Tuesday, March 13, 2007

BRASIL 0 – VENEZUELA 0, UN PUENTE POÉTICO EN CONSTRUCCIÓN


BRASIL 0 – VENEZUELA 0, UN PUENTE POÉTICO EN CONSTRUCCIÓN.

A Aly Pérez, in memoriam.
A Fernando Rodríguez, estragada mi rabia a tragos.

Muy a pesar de mi ascendencia portuguesa –madeirense por demás, lo cual me salva del denuesto alfacinha que se le endilga a los lisboetas-, en el seno familiar casi no tuve contacto con la literatura de Portugal, mucho menos con la de Brasil. Apenas había llegado a mis manos una antología poética de Luis de Camoes, en su lengua original, conmemorativa del día nacional de Portugal. En mi adolescencia importaba más el desempeño –fallido hasta Estados Unidos 94- de la selección de fútbol brasileña en pos del tetracampeonato: para 1982, contaba con el mejor medio campo del mundo, Sócrates, Toninho Cerezo y Falcao apoyando al ponzoñoso Zico; sólo que Italia y Paolo Rossi arruinarían con tres goles la ensoñación de la hinchada verdiamarilla, a la que por entonces me había adscrito. En esa misma década, nos embriagábamos con la música heredera del Bossa Nova, de Antonio Carlos Jobim y del MPB: Chico Buarque, María Betania, Gal Costa, Milton Nascimento y Djavan. Qué decir de las depuradas telenovelas brasileñas que pueden comprender el intervalo que va de Vale Todo a la muy sensual Xica Da Silva (no podemos obviar la versión fílmica que la antecede, de Carlos Diegues).
Sin embargo, gracias al contacto con el Departamento de Literatura de la Universidad de Carabobo y su revista Poesía, teniendo a la vanguardia al poeta Reynaldo Pérez Só, pudimos acceder a la producción poética de habla portuguesa, sobre todo la brasileña. Entre los años 1992 y 1993, un grupo de estudiantes universitarios, entre los que nos contábamos Pedro Téllez, Slavko Zupcic, Argenis Salazar y este cronista, formamos parte del Taller de Traducción de Poesía en portugués, cuyo ductor fue el mismo Pérez Só. Por fortuna, se publicaron traducciones mías en la revista La Tuna de Oro, otra de las publicaciones emblemáticas del Departamento: siete textos poéticos de Ledo Ivo, procedentes de su poemario Crepúsculo Civil (1990), en el número 19 de Febrero-Marzo de 1994; Poemas da Negra (1929) de Mário de Andrade, en el número 21 de Enero-Febrero de 1995; y tres poemas de Carlos Néjar en el número 23 de Enero-Febrero de 1996. En este caso, el enemigo a vencer era la traducción literal: se trataba más bien de la conjunción o abordaje simultáneo de la idea patente en imágenes, el tono, el estado anímico y la musicalidad del texto poético. De lo contrario, se fracasaría en un pobrísimo ejercicio de traslación operativa a la manera de los manuales de instrucciones –o peor aún, de los textos marxistas traducidos por la Editorial Progreso de Moscú-. Ya lo advierte Pérez Só sin amagues de ningún tipo: “3) Traducir, traducir. Lo hacemos con un autor extranjero, por supuesto. Pero no es una versión, es mi versión, es mi poema. (...) No dejando que la traducción sea lineal”. Otro tanto nos lo justifica Rodolfo Alonso: “Traducir poesía, cosa que por aquellos tiempos hacía asiduamente, al mismo tiempo con ansiosa inquietud y con placentero abandono, fue no sólo la mejor educación (¿iniciación?) literaria posible sino realmente algo esencial para mi vida toda. No sería quien soy sin haberlo intentado”.Veamos un ejemplo, con el cual me hallo compenetrado, O Trapiche de Ledo Ivo:
El Trapiche.
Quieres que guarde para ti el rocío.

