Sunday, January 18, 2015

ELOGIO RETICULAR DEL LIBRO EN RÚSTICA Y SUS ALREDEDORES. José Carlos De Nóbrega

ELOGIO RETICULAR DEL LIBRO EN RÚSTICA Y SUS ALREDEDORES
José Carlos De Nóbrega

Toda ética de la soledad supone el poderío. Albert Camus.

Mendigo de lo que no conoce, / Mi ser en la carretera sin lugar / Entre estragos amanece… / Camina solo sin procurar. Fernando Pessoa.

La obra ensayística de Pedro Téllez se solaza en la consideración sensual, objetual y conceptual del libro. Por supuesto, dista de una apología fetichista de la literatura, pues el oficio de los escritores de raza se sustenta, entre otras cosas, en su vinculación dialógica con las letras que lo anteceden y la vida misma que acarrea sus objetos voluptuosos, manjares y bebidas. Por ejemplo, Añadir comento (1997), su primera entrega, representa una aproximación lúdica, desmitificada y humorística, si se quiere, a la literatura clásica que hace llevadera y digna la existencia de los hombres. Fichas y remates (1988) es un ready made lingüístico que relaciona dinámica y dialécticamente los bares, los remates de libros a la intemperie y las bibliotecas personales; de modo que las ficheras, las putas, los comerciantes portugueses, los mesoneros y los lectores de a pie se muevan en espacios aparentemente contrapuestos, preñados de la peripatética e insensata consistencia del gran Imperio de la Utopía encarnado en la ciudad de Esquilda. La Última Cena del Ensayo (2005) se nos antoja una transfiguración ensayística de los cuatro evangelios, por supuesto, configurada por un ateo en pos de una escurridiza ars poética del género que invoca y trastoca a Montaigne, Bacon, José Solanes y el padre Carías. Un naipe en el camino de El Dorado (2007), además de la revisita a clásicos como San Juan de la Cruz, de explorar personalidades disímiles e inquietantes como las de Páez y el tirano Aguirre, introduce una preocupación sociológica y lúdica por instituciones como el Hospital Psiquiátrico y la Seguridad Social. Este volumen lo cierra una crónica de intrínseco tenor lírico: “La otra mitad”, la cual entronca la autobiografía con la prosa poética despojada de pretensiones esteticistas que, sin embargo, conmueve por una ternura poco común. Hoy nos corresponde, de nuevo y por fortuna, presentar a la comunidad lectora su más reciente colección de ensayos, Elogio en cursiva del libro de bolsillo, bajo el sello amigo y alternativo de Ediciones Protagoni, c.a. de Luis García. Valga mi entusiasmo como lector y comentarista, nos parece que este título no sólo confirma la recapitulación obsesiva de los temas que siempre han ocupado a Pedro Téllez, amén del afilado instrumental de disección crítica y expresiva, sino también la evolución y consolidación de una de las voces más interesantes y comprometidas del momento literario en Venezuela.

El arranque que nos refiere Bestiario Doméstico empalma con La otra mitad, lo cual redunda en la estructuración contingente, poética y camaleónica de todos sus libros: El ensayista muta en entómologo, bibliotecario y reportero del mundo que lo embarga en sacudidas que colindan entre la revelación poética y el malabarismo intelectual que despotrica de los convencionalismos academicistas. Sí, el ensayo es la encrucijada que hermana a la filosofía y la poesía como iguales. Los trece comensales de la cena del ensayo, paradójicamente, se trasladan a la carnadura de las trece especies animales que se desplazan con suma vivacidad por el jardín que alude, a su vez, al Paraíso y el Infierno del cual nos habló Malcolm Lowry en sus desquiciantes novelas. Las ratas que no leen pero sí orinan, defecan y habitan los bloques de la biblioteca, nos remiten al poema objeto –Lucas Cranach mediante- que es el ensayo homónimo de este libro: El libro de bolsillo desorganiza la biblioteca, selvatiza las lecturas, multiplica los lectores y pasa de mano en mano, de mujeres a hombres como pretexto de nuevos encuentros, la devolución y el comentario. En su venganza se acompaña de su “pareja”: el cuaderno de notas. El culto al libro como objeto y texto cobra suma vitalidad en un discurso harto amoroso: No nos imaginamos a Francisco de Miranda recorriendo el mundo sin sus preciados libros, pues el desplazamiento físico va a la par del encabritado y febril viaje del lector; Colombeia, si bien fracasó como asentamiento político y geográfico, persiste aún en el asombro de conspicuos y solidarios lectores como Uslar, Picón Salas, Grases, Meneses, Denzil Romero y el mismísimo Téllez. No nos sorprende entonces la inmediatez y la oralidad picante de una conferencia como Biblioteca Personal del Diablo, en el marco del ciclo de charlas “Septiembre Diabólico” del Grupo Li Po: Su texto vivo, afín a un espíritu sedicioso y charlatán, centra su desnudez en el cambio frenético de la vestimenta, desde el retruécano hasta la sátira y la carnavalización de su discurso: El Diablo se excita con los místicos del Siglo de Oro español, con las traducciones del Cantar de los Cantares de Fray Luis de León, y con la tercera redacción del Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz y con la Séptima Morada de Santa Teresa. De manera que el texto ensayístico estriba en la impostura más cruel, pues no podemos acceder a la humanidad en el confortable y pío despropósito de los vendedores de indulgencias religiosas y políticas (no es casual que escritores de medio pelo le endosaron en el siglo XX los cuatro sonetos atribuidos a Miguel de Guevara, Ignacio de Loyola y la referida Santa Teresa).

