente se entiende. El sentimiento religioso no estriba en un monólogo onanista, exaltado y farisaico. Por el contrario, se revitaliza en el discurso solidario con el Otro, tal como lo estimuló Enmanuel Lévinas: él se hace de gente / mía mientras yo / le abra la puerta y quede sin techo / sin paredes ni ventanas él. El discurso poético-religioso asume un inquietante sesgo dialéctico (¿acaso las intermitencias de la relación entre Dios y los hombres no colindan con la experiencia traumática del desarraigo?): él me mira / con dos ojos / en uno me señala / en el otro me respira // a muerte / con dos manos / una me estrangula / la otra me levanta // mientras vivo / me pongo a un lado / y me encono /huyendo de su abrazo / espantándome la vista. La auténtica poesía es tocable: la mística adquiere pleno sentido en el teatro de operaciones que es el cuerpo.

Poemas de la cuesta es un hermosísimo libro sobre el exilio. Los poemas se alinean a la derecha y se inician con mayúscula: ¿esta crónica de viajes a la inversa, registra experiencias superlativas afines a la búsqueda religiosa? Los poemas dedicados a las islas Canarias son memorables, la interiorización de su paisaje y el tono que linda la saudade –némesis de nostalgias lloronas- nos complacen y acometen al punto: En canarias / anda la muerte en forma / de puerto / nunca de mar ni fuego ni piedra / a veces hay subidas / a veces hay bajadas / (…) / pero la muerte llega en forma de pescado / seco / momia / para que la otra muerte coma / mirando de isla en isla. Sin alarde metafórico, la escalera de Jacob vincula a Israel y Tenerife levantando un puente lírico, religioso y popular: en israel se dice que subieron muchos / sin embargo bajó jesús y remontó mohammed / donde bajando subió isaac // pero en Tenerife sólo se baja / cuando se cree ascender. La mirada es encandilada por los trazos francos y, si se quiere, hiperrealistas de un paisaje agreste y diverso: las cabras, los perros, las lagartijas y los hombres integran el mismo bestiario que se contrapone a la costa y la montaña.

“Rosae Rosarum” se vale de alusiones diversas (Rioja, Huidobro e incluso el tísico Agustín Lara), emociones contradictorias y afinidades afectivas en la proposición de un discurso experimental exento de arrogancia y futilidad. Simula con brillo el discurso taxonómico de catálogos botánicos o diccionarios filosóficos. Nos llama la atención el dinamismo de la diagramación del poema: un collage sensual de la fuente standard, las cursivas y los paréntesis. La aproximación a la rosa es múltiple en su aceptación o negación como objeto poético –vivo o cosificado-. Por ejemplo, “rosa plástica” alude a los objetos mágicos de Mario Abreu: pero la de plástico / es pura a dios / dueña de camposantos.

Indudablemente, comunidad lectora, este libro es digno de nuestra consideración mientras Pena un frágil aroma de aguacero.


En Valencia de San Desiderio, ofrecemos este Homenaje Panorámico a Reynaldo Pérez Só, sábado 16 de julio de 2011.

Thursday, August 04, 2011

NUNCA RASURARSE EN DOMINGO. CARLOS YUSTI


Nunca rasurarse en domingo
Carlos Yusti

“La carrera literaria más difícil es la de lector”.
Macedonio Fernández

Existe un consenso mayoritario entre escritores que tiende a considerar el medio literario como mezquino y sembrado de iniquidad en pequeña escala, al punto tal que parece haber más caballerosidad en el mundillo de los tahúres y apostadores. Sin mencionar el rechazo al por mayor de que es objeto todo escritor primerizo. En el medio literario hay egos para todo y muchas veces el ego se traspapela con el divismo y las pequeñas miserias humanas se desatan. Pero obviando ese infierno de guardarropía que es el ambiente literario siempre me ha intrigado ese salto que muchos lectores anónimos realizan hacia la escritura. Que los motiva a cruzar el espejo de tinta impresa para aventurarse por el mundo de la palabra escrita.
Novelas como Don Quijote y Madame Bovary son exploraciones sobre las consecuencias trágicas de la lectura. Alonso Quijano pierde la razón por los libros de caballerías y a la pobre Emma Bovary la pierde la lectura de esas noveletas de amor romántico. Ninguno de los dos escribe, pero ambos tratan de vivir su propia novela en la realidad; realidad que no se anda con delicadezas para destrozar a patadas los sueños y las ensoñaciones de cualquiera. En la segunda parte del Quijote, Alonso Quijano pasa por una imprenta y le da un vistazo al libro que contiene sus hazañas, en otra parte del libro también aduce que no escribe debido a su vida atareada de caballero andante y al poco tiempo disponible. En esencia tanto Emma como Quijano son unos peculiares lectores, especies de cisnes negros y tenebrosos o para decirlo con palabras de un gran lector como Borges: “A veces creo que los buenos lectores son cisnes más tenebrosos y singulares que los buenos autores”.