¿Mas cómo puedo guardar lo que se disuelve
al sol, como el viento, el amor y la muerte?
¿Cómo guardar los sueños que soñamos
al paso que caminamos despiertos
en lo oscuro y sin nadie a nuestro lado?
¿Y los susurros de labios encantados
en el otro lado del muro? ¿Y la hierba que se esparce
en la pista del aeropuerto? ¿Y la mancha que aparece
en la cáscara del mango maduro?
¿Cómo guardar la brisa sibilante
en el combés del navío? ¿Y el vuelo del pájaro?
¿Y la barca abandonada que atraviesa el río
y para bajo la cubierta?
¿Cómo y por qué guardar un arreo herrumbroso
y la ceniza de la hoguera
y la lluvia que llovía y el viento que venteaba?
La nada guardaremos, nosotros que somos
el depósito de todo, el baúl y el trapiche.
El rocío, que es eterno, se evapora
llegada su hora. Y nuestros sueños
nos guardan fielmente en sus sepulcros.

El poema se refiere a un trapiche, palabra válida en Brasil y Venezuela, esto es el lugar donde se almacena la caña de azúcar y se elabora el aguardiente de caña, su veneno en la acepción baudelaireana. Si se apelara al título El Almacén, destruiría el ámbito y el espíritu rural del texto, extensivos en la consideración metafísica y existencial allí inmanentes. La búsqueda de la unicidad del ser en la dispersión. Si se quiere, manifiesta el ars poética de Ledo Ivo: “Mi ambición, en la mañana de los primeros versos tuertos y de la prosa balbuceante, era crear un recipiente formal que me contuviese por entero, en una melodía durable” (Confesiones de un Poeta , 2004, Academia Brasileña de las Letras-Topbooks, p. 13). El trapiche es la metáfora maravillosa y lograda de la cual se vale Ivo en la configuración del corpus del poema. Sencilla e impune, inmediata a nuestra paradójica condición, la de ser víctimas propiciatorias de los equívocos fundados en la poco probable conciliación habida entre el deseo y la realidad que nos ampara importunamente, como si fuésemos intrusos; despojada de la retórica hueca y abusiva en la aprehensión del paisaje y los objetos en los que nos reconocemos día tras día.
Hoy, traduciendo una interesantísima conversación de poetas brasileños -que nos envió a la redacción de Poesía el también amigo y poeta Floriano Martins-, constatamos la brecha que nos separa de la poesía del gigante amazónico. De lado y lado. Muy a pesar de nuestra vecindad geográfica, es menester aproximarnos en las virtudes y las falencias. Uno de los obstáculos lo representa la condición idiomática de cada cual, pese a que ambas lenguas son romances. Hay muy escaso interés en aprender el idioma del otro, aunque las excepciones al respecto constituyan una valiosa contribución en la construcción de un puente cada vez más necesario, en el combate a un proceso de globalización de una gula sin par, por cierto, una barrera bien notable. La poeta Astrid Cabral no deja pasar la limitante cultural: “Pienso que lo que ha ocasionado “un cierto vacío” en las relaciones entre Brasil e Hispanoamérica, ha sido la influencia masiva y hegemónica de Norteamérica, adueñándose de todo y cualquier espacio, asimismo los recónditos lugares personales. Estados Unidos extendió el monopolio económico a las demás áreas. Comemos, vestimos, leemos y vivimos norteamericanamente -the american way of life, N.T.- (¡todavía bajo protestas! ¿Quién está virgen de unos pantalones Lee, o nunca mató el hambre en McDonalds?)”. Al parecer, el ALCA no repara en este tipo de detalles; no conviene la integración cultural de la América Latina, pues el todo estriba en el desigual intercambio de mercancías que atenuará el abultadísimo déficit fiscal de los Estados Unidos. Valga como colofón de este párrafo, la pertinencia de la integración latinoamericana per se, sin la mediación de gendarmes y mercaderes “protestantes”: “Un pueblo no alcanza el estado de civilización sumándose al proyecto de otro pueblo, sino tomando conciencia de su ser en el mundo, de su identidad y su especificidad cultural” (América como Civilización Emergente, de Adolfo Colombres, 2004, Editorial Sudamericana).