No podemos pasar por debajo de la mesa de la dupla San Jerónimo / cardenal Alberto de Brademburgo, un libro carnal, callejero y desternillante: Conversaciones con Taxistas que, al igual que la despiadada esencia objetual de Fichas y Remates, complace y se conduele del morbo de todo lector que se precie de serlo y vivirlo. Persiste la mirada entomológica que excede la del psiquiatra y el sociólogo, pues no sólo aprisiona los testimonios contra el papel como coleópteros clavados con chinches, sino clasifica a los taxistas además de incorporar categorías como “taxear” y “ruletear”. Incluso nos podríamos topar con un pastiche que involucra los géneros de la crónica urbana, el cuento breve o la fábula que troca en bestiario envilecido. Se mixtura lo académico con lo popular, no obstante lo que le dice el taxista As a su colega Travis Brickle en el film “Taxi Driver” de Martin Scorsese: No soy Bertrand Russell, tan sólo soy un taxista. La simulación de las voces ambulantes y urbanas, conduce a escrutar la humanidad de estas almas esquivas y perdidas, por lo cual el discurso gana humanidad no en balde la atmósfera satírica y amarillista. El taxista pareciera pues falsificar la voz poética y revulsiva de Juan Calzadilla: A mí no me gusta mujer con perro, porque al perro le encanta lamer cuca. Otro conductor explotado se redime estrellándose contra las grandes tetas de una mujer: ¡esto es una maravilla! Quizá dentro de muy poco tiempo, Pedro se reencuentre con Paul Schrader y el mismo Scorsese de la película Bringing out the dead, cuando nos ofrezca su mirada descarnada sobre los taxistas de la muerte, esto es los paramédicos que vuelan en las aterradoras y estruendosas ambulancias.

Otro de los hallazgos notables de este conjunto ensayístico es el fabuloso Mapa Temporal del Ensayo en la Venezuela del Siglo XX. ¿Persiste entonces el tono entomológico o epidemiológico? Por fortuna, Téllez construye una cartografía crítica invaluable del género en el país nacional y contemporáneo que, junto al Paisaje del ensayo venezolano (1999) de Oscar Rodríguez Ortiz, han de tenerse en cuenta como aproximaciones que se oponen al clima insulso de las Universidades venezolanas, bonapartistas o no. Este mapa díscolo, en clave de ensayo, asemeja a los mapas multicolores y terroristas de Miguel Von Dangel que tienen como soporte la superficialidad abandonada de diarios amarillistas: Coexisten en un sancocho cruzado, diverso y disímil el conservadurismo sociológico de Laureano Vallenilla Lanz, la escritura goda y clasicista de Arturo Uslar Pietri, el egotismo vitalista de Rufino Blanco Fombona adosado a su comentarista Ángel Rama, y la heterodoxia marxista de Ludovico Silva, por supuesto, en la multiplicidad factorial de sus afectos y repulsiones en el campo político, cultural y estético. En un futuro, a corto o mediano plazo, nos tocará incluir este magnífico mural ensayístico en un Canon nacional flexible, problematizador y dialéctico.

He aquí otro salto en la discontinuidad reticular de este elogio al libro en rústica: Amistad y Sabiduría, homenaje que festeja a su padre, el Doctor Téllez Carrasco, y a sus amigos Humberto Giugni, Roman Prypchan y Rafael Carías. Se nos antoja que su discurso fue concebido en el laberinto de los sueños y las anécdotas familiares, tendido su autor al lado de la presencia inasible del Padre: el amigo es un espejo donde mirarse, y define a la amistad como una unidad de almas, que comparten virtud. Pertenece al linaje dulce, no empalagoso ni cursi, del Bestiario Doméstico y La otra mitad. Permítanos citar este último texto, uno de los que más preferimos: Mi padre vivió lo suficiente para que terminara tratándolo como a un hijo: de él heredé los bienes –que tardó años en acumular- y la profesión; los bienes los gasté en meses y todavía trabajo como psiquiatra. La relación con la figura paterna no es para nada kafkiana, ni se identifica con la filmografía de Paul Thomas Anderson (recordemos a “Magnolia” o “Petróleo Sangriento”). Por el contrario, nos remite a una visión plena de ternura y de muy buen humor, tal como lo celebran y lo poetizan los cuentos del escritor y dibujante polaco Bruno Schulz (como si ocurriese en la pista humilde y dionisíaca de un circo latinoamericano).

Recomendamos también la lectura de cuatro textos políticos que se ubican en el último tercio de esta faena apasionada de la palabra: Anatomía del Bonapartismo Universitario, El Intelectual Post Orgánico, Del Lockout y el Sabotaje a la Renacionalización y El Sistema de Estado y el Instituto Armado (El primer año del gobierno de Chávez). Priva, en este apartado, la conjunción dinámica y dialógica del conocimiento científico y social y la más ardiente y polémica de las militancias. La cercanía en el tiempo no deprecia la maquinaria crítica, pues adversa con intensidad la banalización del discurso político y mediático de la Venezuela de hoy.

Leer y revisitar este estupendo libro no es un desangrar del corazón, sino un abrazo fraternal y solidario con el lector de a pie. No nos queda duda, es uno de los mejores libros publicados en los últimos treinta años por los valencianos de San Simeón el estilita, San Desiderio o Rasputín el monje bonchón. Si no lo creen así, sugerimos cruzar y contrastar su lectura con títulos tales como Antología del Decir de Luis Alberto Angulo, La luna no es de pan de horno de Laura Antillano, Acento de Cabalgadura de Enrique Mujica, Círculo Croata de Slavko Zupcic, Matadero de Reynaldo Pérez Só y Última luna en la piel de Orlando Chirinos. Este libro objeto de Pedro Téllez muestra impúdicamente su carnadura, sus coyunturas y cartílagos.

