Thursday, December 31, 2009

SALUTACIÓN A ESTACIÓN SUR. José Carlos De Nóbrega


Muy a pesar de los malos augurios con que Carabobo cierra el año 2009 en materia cultural, saludamos una renovadora iniciativa editorial: Estación Sur, suplemento cultural (de periodicidad mensual) que ya ha arribado a tres números y viene encartado en el diario Correo del Orinoco (Caracas y Maracaibo). Editado por Carlos Rey, esta empresa del arte y el libre pensamiento tiene como cómplices a los escritores y amigos Jesús Puerta, Laura Antillano, María Narea, Gustavo Fernández Colón, Francisco Ardiles, Pedro Téllez, Rafael Victorino Muñoz y Orlando Zabaleta. Presenta tres secciones fijas: Manivela de Francisco Ardiles, dedicada al cine de autor; La Revolución de los libros de Rafael Victorino Muñoz, en la cual se reseñan libros (género necesario en la promoción de la lectura, pero poco frecuente en nuestros medios dada la abulia y la pereza de nuestros escritores y críticos); y Memoria en uso, referida al artículo o ensayo central, de la cual recomendamos los trabajos de María Narea y Vielsi Arias. Por supuesto, no podemos obviar los artículos de Jesús Puerta en los que se aborda la crítica cultural y política, ni los lúdicos y estupendos ensayos de Pedro Téllez que van de la Biblioteca Personal del Diablo a la configuración de un Bestiario cotidiano y hogareño. En resumidas cuentas, Estación Sur no es tan sólo producto de una mera agrupación de amigos artistas que expresan sus entusiasmos y sus repulsiones, sino también un novedoso espacio cultural que le imprime frescura a una ciudad mancillada por el despropósito político y burocrático, la medianía y el envilecimiento. No es alcabala cultural como ciertas instituciones anquilosadas de nuestro estado, ni deja de lanzar dardos envenenados a rídiculas manifestaciones de la Valencianidad como la producción en serie de Doctorados Horroris Causa por parte de la Universidad de Carabobo. ¡Bienvenidos, camaradas!

Sunday, December 27, 2009

BIBLIOTECA PERSONAL DEL DIABLO. PEDRO TÉLLEZ




Biblioteca Personal del Diablo
Pedro Téllez


Lo primero que tenemos que tener en cuenta al conjeturar la misteriosa biblioteca del Diablo, es que éste nunca lee, siempre relee libros antes de ser escritos por sus autores, o los que nunca se llegaron a escribir. Lo segundo es distinguirla de la biblioteca del infierno en cuanto institución, que es la de todos los libros malos, de antes y después, ¿y que alimentan (y alimentarán) las llamas infinitas del infierno? Si no, ¿de qué otra manera podría mantener el fuego eterno? -sin duda con los libros malos-. Pero la incandescente biblioteca no es la biblioteca "personal" del Diablo, y lo que una tiene de extensa, la otra tiene de mínima. El Diablo relee no por sabiduría o nuevos conocimientos, lo hace sólo por placer.



En ese estante de madera negra africana, apenas imaginamos trece libros, donde no están ni la Divina Comedia ni la edición ilustrada por los surrealistas de los Cantos de Maldoror, y menos el Paraíso Perdido, pues le molesta la adulación. Mucho menos los tratados sobre él: Scott, Defoe, Pompeyo Gener, Papini, Fomari o Collin de Plancy. De éstos hemos traído algunos para con sus imágenes hacer más amena la exposición. De estos dos últimos: Diccionario infernal y su álbum, la Historia curiosa y pintoresca de las brujas, y de un viejo tratado de salamandrología, sobre el único animal que resiste el fuego y por lo tanto posible ratón de estas bibliotecas (y de las otras, pues la mía está llena de salamandras amarillas).