Por supuesto, tenemos el condicionante editorial de ambos lados de la frontera. No sólo en lo que toca a la edición recíproca como tal, sino en su divulgación continental. La referida conversación sostenida por los poetas brasileros Alberto da Costa e Silva, Carlos Néjar, Astrid Cabral, Claudio Willer, Alvaro Alves de Faría, Alexei Bueno y Flavio Khothe, arrojó un desconocimiento casi generalizado de la poesía venezolana actual. Fuera de nombres como los de Andrés Bello y Vicente Gerbasi, apenas se asoman poetas como Juan Calzadilla, Francisco Pérez Perdomo, Edmundo Aray y María Antonieta Flores. Sin embargo, el poeta Floriano Martins se ha dedicado a la divulgación de la poesía venezolana por medio de su revista virtual Algulha. Recientemente, el poeta Armindo Trevisan prologó una antología poética de Pérez Só, publicada por Monte Ávila Latinoamericana. Uno de los pocos poetas venezolanos traducidos en portugués y editados en Brasil es Vicente Gerbasi con su libro Olivos de Eternidad. Es de admitir que nuestras editoriales han fallado en la divulgación continental de la literatura venezolana, en especial el caso de los poetas. En Brasil hay un conocimiento más cabal del quehacer poético argentino, chileno y peruano.
En Venezuela, da la impresión que se conoce algo más de la poesía brasileña del siglo XX. Ya se había dicho que la revista Poesía ha divulgado poéticas no tradicionales, como las de Brasil y Portugal, incluso el trabajo de poetas angoleños que escriben en portugués. En sus páginas tenemos textos poéticos y entrevistas realizadas a poetas tales como Ledo Ivo, Carlos Néjar, Murilo Mendes, Carlos Drummond de Andrade, Joao Cabral de Melo Neto, Floriano Martins, entre otros. Otro tanto ocurre con La Tuna de Oro, cuyo mercado divulgativo descansa en los estudiantes y docentes de la Universidad de Carabobo. Por otra parte, la colección Biblioteca Ayacucho ha editado títulos de poetas, narradores y ensayistas brasileños: Gilberto Freyre, Joaquim María Machado de Assis, Lima Barreto, Euclides da Cunha, Sergio Buarque de Holanda, Jorge Amado, y los poetas Oswald de Andrade y Mário de Andrade. Fundarte publicó dos antologías de poetas brasileños: Ferreira Gullar (La Lucha Corporal y Otros Incendios, 1977, traducción de Santiago Kovadloff) y Joao Cabral de Melo Neto ( Antología Poética, 1979, traducción de Margara Russotto) . Ejemplos que nos permite la fragilidad de nuestra memoria. Sin embargo, el inventario comprende desde el “fecundísimo modernismo brasileño” (Rodolfo Alonso dixit) de voces tales como la de Mario de Andrade, atravesando la poesía concreta de Ferreira Gullar, hasta el cierre del ciclo que representa la obra de poetas significativos como Joao Cabral de Melo Neto, Ledo Ivo y Carlos Néjar.
Por supuesto, ambas naciones parten de experiencias históricas peculiares. Pedro I proclama en 1822 la Independencia de Brasil, luego del traslado de la corona portuguesa al territorio amazónico, producto a su vez de la invasión napoleónica a la Península Ibérica. Ya no se trataba de un Virreinato, la mudanza y el acarreo trajo consigo la corte portuguesa a América con su cargamento de cultura, intelectuales y poesía. En el caso de Venezuela, la cautividad de Fernando VII a manos del ambicioso corso supuso un perfecto pretexto para la declaración de independencia del 19 de abril de 1810, la cual desembocaría en las mismísimas puertas del antiguo Imperio Inca. Quien iba a esperarlo de una modesta Capitanía General del Imperio Español. Sin embargo, las peculiaridades de cada cual incitan vivamente el acercamiento, más allá de la ausencia de la materia cultural en las cartas de intención y acuerdos recién firmados entre los presidentes Lula y Hugo Chávez Frías.

Cerremos este inventario binacional con estos versos de Carlos Néjar:

Cerrado para el balance
de todas las cobardías
y los actos heroicos –tan pocos-
dispongo las aptitudes
y las líneas de fuego
sin armisticio.
Me dispongo en esto
porque el equilibrio
es una camisa de fuerza
en mi cuerpo
y no tengo dónde poner
las ropas de la ambición
a no ser en la maleta vieja
del ático de la infancia.


Valencia, febrero de 2005.