En Valencia, sede de la Cofradía de San Desiderio y el Colectivo Místico Anarquista Rasputín Vive, sábado 11 de octubre de 2014.

"LA TAPA DEL FRASCO" O DE LA POÉTICA SALVAJE DE LAS REVISTAS LITERARIAS. José Carlos De Nóbrega


“LA TAPA DEL FRASCO” O DE LA POÉTICA SALVAJE DE LAS REVISTAS LITERARIAS///
José Carlos De Nóbrega///

La mirada del poeta es sumamente vasta: únicamente él percibe los innumerables crímenes contra la Poesía. Murilo Mendes.///

Nuestra generación se crió en los años noventa al amparo de las revistas literarias, por supuesto, en el rol doble de lectores y escritores. Recordamos con afecto y agradecimiento publicaciones periódicas como La Tuna de Oro, Poesía, Zona Tórrida, Predios, Auditorio e incluso propuestas innovadoras y artesanales como Nanacinder, Animales Kraker y Fotocopias de Bárbula. Jorge Luis Borges nos dice aún que las revistas literarias son empresas culturales dinámicas que convocan a un grupo de amigos en la visceralidad de las repulsiones y afinidades poéticas. La redacción y corrección contingente de los textos me permitió compartir -en un estrepitoso concierto barroco- con camaradas escritores tales como Pedro Téllez, Luis Alberto Angulo, Reynaldo Pérez Só, Adhely Rivero, Slavko Zupcic, Niddy Calderón, Ximena Benítez, Carlos Villaverde, Carlos Yusti y el fotógrafo Yuri Valecillo. Precisamente hoy, desprovistos de nostalgias bobaliconas, Yusti reúne en La Tapa del Frasco a muchos de sus amigos. Sólo que esta curiosa revista se convierte en un ready made que puede colocarse en la impiedad de la calle, desdiciendo la sacralidad artificial del oficio literario, tanto en los mercados periféricos como en los garitos, bares y comederos.///

Embutir los textos literarios propios y ajenos en la diversidad objetual y biodegradable de bombas lacrimógenas, botellas de plástico, billeteras viejas, bolsas de chucherías y/o cajetillas de cigarrillos, apunta al despropósito aparente que es la ausencia de una línea editorial. En lo que a mí respecta, Carlos Yusti me ha publicado en revistas standard y electrónicas, periódicos y objetos de arte pobre con o sin mi consentimiento. Esta peculiarísima idiosincrasia divulgativa nos revela, en una segunda y capciosa lectura, una denuncia a las instancias castradoras, egocéntricas, rastracueros y auto-propagandísticas que sumen al discurso mediático y literario en la más desnuda y frívola banalidad. Hasta el mismísimo Cristo estaba consciente de lo mal visto que está el Decir crítico y auto-crítico en todas partes y en todos los siglos: Palabra dura es esta que trae consigo dividir a padres e hijos. Por lo tanto, no nos mueve aquí un análisis académico ni políticamente correcto de esta descocada propuesta hemerográfica. Claro, estos objetos reciclados suponen una dificultad para el bibliotecario y el curador de arte, formados ambos en la tiranía ideológica de los aparatos del Estado y las instituciones privadas: Los ejemplares de la revista no calzan con la estantería ni con el mobiliario de bibliotecas y museos antisépticos.///

La apariencia rústica y áspera de los textos-objetos excede las piruetas rocambolescas y confortables del discurso transgenérico enclavado en la futilidad inherente del mercado editorial y museístico. El guiño cómplice a las propuestas estéticas del catalán Joan Brossa y del venezolano Claudio Perna, disímiles pero conmovedoras por demás, trasciende y pulveriza la esterilidad de la cita mal hecha que procura la legitimación artística, comercial y política. Esta línea dura de la crítica de Yusti a su alrededor histórico-cultural, no debería sorprender a nadie ni dejar de escandalizar la sensiblería y la afectación mal parida de algunos. Previa toma del vomitivo, podemos remitirlos a sus libros como Vírgenes Necias, Cuadernos del Argonauta, Para evocar el olvido y otros ensayos inoportunos, De ciertos peces voladores o Poéticas del ojo. Una mirada impertinente acerca de las artes visuales. En este caso, no se trata de edificadores peroles pedagógicos sino de artículos punzo-penetrantes que atacan las vidrieras de los centros comerciales que son frecuentemente las revistas de toda índole, las academias e incluso las penitenciarías.///

La vinculación de lo plástico y lo literario en la obra artística de Carlos Yusti, por lo tanto, no viene a cuento por un mero y onanístico afán de hacerse notar en este mundo escindido. Por el contrario, fija una inequívoca posición crítica como lector, espectador y, en especial, en tanto hacedor de infamias que descoyunten sin piedad el aparataje discursivo y real del Poder. En la presentación de esta exposición, otro amigo, poeta y pintor desquiciado [se trata de Roger Herrera] nos advierte que un Juan Bautista redivivo sigue asaeteando a políticos y criminales en el agridulce pan masticado de cada día. La propuesta estético-literaria de este último brebaje del desierto, combate el fetichismo de la mercancía artística en su propio terreno. Se trata de llevar al paroxismo hiperrealista la fragilidad de la revista literaria como objeto cultural.///