Susan Sontag ha escrito que casi siempre la lectura es la antesala propiciatoria de la escritura. “Y el impulso de escribir casi siempre se desata por la lectura”. Aunque ella descubre que este axioma no es del todo cierta. Hay una buena porción de escritores que no son lectores y ella pudo comprobarlo cuando en un encuentro coincidió con V. S. Naipaul y Sontag le comentó al escritor sobre una novela inglesa del siglo 19 que a ella le resultaba apasionante. Naipaul le dijo que no la había leído. Ella lo miró con cara de asombro y Naipaul le explicó tajante: “Susan, soy escritor, no un lector”. Algo parecido me ha sucedido con algunos poetas y escritores a quienes he visitado por casualidad y descubro una incipiente (por no decir escuálida) biblioteca.

Siempre me veo como lector y por supuesto trato de leer a quienes como yo han sorteado miles de obstáculos para publicar sus libros. Hace poco el ensayista Carlos De Nóbrega ha escrito una nota sobre mi libro “Para evocar el olvido” y esto de leer reseñas sobre lo que uno escribe siempre es gratificante e incluso bastante raro y aunque uno sabe que la amistad está presente, sabe también que hay un lector detrás, sin mencionar que nuestros estilos de escritura son opuestos. Con Pedro Téllez, otro amigo e inmejorable ensayista, sucede que a veces hemos escrito sobre los mismos libros o autores desde ópticas bastante dispares sin un propósito preestablecido. Con esto quiero significar que en nosotros, por separado, prevalece con subrayado ahínco el lector y que dimos sin duda el salto a la escritura debido a la lectura.
También sucede que con estos forcejeos de la lectura y la escritura uno termina traspapelado en minucias ficcionales, en anécdotas nada sublimes y en cuentos de camino y barra. Los editores de la revista Labrapalabra, editada en Colombia, y que gentilmente publicaron mi ensayo sobre Capote se han inventado la siguiente ficha: “Venezolano, amigo de los libros ajenos. Nunca se rasura los día domingos. A veces viaja en avión para poder controlar su miedo a la muerte. Dice que sus nietas son su nuevo pasatiempo divertido para no envejecer del todo. Sus textos están coloreados con una carga de cinismo y humor negro”. Aunque todo esto se lo inventaron es verdad y coinciden con De Nóbrega en algo: “…más allá de su tono conversado, el afán crítico –rayando la durísima sátira- no le permite al lector atento quedar indiferente…”

Susan Sontag parece acertar cuando escribe: “Un escritor es antes que nada un lector; un lector que se ha vuelto loco; un lector granuja; un lector impertinente que afirma que es capaz de hacerlo mejor”. Y esto de intentar hacerlo mejor es lo que complica todo este trabajo con las palabras. La fama y que te paguen por lo que te gusta hacer sería lo ideal, pero cuando de escribir se trata son otros los acordes que tensan las cuerdas para esa música especial de la gran literatura. Se conocen casos de escritores que han obtenido el éxito con sus libros y se sienten unos fracasados a los que le aguarda el olvido. Allí está Borges sin el Nobel y por allí andan muchos escritores que lo obtuvieron y ya nadie ni les recuerda y lo que es peor ni se leen. De lo que se trata es de escribir y si es posible de la hacerlo bien. Enrique Vilas-Mata ha escrito que “…escribir es corregir la vida—aunque sólo corrijamos una sola coma al día—, es lo único que nos protege de las heridas insensatas y golpes absurdos que nos da la horrenda vida auténtica…” Orhan Pamuk ha escrito que quizá la auténtica necesidad no sea la literatura sino el estar a solas en una habitación y fantasear.

Se escribe para corregir, para pasar en limpio los gazapos del alma, los errores de nuestra pequeñez humana que opera a la sombra y en los detalles del día a día. Seguir leyendo es desintoxicarse un poco de la escritura propia, es tratar de encontrar el camino de la imaginación para volver al lugar del inicio en la que uno era sólo un lector anónimo acostado en el sofá de la sala.