Nota: Las traducciones de los textos en portugués, tanto los de prosa como los poemas, fueron realizadas por el autor del presente trabajo.

JOSÉ FRANCISCO JIMÉNEZ, HIJO DEL SOL Y DE LA NOCHE (IN MEMORIAM). ESCRIBE NUESTRO AMIGO CHRISTIAN FARÍAS


José Francisco Jiménez, hijo del sol y de la noche
(In memoriam)

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Lic.Christian Farías

Oye, José Francisco, es medio día, sábado 17 de febrero de 2007. Te toca besar la tierra, hermano, y volverte polvo así como cuando Dios creó a nuestro primer hermano. ¿Te acuerdas? Hay un sol hermoso en este campo. Estamos alrededor tuyo como en una de esas reuniones que tanto hicimos para cantarle al futuro. Tú proponías declararnos en huelga permanente por la dignidad humana, por el respeto a los derechos ciudadanos. ¿Te acuerdas, José Francisco? Asesinaron a Ismael Bolívar. Te indignaste. Por tu sangre corrió la sangre de Cristo, la sangre de Ernesto Guevara, la sangre del indio que fuiste, que eres, que somos. Hablaste con el sol una mañana desierta en el patio de tu casa. Dialogaste con la luna con tus manos sobre un libro de tu biblioteca. El arco iris de esa tarde dejó caer un color en tu rostro. Te iluminó tanto que te hiciste soldado irreductible de la vida, valiente, corazón abierto y resuelto, militante de la esperanza, del amor, de la fraternidad; hijo del sol y de la noche, cómplice de los grandes majaderos del mundo con el alma atravesada de misericordia, de pasión.

Hay un canto guerrero Timoto-Cuica que parece una canción tuya, José Francisco. Muchas consignas que son gritos de tu sangre. Muchas ideas preñadas de nobleza vienen de tus cavilaciones. Una hermandad clara, diáfana, brota de tu cuerpo y de tus labios. Naciste en el furor del trópico. Lloraste junto al dolor de tu madre. Recibiste la bendición de tu padre. Se iluminó tu Ser ante la palabra de Dios y lo cultivaste con tus lecturas de Marx, de Lenin, del Ché, de Luther King. Ennobleciste con la fuerza inquebrantable de tus acciones, tu solidaridad incondicional con los guerrilleros del P.R.V. – F.A.L.N., tu compromiso al lado de la justicia y la igualdad. La mejor palabra es la conducta, José Francisco. Tú te hiciste palabra, tu palabra fuiste tú. Íntegro, hermoso, como un héroe sin pretensiones. No hay dudas ni confusión. No claudicaste ni te volviste blando. El tiempo aceró tu dignidad, endulzó tu alma. Por eso siempre fuiste y serás de los nuestros; nuestro amigo, nuestro camarada querido del alma.

Aquí está tu gente, José Fran, en este campo de sol radiante como tus ojos. Hay flores bellas para ti, llenas de vida, de sueños, de olores, de amor, de alegría. He tomado una rosa roja con mi mano temblorosa para regalártela. Siento cómo el viento me abraza, me susurra en mi camisa, mueve mis lentes, mis cabellos. Me enmudece. No hay más palabras en este instante eterno de tu partida. Es la voz del viento la que me habla y creo que es tu voz ronca, seca, directa, parca, asombrosa. No hay más palabras en este instante eterno de tu partida, José Francisco. Ahora es el recuerdo el dorso de la vida para seguir viviendo contigo en nuestras reuniones, en nuestros combates contra la ignominia y la opresión. Eres hijo del sol y de la noche, enemigo del imperio, del capital. Eres amigo inconfundible de los justos, militante irreductible del pueblo.

Oye, José Francisco, es medio día, hermano. Ahora recuerdo tu oración, tu invocación a Dios, en aquel calabocito oscuro de la Disip. Salimos como a las diez de la noche con el paquete de afiches en la maleta de tu carro. ¡Castigo para los asesinos de Ismael Bolívar! Habíamos pegado muchos en distintas paredes de la ciudad. Una hermosa luna nos guiaba. Pero, en la esquina de la Rondón con Constitución, a la media noche, nos sorprendió la policía y amanecimos con los cuerpos adoloridos en ese espacio reducido que llaman tigrito ¿te acuerdas? Llamaste al Padre Celestial. Tu oración resguardó la fortaleza de nuestra moral de prisioneros. ¡Pequeña y significativa prueba de dignidad sembrada en nuestras conciencias! Esa imagen tuya se hizo imperecedera en mi memoria y ahora regresa con fuerza a mi corazón.