Mentar, categorizar y evaluar la fragilidad de las revistas no supone el lamento ni las endechas proféticas de Jeremías. Vadeando a contracorriente, constituye un ejercicio espiritual que se regodea en la sinestesia de la imaginería del mundo tratada a punta de blasfemias y prevaricaciones. Para la mayor Gloria jesuítica que involucra a Dios y al Diablo, las alusiones literarias, plásticas y políticas de ayer y hoy nos reconvienen la mirada extraviada de los zombis y la cerviz doblegada que son la sintomatología de la esclavitud asalariada y falsamente plural que embargan a sociedades enteras. Resulta injustificable la desaparición de las entrañables revistas de papel en el ostracismo físico o virtual. Los autores intelectuales de estos crímenes literarios, valga la cruenta paradoja, son escritores la mayoría de las veces: Representan la reencarnación obscena e impía del Inquisidor Torquemada, apuntalada en el funcionariato servil y una sociedad de cómplices impresentable. Si bien los objetos son efímeros en su depreciación física y su depredación por parte de terceros bien mezquinos, se pueden reconvertir en hitos históricos y culturales significativos a merced del ojo atento y depredador. La literatura y las artes visuales ennoblecen a la humanidad, eso sí, en la magia de su naturaleza latente que nos toca y vincula con la belleza de los objetos.///

En la Valencia de los urinarios desgajados del Hotel Excelsior, homenaje a Duchamp mediante, jueves 15 de enero de 2015.

Wednesday, January 14, 2015

LA TAPA DEL FRASCO:ACCIÓN POÉTICA Y GRAFÍA. Roger Herrera Rivas


LA TAPA DEL FRASCO: ACCIÓN POÉTICA Y GRAFÍA/
Roger Herrera Rivas*//
Texto de presentación de la exposición "La Tapa del Frasco" de Carlos Yusti, Quinta La Isabela,diagonal al Liceo Pedro Gual, Av. Bolívar Norte, Valencia, Carabobo [del sábado 29 de noviembre de 2014 al jueves 15 de enero de 2015, clausura a las 4 pm]///

Uno de los oficios predilectos de este asiduo usuario de la acción, ha sido el nombrar cual Quijote cualquier ocurrencia que devenga de la plástica o bien de endilgar poéticamente las pulcras y deterioradas paredes de nuestras ciudades. Carlos Yusti rebosado de fantasía ha incurrido en el play perfomántico al abandonar sus zapatos en un evento que convocaba a muy jóvenes artistas a dilucidar su suerte en la acción o quizás intervenir el espacio con sus gritos. Yusti entregó como ejemplo su viejo calzado. De igual forma hace décadas le vi al frente de un grupo de opinión pública y política realizar acciones desde un camión en marcha por allá en Puerto Ordaz, San Félix y Ciudad Bolívar, me refiero a sus primeros avances con algunos integrantes del grupo El Cogotúo como Francisco Arévalo ( Poeta ) y Ramón Espina (pintor) y otros connotados patafísicos del momento. Más adelante dibujó, grafitó, pintó y escribió sobre el delicado papel higiénico de su hogar, para destacarlo como un protagonista más de un evento dedicado al fluxus o tal vez al happening. Eso es claro sumado a todas las empresas editoriales y otros arrebatos literarios. Para muestra, me digno en nombrar su última sacudida: La Tapa del Frasco: ¿facsímil?, ¿obra de arte ?, ¿Fluxus, arte povera?, ¿Literatura al margen?///

En ella se resumen todas sus invenciones, dadas a la minúscula posibilidad de escribir sobre un comprobante de pago en un cajero; o sobre la cédula de identidad o quizás un carnet o un boleto de metro. Esto es la síntesis visual holística de un cerebro delicado de por vida a inventar e inventariar las formas. Un fuera de lugar, en estos terrenos desérticos donde la política y el crimen son el pan de cada día. Carlos Yusti se redime como un plástico prestado a las letras y lo contrario.///

He aquí su hacer: La Tapa del Frasco.///
Diseño: Calos Yusti. Fotografía: Yuri Valecillo. Coordinadora editorial: Carla Daniela Alcalá.///

ESCRIBEN: Morelva Oropeza, Slavko Zupcic, Gabriel Juménez Emán, Pedro Téllez, Alberto Hernández, Francisco Arévalo, Juan Guerrero, Milagro Haack, José Carlos De Nóbrega, Alcides Izaguirre, Leonardo García, Alicia Francis, Roger Herrera Rivas, Teresa Coraspe, Franklin Fernández, Natalia Lara, Argenis Salazar, Avelina Lésper, José Gregorio Maita, Elinor Herrera.///

*Roger Herrera Rivas (Caracas, 1962): Poeta. Licenciado en Teatro (instituto Universitario de Teatro). Ha publicado el estudio monográfico “Apuntes sobre el Teatro y su doble” (2001) y los poemarios Fragmentos (1987), La crin de Dios (1996), Desadaptados (2000), Elegías de Wölfing y Los balandros son dioses (2005). Obtuvo la mención del premio Tomás Alfaro Calatrava (2000), auspiciado por el diario La Antorcha y el Ateneo de el Tigre.