Pero volviendo a lo que nos ocupa, la biblioteca personal del Diablo, y siendo él como los niños, un lector perverso polimorfo, prefiere los cuentos infantiles, mientras más crueles mejor (alguien dice que a él se debe el haber inspirado el final feliz donde al lobo le extraen la abuela por cesárea, y le rellenan de piedras y sed, para que se hunda en el río). Los cuentos de Hadas de Ch. Perrault (sus fuentes, sus continuaciones y reescrituras), y el manuscrito original, con dibujos del mismo Lewis Carroll de las Aventuras de Alicia, son sus libros de cabecera. Prefiere la versión infantil de Galland de las eróticas Mil y una Noches: El Diablo se excita con los místicos del siglo de Oro español, con las traducciones del Cantar de Los Cantares de Fray Luis de León, y con la tercera redacción del Cántico Espiritual de San Juan de La Cruz y con la Séptima morada de Santa Teresa. Literatura divina "a lo erótico". Pero el niño diablo también lee, relee para placer de la inteligencia; y con intensión teológica prefiere la Psychopathia sexualis de Kraff-Ebing en su edición en latín, y considera "no sé por qué" poemas místicos a las 120 Jornadas de Sodoma en especial las ultimas diez jornadas apenas esbozadas, bocetos y apuntes que el Diablo debe tener acabados. Con el Diablo estamos de acuerdo, aunque no las conocemos, en la perfección de las Soledades tercera y cuartas de Góngora como poesía y de la tragedia el Rey Lear de Pierre Menard. En ese pequeño estante está el teatro completo de Esquilo, por cuya lectura habría bien cambiado su alma a Dios el joven Nietzsche.



Van once libros, deben ser un poquito más, dijimos trece, podrían ser más o menos, agregar o cambiar por ediciones ilustradas sobre enfermedades tropicales y sus parásitos, tratados de anatomía patológica, el códice o libro de las horas del Duque de Berry, algún numero del Nanacinder, colecciones de suplementos (comic) de la pequeña Lulú (como piensa Yusti), la guía telefónica de Ciudad de México, el manual de funcionamiento de un aire acondicionado, o la segunda parte de la Historia de Venezuela de Oviedo y Baños desde aquellos días hasta el dos mil veintiuno, ¿por qué no? Podrían estos y otros libros formar con igual razón o sin razón el espiral de lecturas posibles de ese señor.



A estas alturas les confieso que no me consta que la Biblioteca personal del Diablo exista, pero por libros sé que anda por ahí. Compartiré tres evidencias del gusto del Diablo por la lectura. La primera es de orden editorial, tipográfica; la segunda compete a lectores y escritores; y la tercera es apenas una mancha de tinta: Los estudios carmelitas que titularon Satán, impresos el 25 de mayo de 1948, y que sin proponérselo sus editores, monjes carmelitas, fue impreso en 666 paginas, como Uds. bien sabrán a estas alturas del ciclo, es el número de ese señor.



La segunda evidencia bibliográfica tiene que ver con el cuento de Max Beerbohm, titulado Enoch Soames, y que conocemos por la Antología de la Literatura Fantástica de Borges y colaboradores. Beerbohm es un caricaturista y escritor londinense que hace un cuento circular, un auténtico nudo en el tiempo: un escritor mediocre da su alma al Diablo a cambio de fama literaria. Por supuesto que el Diablo le engaña y en efecto, como prueba, aparecerá en un diccionario del futuro pero como personaje en un cuento famoso, el que leemos. El 3 de junio de 1997, la fecha está en el cuento, Enoch Soames y el Diablo se reunirán en la Sala de Lectura del Museo Británico. La trama es un círculo en el tiempo porque en efecto Enoch Soames aparece ya en los diccionarios literarios de hoy en día, por lo tanto, el Diablo podría aparecer ese tres de junio del noventa y siete. En la cercanía de esos días yo llamé a Maracaibo a mi amigo Miguel Ángel Campos para comentarle el asunto y para sorpresa mía él estaba enterado y preparaba sus maletas para partir a Londres a la Sala de lectura del Museo Británico. Campos estuvo ahí, en ese momento y en ese lugar junto con otras personas venidas para la ocasión de distintas partes del mundo: no eran muchos, una docena aproximadamente que esperaban a las 7 p.m. la aparición de los dos personajes. Previamente los lectores fueron recibidos por el personal de la biblioteca y acomodados en una sala. Campos no me habló mucho del asunto a la vuelta, y no le pregunté lo obvio. Tan sólo me dijo que pasó algo, pero no lo preciso. Que me disculpe Campos por haber hecho referencia a su participación en esa reunión pero considero que es importante ese dato para la historia de la literatura, él es crítico literario y me entenderá, y espero perdonará mi indiscreción. Yo creo que cada uno vio o creyó ver al Diablo y a Soames en los otros. En pocos textos se ha dado tal mezcla de ficción y realidad. Beerbohm nació en 1872 y murió en 1956, pero sabía que la Sala sería la misma, y que su cuento sale y entra en el tiempo.