Seguimos marchando de jornada en jornada: en los encuentros culturales de “Juguemos a ser libres”; en las luchas universitarias, populares; en la defensa de los derechos humanos, que fue siempre tu mejor pasión; en las rebeliones del 27 de febrero del 89, en el Frente Patriótico, en el 4 de febrero y 27 de noviembre del 92. En todas las luchas tu mirada fijaba el compromiso de tu manos, de tu cuerpo, de tu ser, de tu espíritu, de tu alma. Porque eso fuiste, José Fran, una criatura para la acción y la reflexión, un hombre con alma de guerrero como Ghandi, como Simón Rodríguez, como Luther King. Un hombre con sentido de la historia, de la trascendencia, pero desde la sencillez de tu familia, de tu corazón de padre y de docente, desde tu disposición al diálogo sin traicionar los principios, desde la bravura de tu piel mestiza, de tu ropa de kaki, de tu franela blanca de guardacamisa, de tu barba modesta, perenne, y de tu mirada escrutadora y triste. ¡Salud, querido amigo, porque en ti sigue radiante y firme la herencia eterna de los libertadores, la gloria imperecedera de los dignos! ¡Salud!

Valencia, febrero, 17 - 2007

Saturday, March 10, 2007

ENAMORADA



Ayer de visita en casa de Ana Enriqueta Terán y José María Beotegui, nos referimos a esta foto de nuestra hermosísima poeta con Felipe Herrera Vial. Fue tomada en el Ateneo de Valencia con motivo de la presentación del primer número de Cuadernos Cabriales en junio de 1954. José María nos dijo que ese mismo día la había conocido para quedar enamorado por siempre. Han transcurrido cincuenta y dos años y medio de unión tocada por la generosa fortuna. Si bien el genio es un creador de paradigmas, aforístico José María, los ojos de María Félix que se abren a las guitarras y las voces del trío Calavera en "Enamorada" del Indio Fernández, nos retrotraen la belleza clásica, indómita y deliciosamente persistente de Ana Enriqueta. No sé por qué la ligo emocionado a la canción I'll be your mirror de Lou Reed y Velvet Underground. Secuelas de su apasionada voz recitando en el Auditorio del Centro Eladio Alemán Sucre aquellos imprescindibles versos:
"(...) La niña buena cuenta hasta cien y se retira.
La niña mala cuenta hasta cien y se retira.
La poetisa cuenta hasta cien y se retira."
Aplastando la cabeza mezquina de la deslenguada mapanare que fracasa en herir su calcañar, nos reunimos en el hospitalario patio para enhebrar un texto transgenérico, encuentro de la poesía, el ensayo y la pintura, con el cual José María, Luis Alberto, José Carlos y Vladimir celebren a Ana Enriqueta acicalándose y persignándose en la ceremonia cotidiana y salvífica del poema.

LA INTELECTUALIDAD NUESTRA SE VOLVIÓ MEDIO AUTISTA. MARISOL ENTREVISTA A GUILLERMO CERCEAU AL ABRIGO DEL ENCERADO DEL CIRCO


Guillermo Cerceau
La intelectualidad nuestra se volvió medio autista. Marisol Pradas.