LOS DIARIOS DE LUDOVICO SILVA. José Carlos De Nóbrega


Salmos Compulsivos/
LOS DIARIOS DE LUDOVICO SILVA/
José Carlos De Nóbrega//

¿No hay un antagonismo irreductible entre un Estado todopoderoso y unos intelectuales que se atreven a decir la verdad? Ludovico Silva, El Anti-manual.///

El jueves 4 de diciembre, 5 pm, en la sede del Centro de Estudios Latinoamericanos “Rómulo Gallegos” ubicada en Altamira, se realizó la presentación del proyecto de publicación de los diarios de Ludovico Silva. El evento contó con la participación activa de Leonardo Bracamonte, coordinador de investigación y estrategia de la institución, María Riera, directora de publicaciones, y Carlos Ortiz, coordinador de este ambicioso proyecto. La pertinencia de la empresa editorial no sólo descansa en el reconocimiento de la obra filosófica, política y literaria de Ludovico Silva, sino también como contribución notable a la comprensión y divulgación de su pensamiento. Se tiene pautada la publicación de estos Diarios, equivalente a diez carpetas manuscritas, para el año 2015, por lo cual suponemos la oferta invaluable de este insumo a investigadores y críticos interesados en el trabajo escritural poligráfico de nuestro Ludovico.///

En su detallada y fructuosa intervención, Carlos Ortiz conversó con la audiencia sobre el maravilloso hallazgo que representan estos Diarios. En primer lugar, el desdoblamiento de su mismo autor en un concierto contingente de múltiples personalidades. Salta a los ojos lectores la confrontación personal, crítica y humorística entre el escritor Ludovico Silva y la persona que fue Silva Michelena; tal disputa acalorada nos conduce a una legión de voces que apuntalará tiempo después la obra heterodoxa y polémica de nuestro autor. No se trata, pues, de la construcción egótica de un personaje sino de la configuración de una voz que abordó la poesía, el ensayo literario y el marxismo crítico heredero y posterior a la Escuela de Frankfurt. En segundo lugar, los Diarios exceden la prosa confesional para solazarse en un inigualable juego transgenérico que comprende la poesía propia, la traducción de otras voces poéticas, la crítica literaria, la literatura epistolar y el humor negro y díscolo de sus anotaciones sociológicas. Por supuesto, no podemos obviar el desparpajo autocrítico de su construcción autobiográfica, el cual se nos antoja afín a los autorretratos pictóricos y escritos de Juan Calzadilla. Es un autoanálisis travieso y desmitificador que entrampa tanto al paciente como al alienista. Nos atrevemos a acompañar a Ortiz, cuando estos Diarios prefiguran la obsesión por temas como la alienación, la ideología como falsa conciencia encubridora y el vino como río sanguíneo, vital y venenoso que alienta el decir poético.///

Por supuesto, Carlos Ortiz disertó sobre la problemática técnica de la empresa. Elogió la transcripción de los Diarios que encabezó el poeta y músico Luis Ernesto Gómez (tengo el honor de haber sido uno de los dactilógrafos), ello en virtud de su rigor y limpieza. En el distanciamiento técnico de un atento editor, Ortiz propuso que la publicación de los Diarios habrá de facilitar la labor crítica y académica en el tratamiento de la obra de Ludovico Silva. A tal respecto, se establece la necesidad de traducir los textos propios y ajenos en lengua extranjera, además de la construcción de un índice analítico que permita el goce de los críticos y los lectores a lo largo de su complejo y accesible corpus. De esta forma, se cubre una curaduría crítica y fidedigna de estos escritos, dada su calidad reticular que cruza diversos géneros literarios, amén de su polifonía maravillosa.///

Resulta comprensible la espera jubilosa de estos Diarios por venir.

UNA CARRETILLA ACARREANDO LECTURAS. José Carlos De Nóbrega

UNA CARRETILLA ACARREANDO LECTURAS, José Carlos De Nóbrega.///

A los 43 jóvenes normalistas desaparecidos en el estado de Guerrero, México.///

A José Briceño Guerrero, pues de él aprendimos que ser es ser dicho.///

Como esos libros antiguos, los de los microbios y lectores muertos, los libros están antes de nosotros y seguirán después. Pedro Téllez.///

Mis inicios como lector se deben, paradójicamente, a los libros escolares recién comprados o, mejor aún, salidos del horno. Especialmente los manuales de Castellano y Literatura, Educación Artística e Historia de Venezuela y Universal. Embargado por el olor a tinta y papel frescos, me dejaba llevar por el hiperrealismo crudo de los cuentos grotescos de Pocaterra, el giro lúdico e inverso de “La Noche boca arriba” de Cortázar o el Doppelgänger criollo y cínico que es “El difunto yo” de Julio Garmendia. Asimismo, leía con asombro la solidaridad con los desposeídos en “Los Comedores de papa” de Van Gogh, el discurso satírico y terrorista de “Los Caprichos” de Goya, la desolación campesina que hermana a César Rengifo y Héctor Poleo, o la requisitoria antifascista que es “Guernica” de Picasso. El legendario Paso de los Andes de Bolívar, sin salvar las distancias convencionales ni los lugares comunes, la Gran Marcha de Mao y el avance del frente ruso que motivó el suicidio de Hitler y Eva Braun, impresionaron mi febril imaginación y la inteligencia épica; por supuesto, la épica histórica empalmaría con la cinematográfica, de allí nuestra predilección por “Gallipoli” de Peter Weir, “Los Siete Samuráis” de Kurosawa, “La Batalla de Argel” de Pontecorvo y “El Tambor de Hojalata” de Volker Schlöndorff. No puedo obviar un film de culto antibélico como “Senderos de Gloria” de Kubrick. Luego, amorochadas con los soporíferos libros de texto, vendrían las novelas que no me sabían a aceite de ricino sino al asopado de arroz, lentejas y carne a la jardinera de mi madre: Desde las teticas de guayaba de Carmen Rosa en “Casas Muertas” de Otero Silva; pasando por la insolación física, política y social de “Cantaclaro”, para nuestro gusto caprichoso la mejor de Gallegos; hasta ese librazo cómplice y camarada que es todavía “Piedra de Mar” de Pancho Massiani.///