La tercera evidencia del Diablo es una marca, y nos concierne. Hace no más de una semana compré en esta misma librería un ejemplar de El Diablo de Arturo Graf, que algunos de ustedes deben tenerlo porque había varios, a mí me lo recomendó Guillén. Pues bien, mi ejemplar, no sé si el de ustedes también (revisen), posee una mancha de tinta en la pág. 96 que se reproduce en la siguiente, la 97 (número que coincide con el año Soames). Para mí es una huella o marca de ese señor, se enteró del ciclo de Charlas, y pasó por la librería a averiguar y ojeó un texto que le interesó. Transcribo los párrafos marcados por si se tratase de un subrayado diabólico, A QUIEN PUEDA INTERESAR. Forman parte del capítulo Burlas, estafas, supercherías, vejaciones y violencias del Diablo, y en el contexto de esta reunión les relacionó con la posesión a través de la lectura, de cualquier texto diabólico o no con la experiencia literaria, con la vida y la muerte del lector y del escritor, con su labor. Un Ars poética del Diablo, su escritura a través del subrayar un texto de otro, su participación en este ciclo. Cito: "En otros casos el diablo usaba métodos distintos: le recordaba al moribundo todos los pecados cometidos y exageraba adrede su gravedad, le imputaba además otros imaginarios y le aseguraba que estaba condenado irremediablemente, todo para hacerlo morir desesperado y condenarlo realmente. Procuraba ... (ilegible)... hacerle creer que ya no había tiempo para arrepentirse y que la atrición era inútil" y en la página siguiente: "Pero para el Diablo, mucho más útil que la obsesión tal como la he definido y descrito, era la posesión. La obsesión procuraba desahogo a su hastío y a su envidia pero la posesión era lo que lo convertía en amo verdadero y absoluto de los hombres. Mientras debían contentarse con tentar y atormentar, los diablos eran como soldados que asedian una fortaleza en la que entrarán o no en... (ilegible)... según los casos: pero cuando pasan de la tentación y la obsesión a la posesión, eran como soldados victoriosos, entrados en la fortaleza y convertidos en los amos absolutos". Fin de la cita y de la conferencia. Gracias.



(Conferencia leída en la Librería del Sur, dentro del ciclo de conversaciones sobre el Diablo del grupo Li Po)



Publicado inicialmente en el periódico Estación Sur, Nº 1, noviembre 2009 en la Pág. 6.


Tuesday, December 22, 2009

UN POEMA DE ANA CRISTINA CESAR EN HOMENAJE A SOLIMAR CADENAS


Este Libro

Ana Cristina Cesar

Traducción de José Carlos De Nóbrega



Mi hijo. No es automatismo. Lo juro. Es jazz del
corazón. Es prosa que da premio. Un té para dos
total., tintinear de verdad que tú seduces,
cautivador volante, por la pista, toda ella. Enfile la
caperuza.
Y cante.
Puro azúcar blanco y blue.



Valga este obsequio de Ana Cristina a la simpática Solimar. Ambas persisten en la memoria como reivindicación de la vida misma. Encarnan el arte del canto y la poesía en tanto diálogo con el Otro, el marginado. Son generosas como la prostituta Bola de Sebo, la Gina de Chico Buarque, amantes fieles de los bichos, los desheredados y los persegidos por la jauría del sádico emperador. No importa, Solimar, la maldita encuesta publicada en Noticiero Digital que se solazó en tu muerte. Nos imaginamos a Roberto Smith acompañando estúpidamente a Roger Santodomingo con su cuatro agorero y sucio. En cambio, tu canto preñado de amor y solidaridad nos acompaña gratamente, sin el resentimiento de periodistas cobardes y envenenados en su propia tinta vil. J.C.D.N..

Wednesday, December 16, 2009

LA MUERTE DE ELPENOR. LÊDO IVO, TRADUCCIÓN DE JORGE LOBILLO


LA MUERTE DE ELPENOR

Lêdo Ivo

Traducción de Jorge Lobillo


LOS BURDELES de Maceió iluminan mi adolescencia.

Considero uno de los mayores privilegios de mi vida el haber sido admitido en ellos en una edad juvenil. Era de tarde que yo los frecuentaba y llegaba casi siempre en el instante en que las putas, recién salidas del baño, se recargaban castamente en los balcones frente al mar y contemplaban los navíos. Al olor de jazmín exhalado por sus cuerpos morenos se mezclaba el hedor embriagante del mar.

En uno de esos prostíbulos, situados en el piso superior de viejos desvanes que también escondían depósitos de azúcar y bodegas de fondos oscurecidos, ocurrió la muerte de un marinero, un cierto Elpenor.

Al contrario de lo que dice Homero, Elpenor no cayó del techo del palacio de Circe. Completamente ebrio, rodó por la escalera del burdel de Maceió y se quebró el pescuezo. Su alma bajó al Hades.