Me veré siempre como un lector, que de joven, sin otra cosa en los bolsillos que sueños y aire, robaba libros para leerlos, mea culpa. Ah y sobre los domingos no me gusta hacer nada, ni siquiera leer y mucho menos rasurarme. Lo que pasa es que la literatura se parece a la vida, pero no es la vida, cuestión que ni Emma Bovary ni Alonso Quijano entendieron a cabalidad.

LUIS ERNESTO GÓMEZ O DEL OTRO LADO DE LA MÚSICA. José Carlos De Nóbrega


Salmos Compulsivos
LUIS ERNESTO GÓMEZ O DEL OTRO LADO DE LA MÚSICA
José Carlos De Nóbrega

Partitura borrada y reescrita en el blanco
Antiguo vacío que fluye con el tiempo
Aquél del que despiertas
Increíble forma de ser público
Escuchante señal del movimiento.
Luis Ernesto Gómez.

Hay una obvia relación dialéctica entre la Poesía y la Música: Es la consideración y recreación del mundo en un maravilloso clima musical que excede –por supuesto- la disposición en verso y en el pentagrama. La “Oda a la Alegría” de Beethoven, incrustada en la Novena Sinfonía, no puede asumirse como la mera traslación del poema homónimo de Schiller. Por el contrario, supone más bien la lectura y la glosa musical de la fraternidad de los hombres en libertad: Se rompe entonces la elitesca servidumbre del creador al mecenas de turno, en la justa y necesaria proposición de un diálogo libertario con sus iguales, amigos visibles o invisibles. ¿Acaso la Weltanschauung musical de Gustav Mahler, nuestro imprescindible gigante, no anticipa el discurso poético desencantado e insurgente de la Europa agobiada por las dos grandes guerras? A tal respecto, los invitamos a escuchar el Andante-Adagio de la Sinfonía nº 10 (inconclusa) y las Canciones a la muerte de los niños (basadas en unos poemas de Friedrich Rücker). Nos complace, entonces, conversar sobre la obra musical del amigo y poeta Luis Ernesto Gómez (en otras ocasiones, nos habíamos referido a su labor de compilación poética –junto a Luis Alberto Angulo- que ha comprendido la solidaridad con los pueblos árabes y la Poesía del Decir de nuestra patria). Su primer Disco Compacto, Concierto para Orquesta / Cantos Veloces (2011), registra cuatro magníficas piezas: Cantos Veloces para clarinete solo (2008), Concierto para Orquesta (2010), Dialéctica de lo Incierto (2002) y El Amauta Mariátegui (2005). Este cuarteto nos asombra cada vez más, pues su constante (re)lectura sónica depara reveladoras aristas que enriquecen la experiencia estética que es el diálogo entre el compositor y el espectador. El conjunto implica a su vez la herencia y el cuidadoso estudio de significativos referentes de la música nacional y occidental: Beethoven, Mahler, Bela Bartók, Zoltan Kodaly, Charlie Parker, Satie, Lamas, Antonio Estévez y Juan Carlos Núñez.

Cantos Veloces para clarinete solo (2008) es una extraordinaria pieza alusiva al free jazz que se estructura en cuatro partes: Canto vivo, Aéreo, Cadenza y Canto rítmico. Es sumamente luminosa la interpretación de Carmen Borregales al clarinete: precisa, traviesa e inobjetable. Canto vivo posee una fluencia jazzística respetuosa que nos retrotrae en el afecto a Charlie Parker y Dizzy Gillespie (sí, en especial el de My Heart Belongs To Daddy): El lúdico clarinete de Carmen Borregales nos obsequia florituras sincopadas que anuncian la estrepitosa andanza de gnomos y fuegos fatuos a nuestro alrededor, en la construcción de una sátira al formalismo litúrgico-musical. Aéreo es un movimiento algo más lento al inicio que conducirá paulatinamente a una aguda estridencia: Esto es un desplazamiento sigiloso, a hurtadillas, que va de lo depresivo a lo psicótico. Esta segunda parte va de la mano con este poema de Reynaldo Pérez Só que aborda sin el escándalo una urbe terrorista: calle / de hombre solo // tajo / de miedo // no para esto vamos día a día / cruzando una acera / pisando otra. Cadenza es un canto lírico que nos remite a la sutileza y al bello efectismo esencial del Haiku japonés. Nos dice Alfonso Cisneros Cox: Poesía pura, dicen algunos autores, sin engranajes intelectuales, ni formas artificiosas que hay que aprender mediante un proceso de racionalización. El color, en este caso, es frío (en lo imaginativo musical) y corresponde a la tempestad que balbucea el alma, siguiendo al poeta Sogui en la impactante interrogante vespertina: ¿Habrá cesado / la llovizna de mayo? / Murmura el agua. Canto rítmico recrea otro viaje interior que va de la desesperación al desconsuelo, por vía de la fragmentación del yo: Borregales ataca el instrumento a dentelladas, la melodía y el ritmo son presa de los chasquidos, la polifonía monódica y la mixtura urbana y étnica. Este virtuoso ejercicio del clarinete se equipara a la Suite para flauta y piano de jazz (1973) de Claude Bolling (la cual registra el duelo contrapuntístico entre la flauta de Jean Pierre Rampal y el piano de Bolling). En la yunta Gómez/ Borregales se apuesta por la polifonía del clarinete que triza el monólogo. A partir de hoy, ambas grabaciones tendrán un espacio de honor en el corazón melómano.