Mención aparte merece el Gabo, uno de los nuestros por la vecindad geográfica, cultural, estética y especialmente afectiva: En la indecente apreciación de este narrador y ensayista compulsivo, constituye mi primera referencia literaria: Ambos estamos conscientes de que sólo servimos para escribir con la mollera, el corazón y las tripas. Si “La Hojarasca” me trajo visceralmente a Macondo con su tropical calor pegajoso, sus supersticiones y miedos veterotestamentarios (no en balde los catorce grados centígrados de la Caracas de entonces aparejados con los ardores púberes), “Cien Años de Soledad” supuso una revelación asombrosa, esto es la literatura como apertura y cierre de la Totalidad contingente y discontinua que nos abraza: bandada de múltiples voces entrecortadas que recoge y desparrama en la recreación del oprobioso mundo amado, los amores no correspondidos y las causas inauditas a defender que sólo delatan nuestra inconformidad y desadaptación. He de confesar que obtuve más plata escribiendo trabajos diferentes sobre ambas novelas para mis flojos condiscípulos distraídos, que los bolívares viejos que me deparaban las dupletas hípicas con las que recorría La Pastora en Caracas o Tarapío y Caprenco en Valencia, la de San Simeón el estilita. Como pueden constatar, de ahí viene esta terca pasión por las palabras que tan sólo busca ensayar junto a ustedes una conversación sobre los autores que nos gratifican y honran en el juego bifronte del lenguaje. No nos caigamos a embustes: Soy un cronista mercenario de estos días sin dispensación, flaco de hambres y hambriento de amores como el protagonista de “Memorias de mis putas tristes”, indudablemente una de sus novelas más simpáticas y enternecedoras. ¿Cómo no reencontrarme con García Márquez en el realismo poético de “Apuntes y congojas de una decadencia novelada en tres muertes” de nuestra Doña Ana Enriqueta Terán, o las mariposas amarillas de Mauricio Babilonia recreadas por Billo, o ese homenaje vitalísimo de Rubencho Blades y Seis del Solar que es “Agua de Luna”? Pese al terror compartido con Salvador Garmendia en cuanto a revisitar las páginas monstruosas de las grandes novelas que cautivan la memoria, me resta abrevar en el lamedero magnífico de “Cien Años de Soledad”, pues los condenados de la Tierra siempre forjan sus oportunidades de redención con maniático denuedo.///

Otra de las lecturas púberes a las que tampoco he vuelto, apunta a dos novelas maravillosas de Hermann Hesse, “El Lobo Estepario” y “Demian”, las cuales exceden con creces las etiquetas confortables de la crítica y el mercadeo editorial: No son meras narraciones de formación, sino hermosos y rebeldes instrumentos de búsqueda interior que van a contracorriente de la chatura y el oropel con la que los poderes fácticos pretenden ocultar la belleza vinculante y poética del mundo. Al mismo tiempo, nuestro entusiasmo juvenil se avivó con tres libros breves publicados por Fundarte: “Última luna en la piel” (1979) de Orlando Chirinos, “Antología de la Casa Sola” (1981) de Luis Alberto Angulo y “25 poemas” (1982) de Reynaldo Pérez Só, autores radicados en el exilio valenciano con quienes comparto hoy no sólo una gran amistad sino sus enseñanzas en el campo de la narrativa y la poesía. Treinta años después, ha persistido mi afán de lector y comentarista respecto al resto de la obra de cada quien y cada cual, al punto de tocar decisivamente mi trabajo ensayístico. Hemos conversado dentro y fuera del bonapartista campus universitario, en los afectos y las repulsiones que implica una visión crítica y descarnada del entorno académico. No es accidental que nos detengamos a revisitar la obra de escritores de transición tales como Enriqueta Arvelo Larriva, Elías David Curiel y Andrés Mariño Palacio, lo cual conduce a una configuración personal y problematizadora del Canon venezolano. En el claustro arterioesclerótico de la Universidad de Carabobo, al igual que el endemoniado atribulado por la Legión interior, accedimos a Marx, Proudhon, Bakunin, Gramsci, Trotsky, Domingo Alberto Rangel y Ludovico Silva. Sin embargo, creemos que esta Torre de Babel revolucionaria apuesta por este pasaje del Manifiesto del Partido Comunista: “En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimiento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos”. Muy a pesar del desencanto ideológico y estético de los años ochenta, sumado a la edificación ardua y contradictoria de un proyecto socialista alternativo en el país de hoy, esta cita textual nos convoca a persistir en el cambio estructural de la sociedad con un espíritu crítico y libertario que desdiga la banalidad del discurso y el despropósito político.///