Ese lamentable accidente me privó, en aquella tarde, del placer habitual de respirar, junto a las putas de mi ciudad, el olor a jazmín que se anudaba, como un dulce y largo coito conducido por el bochorno, a todos los perfumes del Océano (traducción de Jorge Lobillo).

Tuesday, December 01, 2009

JUAN CALZADILLA, CAMARADA DEL AMANECER. José Carlos De Nóbrega y dibujo de Yilly Arana




JUAN CALZADILLA, CAMARADA DEL AMANECER
José Carlos De Nóbrega
Dibujo de Yilly Arana

El perdedor es su universo
aunque desea ser feliz
y aun quien dice que está cuerdo
pongamos que hablo de Joaquín.
L.E. Aute.

A Alexander y Eva, quienes comparten con nosotros la bella simiente de la vida.
A los trabajadores del Ateneo: Pongamos patas arriba las fotos de Urosa y Uribe, pa’que se prenda la rumba.

No me canso de decir que Juan Calzadilla es el poeta más joven del país. A sus setenta y ocho años, sigue obsequiándonos libros y dibujos asombrosos. Su actitud crítica y traviesa ante la vida persiste con terquedad: Su propuesta plástica, Poética visiva y continua, vincula el dibujo y la poesía con absoluta impunidad; es caligrafía que recrea en el museo un maravilloso circo que complacería a Mateo Martán, atenuando así el dolor de su alma escindida y astillada. El poeta abre el cuerpo del poema para escrutar las almas resbaladizas de los espectadores; dialogamos con nuestro amigo en el vouyerismo de la ranura que nos invita a dar el gran salto. Los libros de Juan tienen un indudable carácter objetual, pues son tocables y nos tocan de la única manera posible, esto es por vía de la Poesía del Decir. Tomamos estos cuerpos escritos con una dosis de simpatía, complicidad y sumo placer: Agendario (1988) nos demuestra una vez más su visión cruda, irónica pero amorosa de la ciudad; el estrecho e inútil formato de la agenda se convierte en la cama sobre la cual se revuelcan cuerpos desnudos, bestias y versos insólitos. El discurso transgenérico no es pose intelectual ni diletante experimentalismo vacuo, sino la encarnación deliciosa del juego de la línea y la palabra: “En nuestra ciudad hay muchas variedades / de perros y una sola especie / de ciudadano: el perro”. Si bien un guariqueño, Enrique Mujica, nos enseñó a escuchar y saborear el habla llanera en tanto trapiche –almacén, inventario y alambique-, este muchacho de Altagracia de Orituco hace otro tanto en el abordaje lúdico y combativo de la ciudad: “como jonás lleno de incertidumbre / moré en el vientre de la ciudad”. No hay una preocupación compulsiva por el estilo, pues las flores de papel de seda no son más que un triste remedo de la realidad circundante; se trata de decir las cosas con la propiedad y la soltura que necesita el coito de la voz poética con el mundo, no importa si el tenor es dramático o sardónico. Nos complacen hoy dos nuevas manifestaciones del espíritu juvenil e incansable de Juan Calzadilla: Nieve de los Trópicos / Sobrantes y El Techo de la Ballena 1961 Antología 1969, de la cual es coautor y prologuista.