"El saber reposa sobre el poder unificador y la solidez de la memoria. El saber es una provisión de las experiencias que se acumulan sin cesar y despiertan la pregunta por el sentido de las cosas. En cierto modo, sabemos ya mediante las experiencia, y sin embargo queríamos saber qué es lo que las dota de sentido" explica Hans-Georg Gadamer en el practico libro "El inicio de la filosofía occidental" (Paidós, Barcelona, 1999, p 117) en el que de la manera más sencilla se adentra en los territorios griegos, cepa originaria que aún sobresalta los problemas actuales de nuestra cultura.
Surgió la entrevista a Guillermo Cerceau a propósito de la edición de su libro de relatos cortos titulado "El Elefante Muere", presentado en la librería Kuaimare el sábado pasado, nacido después de unas reflexiones tras volver a ver la obra magistral de David Linch, "El Hombre Elefante".
Diez personajes de un circo son esbozados con sentimiento e ironía. Antes de este trabajo realizó ensayos de densa carga intelectual por lo que esta apertura no intencional sino espontánea a la emoción le abrió la posibilidad de ver entre sus lectores sentimientos a flor de piel.
Hubo en la vida de este hombre nacido en Argentina, venezolano y valenciano de corazón, desde su llegada a este suelo a los 4 años, un antes y un después, tras irse a Europa y regresar hace un par de años. Anteriormente trabajó dentro en el mundo corporativo alcanzando altas posiciones en transnacionales, mientras a la par desarrollaba como una segunda vida, de compromiso cultural, escritos, y conferencias. Allí es donde coloca ahora su énfasis pues no en vano ya son 20 años de lecturas, análisis y escritura. Cerceau es socialista, apoya al Presidente Hugo Chávez, sobre todo en su política antiimperialista que ha sido, a su juicio, inequívoca, aunque se aleja de algunos círculos plagados de inconsistencias, donde no se trabaja por el país. Asesora a comunidades organizadas y sindicatos.