Concierto para Orquesta (2010), obra acreedora del Concurso Nacional de Composición Musical de ese año auspiciado por la Orquesta Sinfónica de Venezuela, presenta cuatro movimientos: Dialéctica, Lúdico, Elegía lírica y Toccata rítmica. Dialéctica, fiel a su nombre, complementa fuerza, dramatismo y eclosión sonora con instantes de quietud y moderación. Más allá de la confluencia de contrarios que sazona el drama de la existencia humana, realza su cariz histórico que descansa en una problemática de antagonismos, es ni más ni menos lucha de clases: (Marx) No veía un proceso lógico de negaciones íntimas de la Idea en su desarrollo, sino el desarrollo de antagonismos materiales de carácter histórico –despontifica Ludovico Silva en el Anti-Manual-. Sin embargo, este primer movimiento posee la extraña poesía del cuento “El Espejo” de Machado de Assis: La alienación del personaje principal lo salva de la soledad, paradójicamente el alférez invisibiliza al hombre, Ocurrió entonces que el alma exterior que antes era el sol, el campo, los ojos de las muchachas, cambió de naturaleza y pasó a ser la cortesía y las adulaciones de la casa, todo lo que hablaba de mi cargo, nada de lo que me hablaba del hombre. Lo apolíneo y lo dionisíaco son expresados en el enjambre de las cuerdas y la brutal estampida de los metales y la percusión. Lúdico es un momento interesantísimo del Concierto: La marcha simula una parada de niños terribles y fenómenos de circo tan del gusto de Bergman, Fellini y Diane Arbus. Excúsenme esta nueva digresión, es afín a la celebración carnavalesca del Padre recreada por Bruno Schulz en un inolvidable cuarteto narrativo: Los maniquíes, Tratado de maniquíes o el segundo libro del Génesis, Tratado de maniquíes (continuación) y Tratado de maniquíes (fin). El discurso febril del padre, bordeando la esquizofrenia, configura una nueva creación del universo: Aquí comenzó a construir ante nuestros ojos la imagen de esta generatio aequivoca soñada por él, una generación de seres semi-orgánicos, una pseudo-vegetación y pseudofauna, resultado de la fermentación fantástica de la materia. El juego y la risa reescriben un Génesis atípico que se encarna en un rondó desarrollado, de donde el tutti orquestal parodia el cántico coral de una función de títeres. Elegía lírica nos sume en la agonía que nos postra en el Monte de los Olivos, recrea una llovizna roja que resbala por la frente y constituye la víspera de la muerte. No olvidemos este cuarteto de Quevedo: ¡Cómo entre mis manos te resbalas! / ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía! / ¡Que mudos pasos traes, oh, muerte fría, / pues con callado pie todo lo igualas! Si bien Martin Heidegger afirma que nadie puede apropiarse de la muerte de otro, nos siguen inquietando y seduciendo su misterio implícito, su espíritu aglutinador y su acoso cotidiano e incansable a nuestra diestra. Qué tal estos versos de Miguel Hernández: ¡Clávame la espada fina / ya, Señor, si es de esta suerte / la hora lejana y vecina!: / ¡con qué lentitud taurina / estoy viviendo mi muerte! La profundidad de las cuerdas conduce al resto de la orquesta en la musicalización fúnebre que involucra la muerte de un músico en Venecia, de decenas de presos en las colonias de los dos Rodeos o de un soldado republicano atrapado por el ojo fotográfico de Robert Capa. Toccata rítmica nos contagia la respiración entrecortada del que huye por la supervivencia: Llevamos consigo la Guerra Florida y su Piedra del Sacrificio; la lucha independentista y sus épicas reverberaciones; o, peor aún, el fratricidio inevitable de las guerras civiles. El ejercicio orquestal se nos muestra dual e incluso cinematográfico (nos cita al Bernard Hermann de Psicosis, Vértigo o North by Northwest). Bien lo ironiza con maestría Juan Calzadilla: Reír a toda prisa en la vía pública / antes de que uno pueda ser detenido / por reír en la vía pública.