Nieve de los Trópicos / Sobrantes (2009) es un precioso libro-objeto editado por el Instituto de las Artes, de la Imagen y el Espacio. Su cuerpo contiene reflexiones sentidas y desenfadadas en torno a las artes plásticas y a la poesía, teniendo como telón de fondo más de veinte dibujos plenos de trazado mágico y juguetón. El texto en prosa mata la sed en el lamedero que integra diversos afluentes: la poesía, la filosofía, la crítica de arte, el aforismo comentado. Podría afirmarse que es un antimanual estético hecho a retazos, al igual que el disonante concierto de múltiples voces que estalla en nuestra cabeza, paseándose burlonas en la vigilia, la modorra y el sueño. Nos toca su fácil acceso e inmediatez, no en balde las numerosas sugerencias y lecturas que se derivan de este ready made o cadáver apetitoso: “Sin embargo, uno escribe para el que sabe tanto o más que uno, pero está obligado a hacerlo como si se dirigiera al que está apenas enterado”. Reivindica entonces la transparencia del acto escritural, pues la simplicidad de la forma es el mejor recipiente para la profundidad conceptual. En “Reverón” tenemos una aproximación al hombre y al personaje, exenta –eso sí- del discurso académico que encandila al ojo caníbal en la comilona del objeto artístico: “- Inventé un personaje que interiormente se identificaba con mi verdadero yo. Como no supe mantener la distancia entre mi persona real y el personaje inventado, terminé loco. Pues me tomé por aquel”. La conversación es inevitable y significativa, pues responde Vicente Gerbasi con sapiencia y elegancia: “La playa es un cristal de mediodía / que anula los colores. / Solo en el fondo del espejo / se hunde el fantasma / de una acacia en flor. / Esta es la bahía / pintada en su casa de palmas. / Los ojos de sus muñecas / me miran como girasoles”. También ambos poetas se refieren a Manuel Cabré: Juan dice que “En sus mejores momentos el gran amor continuaba siendo para este paisajista el cuadro, no el paisaje. Sería absurdo que como pintor hubiese amado a la naturaleza más que a la pintura”; en tanto que Vicente canta al cerro El Ávila, “La montaña / cambia / con la pesadumbre del mundo. / En la penumbra / se vuelve una violeta oscura. / Por la noche se alumbra con astros / y murciélagos”. Este pequeño libro es el ancla del diálogo intertextual y multidisciplinario que alimentó la obra de Leonardo Da Vinci y Michelle de Montaigne; el ejercicio del arte y la crítica que lo celebra, no separa en compartimientos estancos lo culto y lo popular. Por el contrario, este bello objeto –nevado y tropical- los abarca en un abrazo harto conciliatorio. Juan apuesta por la libertad artística en el combate a la subvención de proyectos egocéntricos y no personales que no involucran a nadie, así como también la privatización de los espacios culturales para excluir de golpe y porrazo la participación del pueblo de a pie.



El Techo de la Ballena 1961 Antología 1969 (2009) es otro libro afectuoso que se nos antoja un álbum familiar que Monte Ávila Editores Latinoamericana nos obsequia, cumplidos sus cuarenta años de edad. Juan Calzadilla es coautor, prologuista y acucioso anotador o recensionista de esta estupenda colección transgenérica. A pesar de que ha pasado más de cuatro décadas, El Techo de la Ballena mantiene vigente –en la memoria y la imaginación- sus atrevidas propuestas estéticas y políticas, sin importar la intermitencia de las modas artísticas ni el despropósito ontológico y ético de las patotas políticas. Es pertinente revisitar los manifiestos, los textos literarios y las exposiciones de arte de este irreverente cetáceo que en su momento sacudió al país nacional y escandalizó al país político (incluimos aquí a los aparatos ideológicos del estado con sus maestros idiotas, curas cabrones y periodistas tarifados). He aquí un ejemplo zahiriente: “Demostrar que la Ballena, para vivir, no necesita saber de zoología, pues toda costilla tiene su riesgo, y ese riesgo, que todo acto creador incita, será la única aspiración de la Ballena. Percibimos, a riesgo de asfixia, cómo los museos, las academias y las instituciones de cultura nos roban el pobre ozono y nos entregan a cambio un aire enrarecido y putrefacto. La Ballena quiere restituir la atmósfera”. Se abandonan las asépticas instalaciones museísticas, para exhibir las reses tasajeadas de un necrofílico Contramaestre y los tótems petroleros de Daniel González en los garages que constituyeron las basílicas del rock y el arte contestatario. La obra individual y en colectivo de sus integrantes descansaba en el compromiso artístico y político sin medias tintas ni eufemismos: “Como los hombres que a esta hora se juegan a fusilazo limpio su destino en la Sierra, nosotros insistimos en jugarnos nuestra existencia de escritores y artistas a coletazos y mordiscos”. Caupolicán Ovalles, Carlos Contramaestre, Edmundo Aray, Adriano González León, Efraín Hurtado, Salvador Garmendia, Daniel González, Jacobo Borges, Dámaso Ogaz y, por supuesto, Juan Calzadilla son conspicuos cófrades de nuestro aprecio y respeto. Sin duda este libro, magníficamente diagramado y diseñado, se leerá con morbosidad y goce sensual; es una edición imprescindible y amable como las dos ediciones de Las Celestiales de Miguel Otero Silva, las cuales evidencian la hipocresía y la falsedad de políticos, obispos y palangristas hermanados en el desprecio del Otro, nuestro semejante, espejo único en el que nuestra humanidad se refleja en la transparencia y la solidaridad.


En Valencia de San Simeón el Estilita, ciudad amante de Juan Calzadilla que lo aguarda en la erótica contemplación de los huesos de San Desiderio, viernes 27 de noviembre de 2009.

Wednesday, November 25, 2009

ACENTO DE CABALGADURA O LA TILDE QUE PREFIGURA EL DECIR. JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA




ACENTO DE CABALGADURA O LA TILDE QUE PREFIGURA EL DECIR
José Carlos De Nóbrega

Yo vengo labrando a solas
este anhelo de honda vida.