Su primer libro publicado de ensayos fue "Equivalencias", luego "Fragmentos Sublunares" y poemarios que después fueron recopilados en formato multimedia. Pertenece al Grupo Cultural Li Po, nombre del poeta chino, romántico, refinado y popular, amante de lo sensual y espiritual a la vez. Para este primer trimestre del 2007 espera la coedición del libro "Teoría de las Despedidas".
Desde el Grupo Cultural hemos tenido una actividad bastante coherente e intensa a través de conferencias, seminarios, presentaciones en literatura y artes gráficas, aunque queremos atraer músicos y gente de otras disciplinas.
Estoy tratando de unir todas esas cosas que aprendí en mi vida de trabajo con la literaria, por eso mis ensayos tienen esa mezcla de uso poético, si se quiere, de temas como el impacto de la tecnología en la cultura y la sociedad; algunos son más abstractos.
¿Por qué hace tanto énfasis en la coherencia del grupo Li Po? ¿Será por las discordancias del mundo exterior?
Porque hemos visto que la actividad cultural, lamentablemente, por una serie de variables que no es factible analizar por el corto tiempo, suele ser ocasional, esporádica y esa falta de persistencia en el tiempo hace que las propuestas no terminen concretándose o terminen siendo cerradas...
Poco democráticas...
O degeneran en roscas por utilizar un término un poco prosaico...
En mafias...
Valencia que es una ciudad de poetas y pintores, que ha entregado muchos nombres a la cultura del mundo, en los últimos años quizás hemos visto algunos grupos que han estado ahí, yo no creo que con malas intenciones, quizás por la misma dinámica de la soledad, de la falta de un publico activo. Nosotros estamos tratando de construir un público. Creo que la palabra coherencia no es la más apropiada porque no buscamos una unidad en el planteamiento estético, por el contrario, valoramos la diversidad, la discusión en el conflicto. Coherencia en el sentido de que haya vínculos entre lo que uno dice y lo que uno hace. Una dimensión ética.
¿Estamos ante cambios profundos en Venezuela?
Puesto que estamos inmersos dentro del cambio es difícil a veces ser objetivo, sobre todo cuando se toma partido por opciones. Uno quisiera a veces que las cosas fuesen mas consistentes pero también creo hay que entender a un publico que ha sufrido una prolongada ausencia en el terreno cultural. Hubo un momento en que la intelectualidad nuestra se volvió medio autista. Se replegó sobre sí misma y ya sea porque estaba de acuerdo o porque estaba en contra, en vez de contribuir con aportes críticos decidió replegarse. Eso causó que muchas cosas se quedaran huérfanas; quedaron muchos vacíos que fueron llenados por los que podían y los que tenían la oportunidad de hacerlo, y no siempre fueron las mejores circunstancias las que llevaron a eso. Creemos que el público merece de la gente que se dice intelectual más respeto, ser tomado en cuenta; lo que no quiere decir que haya que ser complaciente. Pero si pensamos que hay que hacer propuestas serias, que tengan distancia en el tiempo, que aborden, desde la perspectiva que sea, los problemas reales de la gente.
¿Apegarse al realismo estricto?
No. Uno puede tocar la sensibilidad de la gente desde el más puro abstraccionismo hasta el realismo más decimonónico por ponerlo en esos extremos que son falsos extremos. El problema no es tanto la estética o la forma como usted aborde la creación artística si no el compromiso y la vinculación con las cosas reales.
¿Se están dando controversias fuera de tiempo?
Hay discusiones muy intensas, muy interesantes, pero a veces tienen un aire como de cosas que ya han sido superadas. Tenemos que superar los falsos dilemas e ir hacia una actividad cultural que se incorpore en forma crítica y constructiva hacia los cambios.
¿Hay que diferenciar cultura popular de elitesca?
Las certezas como parte de la lucidez humana deben ser permanentemente reconquistadas. Toda cultura cuando es verdadera es popular. Cuando uno se aproxima correctamente a la obra de arte es mentira que en los barrios no van a entender a Buñuel como piensan algunos. Eso es una visión muy negativa de nuestro pueblo porque todos son capaces de acercarse a cualquier cosa con su sensibilidad. Para ser verdaderamente universal se tiene que nacer de la particularidad.
¿Cuánto cambió usted al despojarse un poco de lo intelectual para ir a la narración más emotiva?
Creo que mucho, no porque uno no tuvo esa dimensión emocional antes ni mucho menos si no que porque de alguna manera en la forma de abordar la tarea literaria había una especie de exigencia que ordenaba una ensayística muy formal, preocupada por una adjetivación correcta; y cuando uno hace algo más libre se valora otra dimensión de que pude comunicar con la gente algo que conmovió sus sentimientos, fue algo importante.
Volviendo otra vez a la responsabilidad de los intelectuales en Venezuela, ¿qué es lo que ha pasado?, ¿por qué mentes lúcidas como la de Domingo Alberto Rangel las tienen arrinconadas?
Hay personas sumamente lúcidas como Vladimir Acosta, Briceño Guerrero quienes escriben cosas que no tienen nada que envidiarles a los grandes pensadores del mundo. Allí entra un poco el terreno de las simpatías políticas, yo siento una gran admiración por Domingo Alberto Rangel y Luis Brito García, y así le podría mencionar a mucha gente. Lo que yo observaría es que es más importante asumir una posición honesta y clara para que se de un debate real.
¿Los intelectuales son seres distintos a las demás personas?
No. Creo que su realización plena, su rol dentro en la sociedad, no tiene que ser desde la perspectiva de un intelectual sino que tiene que ser como ciudadanos. Solamente cuando nos reconozcamos como ciudadanos, como miembros de una polis, como ambos, independientes de nuestras diferencias, si es que las hay, aportaremos.
¿Pareciera que hay gente que no sabe siquiera qué es dialogar?
Cuando uno va a las comunidades populares uno se encuentra con algo totalmente distinto. La gente lo recibe a uno en términos de cómo uno viene a ayudar o a la que sea que uno va si va en buena fe; pero a nivel de los medios o de las discusiones de los cenáculos donde las grandes mentes deliberan hay mucha parcialidad. La gente de la calle es más práctica, está buscando soluciones.
Si hay alguna responsabilidad específica en el intelectual, que en realidad no lo creo, pero si hubiera una, sería contribuir a que la gente se encuentre en un plano donde el diálogo sea posible.
Cerceau escribe en estos momentos un estudio sobre la constitución de una nueva sensibilidad y su relación con el sujeto, para constatar a través de los últimos años cómo ha evolucionado tanto el cine como la televisión, el desplazamiento de la violencia, a otra mucho más sutil, que se transmite en programas sobre medicina forense y personajes como el Dr. House. Allí tiene todo un camino por recorrer y una gustosa responsabilidad por asumir.
Poder unificador y solidez de la memoria, bases del pensamiento tomado de Gadamer, parecen converger en Guillermo Cerceau, un hombre que por sobre todas las cosas, se muestra como un ser humano. Cosa no tan común de hallar, aunque parezca mentira.