Dialéctica de lo Incierto (2002), ganadora del Premio Municipal de Caracas (mención obra sinfónica breve, 2003), nos parece un extraordinario texto musical no obstante su brevedad. La incertidumbre de la existencia tiene como antípoda la rebeldía prometeica y metafísica. A tal respecto, nos acompaña Albert Camus: El rebelde metafísico no es, pues, seguramente ateo, como podría creerse, pero es forzosamente blasfemo. Sencillamente, blasfema ante todo en nombre del orden, denunciando en Dios al padre de la muerte y al supremo escándalo. Esta pequeña obra maestra, estructurada en cuatro secciones que juegan a la alternabilidad (lento-rápido-lento-rápido), contrapone la desilusión (existencial, política y estética) al estruendo revolucionario y sedicioso que trastorne y transforme al mundo. La voz compositora le imprime un tono impunemente esquizoide a esta sinfonía breve, al punto de emparentarse con Demencia Precoz de Teófilo Tortolero: No queremos ser cosas de Dios / por batas que llevemos / a los cuerpos de zorro / despertar sin la gracia orinando. La propuesta, en resumidas cuentas, plantea la dialéctica como método o visión crítica del mundo que nos rodea y reseca. Por supuesto, teniendo en cuenta nuestra fragilidad individual y colectiva. Karel Kosík nos ilumina la accidentada carretera que hemos de transitar: La dialéctica es el pensamiento crítico que quiere comprender la “cosa misma”, y se pregunta sistemáticamente cómo es posible llegar a la comprensión de la realidad. Es, pues, lo opuesto a la sistematización doctrinaria o romantización de las representaciones comunes. La tetraestructura musical, a la que es devoto Luis Ernesto, se manifiesta en el motivo sobre el que se sostiene la trama musical: esto es un puente sincopado de cuatro notas. El discurso musical se aproxima a las tres condiciones paradójicas de la existencia: riesgo, ambigüedad y cambio. Detrás del cromatismo libertario de la pieza, observamos la navaja que extirpará las tinieblas de nuestra mirada intervenida tiempo ha por el Poder.

El Amauta Mariátegui (2005) es un homenaje sentido al ensayista peruano José Carlos Mariátegui (1894-1930), no en balde la condición de obra por encargo. Está estructurada en dos movimientos: Elegía y Retorno. Elegía recrea una endecha sombría en la contemplación del cadáver del Amauta: el cromatismo lírico y contrapuntístico nos lo ennoblece y rescata de la estantería anquilosada de bibliotecas y museos poco frecuentados. La osamenta muta en palabra viva, actual y libertaria. Martín Guerra, pseudónimo de Jorge Bacacorzo Díaz, lo complementa de esta forma: Mariátegui es la expresión política más alta del mundo mestizo; y al mismo tiempo de la marginalidad, de lo subversivo contra lo colonial –de cualquier índole-, de la creatividad revolucionaria. Retorno musicaliza el texto poético homónimo del poeta peruano Jacobo Hurwitz (entonado por Isrrael Sotillo). Se trata, con fortuna, de la apropiación colectiva y revolucionaria de un José Carlos Mariátegui nuestro de cada día: Un día volverás José Carlos Mariátegui / Un día se levantarán las frentes / y más alto que las frentes / flamearán los puños / y más alto que los puños / en un viento de canciones / tu nombre desplegará sus alas. El trabajo musical no es aséptico en lo formal ni políticamente correcto.

Los instamos, no sin cierto dejo de complicidad, a disfrutar atentamente la obra musical inicial de Luis Ernesto Gómez. Estamos seguros que, en unos cuantos años más, su nombre ocupará un lugar de vanguardia en el devenir musical contemporáneo de Venezuela. Esperamos escuchar en vivo –aquí, en el Teatro Municipal de Valencia- las piezas de este Disco Compacto notable.

En Valencia de San Simeón el estilita, donde La Cosiata hizo una particular puesta en escena de Otelo, sábado 23 de julio de 2011.