Guariqueñita, Alberto Arvelo Torrealba.

Es incuestionable la vocación de Enrique “El Gallo” Mujica por la Poesía del Decir: No sólo el ejercicio magistral de la palabra en Poemas del Decir (2005, edición de autor) nos lo confirma, la novela Acento de Cabalgadura (en sus dos ediciones de 1989 y 1990, Universidad de Carabobo y Ateneo de Calabozo respectivamente) lo anunció con suma antelación recreando sin mediación alguna el habla llanera del cabrestero, el conuquero, la comadrona, el brujo o el caporal. Textos como éste, “Contra el poder y / contra la miseria / descerrajamos el poema. / El poema como un fuego alto / contra la muerte”, van de la mano con el terror que le inspira a Guillermo Navas la recluta, pues “Mire, compa, lo que soy yo no paso por la puerta el cuartel, porque esos nunca están completos”. La preocupación social no es una concesión piadosa del oficio poético que procura lo políticamente correcto; tampoco la recreación amorosa de la oralidad de nuestro pueblo, constituye un muro indeseable que la separe del buen decir. Los artistas no sólo son mayordomos celosos y severos de la cultura clásica y universal, también son fieles lectores de los maravillosos textos humanos que bullen a su alrededor. La Poesía del Decir, hecha verso y prosa, nos confiere el placer de auscultar la palabra del Otro con rigor y claridad (valga la alusión a uno de los nuestros, el poeta brasileño Lêdo Ivo). En la ausencia de la ruidosa y extravagante arrogancia de los especialistas en el no decir, Luis Alberto Angulo Urdaneta comparte con nosotros la belleza superlativa de “una enorme troja de cachos y narices agarrando aire” que atraviesa un río crecido. Qué decir de esa conmovedora crónica poética y fluvial que es Carama del poeta Igor Barreto: “El río crecido roza la capilla del ánima salvadora / donde iré a dejar unas cuantas monedas / por los amigos que enfermaron de distancia”. La carama trae consigo la voz del general Castro, al igual que el cadáver del abogado Rafael del Castillo dentro del ataúd de su propio caballo. El poeta Manuel Bandeira compone una ópera bufa de sapos académicos que pervierten las aguas transparentes de la Poesía: Su croar deviene en triste susurro que nada dice, ateridos del frío que no justifica la preceptiva totalitaria de los que pretenden aún cosificar el cuerpo libertario y liberador del poema. Celebramos hoy la reedición de Acento de Cabalgadura, bajo el incansable y milagroso sello editorial de El Perro y la Rana, como reivindicación de la dura pero vivificante palabra poética que echa abajo las alcabalas del poder, en la asunción de la solidaridad y la responsabilidad siempre presente en la obra literaria de Enrique Mujica. Quisiera destacar, entre sus numerosas virtudes, tres grandes rasgos a saber: su discurso transgenérico ajeno a abstrusas maromas excéntricas; la simplicidad y riqueza de su musical inventario léxico; y la interiorización del paisaje por vía de la metáfora viva que juega con la filosofía de las artes y los oficios de nuestros campesinos, sin la necesidad de lanzarle peos al Diablo.


El discurso narrativo funde la novela y el cuento en la impune vinculación del arte con la vida. Sin apelar a las referencias cruzadas ni al diseño de atrevidos e ingeniosos instructivos de lectura, la novela supone los tramos integrados que sólo conducen a la lúdica contemplación de las voces que aprehenden el entorno en un ejercicio exquisito de la memoria. Nos suena a los cuentos de la llanura y el habla octasílaba que ennoblecen las faenas del campo, amenizan las noches de parranda y construyen el dilatado imaginario campesino. Nos recuerda la estructura y el tenor corajudos de dos novelas que apreciamos mucho: En virtud de los favores recibidos de Orlando Chirinos y Cacao de Jorge Amado, las cuales acompañan con denuedo y ternura a personajes imprescindibles, la puta del pueblo y su clientela, los trabajadores de las plantaciones de cacao del sur de Bahía. Si revisamos los títulos de los capítulos, nos encontramos una galería de motivos campestres redondeada en sustantivos escoltados por determinantes, echando fuera de sí las adjetivaciones innecesarias: El conuco, la carreta, el trapiche, los sapos, la madriguera, el gallo o el tío Pedro. El discurso narrativo apunta, entonces, a una paradójica y firme voz que se fragmenta en el diálogo comunitario con las otras voces, las del prójimo y las de la naturaleza: “Esa era la conversación de los sapos que yo escuchaba desde el chinchorro entre el secreteo de la llovizna arriba el cin y las lenguarás de los truenos. Porque si uno se fija, el trueno también habla, como hablan los pájaros, y el borbollón del río y la lengua e la candela en un chamarizal”. El tono conversado tiñe de color la flexible y concreta estructuración del texto narrativo, sin laberintos ni pasadizos falsos que distraigan a los lectores en la mentira de la forma por la forma.