La necedad presuntuosa de no escribir una sola palabra mía sin antes haber leído bibliotecas a raudales, fue conjurada afortunadamente por Pedro Téllez, quien me tendió la mano y ofreció las páginas de la revista “La Tuna de Oro” de la U.C., en las cuales se iniciaron mis comentarios con el “Manual del Distraído” de Alejandro Rossi. Diez años antes, Luis Cedeño había publicado la mitad de un primer cuento en la página literaria de “La Braga” amparada en el desaparecido diario “El Regional”. Por supuesto, el relato original y las copias del diario fueron destruidos por mí en un acceso de rabia inútil y visceral: La mala imitación del Vargas Llosa de “La Casa Verde” no justificaba suprimir ese primer y tonto intento. Escribir y publicar en revistas y diarios, supune construir una bitácora accidentada y significativa de lecturas variopintas. Reynaldo Pérez Só, otro de mis amigos y maestros tutelares, me instó a publicar reseñas y ensayos en la revista "Poesía", lo cual diversificaría mis lecturas, pues mis ojos se sumergían casi exclusivamente en la prosa, el hermano díscolo, devoto y diabólico de la Poesía. Curiosamente, un taller de traducción de poesía brasileña y portuguesa coordinado por Reynaldo, despertó la lengua de mis padres madeirenses que se hallaba enmarañada en mi memoria. Si bien mis apreciados condiscípulos desertaron, me queda como certificado atípico de aprobación tres libros de traducción que me aproximan a la poesía contemporánea de Brasil, a dos poemarios de Lêdo Ivo y una novela de Clarice Lispector. Además, mi tesis de maestría fue un ensayo sobre la obra de Lêdo, previa sugerencia de Luis Alberto Angulo. No había conocido personalmente a ese marinero del fuego sino años después, gigante bajito y travieso con los pies enfundados en zapatos de goma que hoy patean su natal Maceió: É a este lugar que retorno / quando a chuva cai em Maceió e derruba as folhas / dos cajueiros floridos. Antes de despedirse de este comentarista compulsivo, quien no es de Nueva York ni ha viajado más allá de los Puertos de Altagracia, nos obsequió un dueto poético bilingüe con Luis Alberto en el Teatro Teresa Carreño. Esto es el uno celebrando al otro. Cómo echamos de menos esa línea exploratoria de la revista “Poesía” que reivindicaba otras poéticas como la brasileña, la portuguesa, la gallega, la catalana, la china, la japonesa, la africana o la caribeña y nos proveía de otra vuelta de tuerca respecto a la gran poesía latinoamericana de habla castellana.///

No es casual entonces la similitud fonética de las palabras “lectura” y “aventura”: Leer implica la configuración mágica de una épica personal que se confronta de golpe y porrazo con un entorno inhóspito. Se asemeja a esa “Comuna en Alta Mar” que fue el asalto al trasatlántico portugués “Santa María” el 22 de enero de 1961: El disparate de Galvão, Soutomaior y Velo refundó su navío de locos como el “Santa Liberdade”, siendo el nombre quijotesco de la operación “Dulcinea”, al punto de poner de cabeza no sólo a las dictaduras de Franco y Salazar, sino también a la mismísima VI Flota norteamericana. La lectura no es posible en la antiséptica soledad del estudio, por el contrario, se completa con intensa vivacidad cuando la compartimos con el Otro en las aulas, las calles, los textos garrapateados en la fiebre y los bebederos que pican las lenguas y las gargantas. Esta épica que se opone a los convencionalismos y las comodidades pésimamente negociadas, se asimila tanto a la búsqueda mística y poética de San Juan de la Cruz, como a la crónica lírica y transparente que Miguel Hernández trina respecto a su tiempo convulsivo. Don Quijote nos recrea una maravillosa y libertaria Edad de Oro ante los cabreros y después es apaleado sin misericordia por la villanía del Poder feudal. La lucidez, ese atributo demoníaco que aún nos espanta, puso en cana a Oscar Wilde y volatilizó a Ambrose Bierce en el México de Villa y Zapata. Leer es un acto placentero pero también controversial y revolucionario, con los sinsabores y la amargura que inevitablemente traen consigo. Persiste en la memoria la inquietud aterrada del poeta Roque Dalton ante el libro de León Trotsky que le acechaba desde la mesita de noche: El brazo de Stalin y sus agentes es muchísimo más largo que el de Poseidón, de allí la jodisea de estos héroes nuestros que la mayoría de las veces termina ante el pelotón de fusilamiento o en la más atroz de las emboscadas. Sin embargo, la lectura nos conduce a unas islas extrañas pero paradisíacas. La felicidad no es una falsa recompensa sin fin que esconde los mecanismos reales del Poder. Se nos presenta a chispazos contingentes, inesperados y deslumbrantes. El embotellamiento fantástico de la Autopista del Sur troca en comuna automotriz que triza por momentos al fetichismo, el consumismo y la misma Catedral del Siglo XX que es el automóvil como bien lo diagnosticó Roland Barthes.///

Las lecturas de mi infancia remitían al Santo, el enmascarado de plata, con su atmósfera naif en el imperio del color sepia. Hoy no puedo desvincular la obra de Juan Rulfo del magnífico trabajo plástico de José Guadalupe Posada, pues me suenan a la recreación de una revolución traicionada por los politicastros y los burócratas. Siempre nos encantaron las viñetas antiguas que abundaban en la revista “Poesía”, al igual que los dibujos de Doré que se fundían como si nada en el Quijote de Cervantes o el Barón de Münchhausen de Raspe. Asimismo los autorretratos de Juan Calzadilla que lo desdibujan ad infinitum. Leer y comentar “El Elefante muere” de Guillermo Cerceau, esa estupenda revisita del mundo circense, constituiría un falaz ejercicio si no retrotraemos la fotografía de Diane Arbus o la película “Freaks” de Tod Browning. La integración de las artes enriquece y estructura la apreciación respetuosa del texto literario. En el cuento “Aguas Permanentes”, Laura Antillano mixtura la crónica boxística, la imaginería alienante de la T.V. y el amarillismo periodístico para poner en escena una tragedia por partida doble: la del malogrado Kim Duk Koo y la del desesperanzado campeón sobreviviente Ray Mancini, confundiéndose los roles de la víctima y del victimario. El “Torito” de Cortázar, los guerreros homéricos, mi “Dragón Lusitano”, los taxistas de Téllez o los médicos y pacientes de “Px” se hermanan en el ardor y las intermitencias de una lucha insomne y peripatética: “en el fragor de la lucha / apenas el triunfo le conmueve / se vence a sí mismo / esa es su guerra”, valga la cita al poeta Kid Pambelé que comparte esta mesa conmigo. Adversar el discurso y la realización materialista del Poder, por vía de la lectura de los bien amados volúmenes y el teatro de operaciones que es la vida, implica en unos casos ser el campeón defensor o ser el sparring vapuleado. No podemos pretender salir ilesos de este difícil pero delicioso atolladero. El pisapapeles que inventó Julio Garmendia para parodiar la adaptación artificial y alienante a la realidad circundante, nos servirá de senda ñasca para quebrantar día tras día la vidriera que nos impide salir a jugar bajo el aguacero.///