Enrique nos sumerge en la sonoridad y la diafanidad del único inventario léxico que puede apropiarse del llano: guáimaros, joso palmero, fóforo, juraco, cundiamores, trapiche, masaguaro, corozo, por ejemplo. El habla campesina es mucho más fiel al idioma de Garcilaso de la Vega, San Juan de la Cruz y Miguel de Cervantes que ese calé apresurado, biodegradable y deformado por intelectuales y usureros mercachifles –qué les parece el ruido ininteligible de palabras desgraciadas como accesar y aperturar-. Las palabras nos queman en el melao que burbujea el trapiche: Tenemos esas solazadoras miniaturas en prosa y verso que son los refranes y las coplas. “Yo sabía que el viejo Indalecio era más pichirre que colmena en acapro” o “Arrequinta la muralla / afloja los cabresteros / si quieres comer cogollo / goza del yugo primero”.


La metáfora vive en el afán y la respiración por el llano, a fuerza de imágenes primigenias e inmediatas al buen paladar que se enseñorea chispeante y despreocupado del texto: En La Quemadura, la voz narrativa nos describe cómo se hace el batío proveniente de la melcocha, cómo la pelota e candela de la gota e melao le llaga el empeine y, mejor aún, cómo el padre le cura la herida; se fusionan entonces la gastronomía y la farmacología popular para rematar asombrosamente en una metáfora perfecta: “Mire la vaina. Eso le pasa porque usté es una avispa. Lo que quiere es vivir metío en un trapiche”. El episodio o relato titulado La Miel, nos presenta a los muchachos castrando el matajei para extraer su dulce y apetitoso jugo, imbuída la escena de una sensualidad mágica enclavada en el eros gástrico; el juego metafórico no es artificial ni ideológico a secas, emparenta la infancia con una visión nostálgica del llano y la recreación desalentadora de la institución escolar: “Más de uno castré. Ai era ande me acordaba de la escuela, del chorro e muchachos saliendo de la escuela, como avispas. Entonces pensaba que la escuela era también un matajei, pero sin miel”. El Conuco nos revela la pelea entre el hombre y la naturaleza: El Tuerto Elías pierde los primeros rounds con los ventarrones de San Lorenzo, cuando arrasan medio maizal en días; sólo que el hombre, retando al santo y con la vara atravesada como una gran hélice, tumbó el resto del conuco en media hora. La interiorización del paisaje no es plana ni edulcorada, por el contrario, asume un cariz problematizador y dinámico en el ejercicio libre y desenfadado del lenguaje poético.


No nos queda más que una celebración sentida de la novela de Enrique Mujica, parodiando la negación de Pedro a la vista de tres gallos por si a las moscas –tomamos previsiones en caso que dos de ellos queden afónicos-: Se canta al filo de la madrugada la fidelidad de la Poesía al hombre de a pie, de a caballo o de a autobús; parafraseando a Jorge Amado, la Poesía del Decir no apunta a la mera generosidad, su virtud posee un nombre más bonito, conciencia de clase.


En Caracas, hermana de Bolivia y novia de José Manuel Briceño Guerrero, sábado 21 de noviembre de 2009.



Friday, November 13, 2009

PRESENTACIÓN DEL LIBRO "EL CORAZÓN DE VENEZUELA, PATRIA Y POESÍA" EDITADO POR LA PRESIDENCIA DE LA REPÚBLICA, CARACAS, 15 DE NOVIEMBRE DE 2009


Estimados amigos: Les invitamos cordialmente a la presentación del libro "El Corazón de Venezuela, Patria y Poesía" (2009), colección poética compilada por los escritores Luis Alberto Angulo y Luis Ernesto Gómez bajo el sello editorial de la Presidencia de la República, en el marco de la V Feria Internacional del Libro de Venezuela (FILVEN). El acto se llevará a cabo en el stand número 1 de Ediciones de la Presidencia de la República, Parque Los Caobos, el domingo 15 de noviembre de 2009 a las 5 pm.