En la Valencia de la Cofradía de San Desiderio, para la mayor gloria del Dios de los anarcoteístas, miércoles 5 de noviembre de 2014.

DOMINGO ALBERTO RANGEL, UN AGUAFIESTAS EN EL CELARG. José Carlos De Nóbrega


Salmos Compulsivos/
DOMINGO ALBERTO RANGEL, UN AGUAFIESTAS EN EL CELARG/
José Carlos De Nóbrega///

No precisamente decir la verdad o la mentira –eso todavía es un prejuicio- sino decir la Vida, que no es falsa ni verdadera, sino simplemente Vida, con sus contradicciones y su dolor. José Revueltas.///

A José Francisco Jiménez Castillo, amigo fiel y comentarista entusiasta de Domingo Alberto.///

El Simposio “La Razón Extremista. Homenaje a Domingo Alberto Rangel”, realizado el 3 y el 4 de diciembre de 2014 en el Centro de Estudios Latinoamericanos Rómulo Gallegos, nos permitió una aproximación pertinente y sentida a la vida y obra de este notable intelectual venezolano. Por supuesto, Domingo Alberto es nuestro aguafiestas por excelencia, en virtud de su irrenunciable y contundente disposición crítica en relación al mundo y a su país. Si bien es menester hoy defender y profundizar los logros del proceso bolivariano, no está de más ejercer la autocrítica con responsabilidad para corregir sus fallas, pues de lo contrario las gríngolas entusiastas, burocratizantes y unidimensionales entenebrecerían la mirada hasta el encandilamiento. Por lo tanto, valga un reconocimiento por partida doble (dados la claridad intelectual y sobre todo el coraje vital) al equipo del CELARG en la organización y realización de tan significativo evento.///

Las tres mesas o, mejor aún, el trípode temático y metodológico (I.-Historizar a Domingo Alberto Rangel; II.-Narrar el tránsito. Proposiciones escriturales y ejercicios críticos de DAR; III.-El carácter del capitalismo venezolano y los caminos de la revolución, según DAR) convocó a once intelectuales venezolanos en la comprensión de su trascendental y estimada obra: Steve Ellner, Carlos Urrieta, Leonardo Bracamonte, José Carlos De Nóbrega, Lionel Muñoz, Carlos Marín, Nelson Guzmán, Judith Valencia, Anaís López, Enrique Nóbrega y Duilio Medero. El simposio se inició con la proyección de un video de R. Rico que registró con naturalidad el testimonio de Domingo Alberto sobre su actuación política e intelectual, su relación con el Partido Comunista, la resistencia y la insurrección, amén de la configuración de su personalidad ingobernable y libertaria. En este caso, el temblor de sus manos ajadas por el tiempo no le restó en lo absoluto a la lucidez encabritada de su pensamiento que aún nos toca. ///

Desdiciendo a las aves de mal agüero, exhibicionistas y decadentes como un pavo real intoxicado, los panelistas -animados de un espíritu comunitario enclavado en la diversidad del pensamiento- desarrollaron una red conversada y dialógica que abrazó con respeto y alta consideración a este gran y díscolo venezolano. Rescatamos en las intermitencias de nuestra memoria, acuciosas y vivaces intervenciones que apuntalan por igual el buen decir crítico y la esperanza por un mundo realizado en revolución permanente: Desde los asertivos apuntes politológicos de Steve Ellner, la biografía personal de nuestro huracán Rangel por Carlos Urrieta y la precisión historiográfica de Leonardo Bracamonte; vadeando este río desbordado proveniente de Tovar a través de los remos de José Carlos De Nóbrega, Lionel Muñoz, Carlos Marín y Nelson Guzmán, quienes destacaron las dotes proféticas, poéticas y narrativas de DAR en su apropiación personalísima y apasionada de Venezuela y América Latina; hasta las inquisiciones históricas y sociológicas de Enrique Nóbrega y Duilio Medero que recalaron en la aristocracia del dinero y la percepción del tema militar respectivamente. Por supuesto, nos merece destacar las ponencias de dos mujeres encantadoras y talentosísimas: Judith Valencia, quien nos incitó a una lectura crítica y experimental de los tres tomos de “Capital y Desarrollo” en el discernimiento de la plantilla conceptual-militante y la narrativa sin par de Domingo Rangel Burgoin que caracterizan su discurso crítico; y la jovencísima Anaís López que realizó una estupenda exposición sobre la óptica de nuestro autor dirigida al conflicto colombiano. Nos acompañó Domingo Alberto Rangel Mantilla, su hijo, con palabras calurosas y agradecidas que contribuyeron a ennoblecer estas dos jornadas fructuosas.///

Permítanme este colofón: Domingo enciende nuestro corazón en la brillantez y sinceridad de su discurso revolucionario más allá de la depreciación de las temporalidades. Es nuestro imperativo presentarlo y comentarlo a los más jóvenes.