Es la segunda edición corregida y ampliada del referido título, pues la primera correspondió a PDVSA y REDVE (2008). Respecto a la obra hemos comentado: Vincula la patria con el decir poético en la exclusión del equívoco discurso chauvinista y el seco formato del pasquín ideológico dispuesto en versos; es la afirmación del patriotismo legítimo en tanto antítesis del nacionalismo hueco y ruidoso a fuerza de arengas y consignas, como bien lo postula Julio Cortázar. El volumen destila pertinencia para el momento histórico que ha espoleado la participación popular, destaca la revisita del decir poético venezolano a lo largo de su evolución histórica y promueve sus voces más recientes. Sin duda, la antología está animada de guisa coherente por lo que hemos llamado la Poesía del Decir: el compromiso de la palabra con la humanidad oprimida y, en consecuencia, la deslegitimación del discurso abyecto y tenebroso del poder.

Thursday, November 12, 2009

UNA FOTO COMENTADA POR EDUARDO MARIÑO


Lectura en el Ateneo de Valencia / Homenaje a Juan Calzadilla - Parte I: Nóbrega, ¿en qué parte de mi libro dice todo eso? Tú como que estás enratonao.
La foto se refiere a la presentación del libro A la salida del fastuoso recital de Eduardo Mariño. Para despejar la incógnita, se le sugiere a nuestros amigos la lectura simultánea del poemario de Eduardo y mi nota de presentación titulada Eduardo Mariño o de los versículos del hastío, la cual está publicada en este blog compulsivo.

CARLOS YUSTI: HOJALATERO DE LA PALABRA. JUAN GUERRERO


Carlos Yusti: hojalatero de la palabra

juan guerrero (*)


No por casualidad elijo este título para iniciar estas palabras sobre el ensayista, pintor, editor de publicaciones y convicto y confeso lector Carlos Yusti. Esto último como sello indiscutible de quien mantiene un ritmo de lectura de libros y de la vida que lo coloca en la cresta de la ola intelectual de nuestra época.


Su estilo ensayístico es corrosivo, sin muletillas complacientes ni explicaciones academicistas. No sé cuándo le conocí ni dónde. Ya sabía de él y él de mí. Quizá en esos tiempos, del dólar a cuatro treinta y de la caída del Muro de Berlín nos éramos indiferentes el uno al otro. Después la vida, las lecturas, el vicio de la escritura y la burla a la pacatería y jalabolismo de la sumisión a los preceptos sacros de la cultura oficial nos han acercado. Estas últimas palabras imitan en demasía su estilo personalísimo pero que tiene mucho de Francisco Umbral, del mismo Argenis Rodríguez a quien dedica uno de sus ensayos o también, desde una óptica más sublime, al Sancho Zancas originario en El Quijote. Prefiero llamarlo en su versión inicial. Yusti apuesta su destino como ensayista por senderos de lo sanchístico para darle mayor sentido de pertenencia a sus reflexiones. Hijo de su tiempo, Carlos Yusti aborda en sus ensayos literarios –diríamos más ensayos para existir- los contornos de personajes que en el ámbito literario e intelectual se han destacado por sus rasgos cotidianos, por el anecdotario de sus triviales y a veces fracasadas vidas de ciudadanos comunes y corrientes.


Esas anécdotas le han servido a Yusti para entrelazar sus análisis de las obras de quienes le han parecido interesantes en su transcurrir de dilettante lector que es. Confieso mi ignorancia sobre cómo ha llegado a coleccionar en su haber tantas anécdotas sobre escritores, artistas y demás personajes de la cultura universal. Intuyo que son sus lecturas. Porque Yusti es un monstruo devorador de libros. Pero además de ello, y como adición a su afiebrada costumbre de hambriento e inquieto hurgador de la vida, también es un cinéfilo y amante de las palabras. Toda, absolutamente toda palabra le es familiar, conocida. Las degusta mientras las llena de sentido común en tanto vienen ellas digeridas y pasadas a través del ojo experimentado de quien ha sabido darle burdel a sus reflexiones intelectuales.


Por ello se hacen tan agradables, cercanas y hasta graciosas las lecturas en todos sus ensayos y especialmente este último libro que en esta ocasión deseamos comentar Para evocar el olvido y otros ensayos inoportunos (Editorial El Perro y La Rana, 2009). Tomado, parte del título, de uno de sus ensayos sobre quien en su momento le pudo filosofar su vida. Otra de sus menciones es a su madre quien le permitió ser holgazán de la palabra y le llamó escribidor, y una hermana quien le obsequio su primer juguete intelectual, además de los libros que ya conocía, una máquina de escribir. Apertrechado de libros, en su incipiente biblioteca anarcotemática, máquina de escribir y mucho ocio u holgazanería, Yusti ha ido construyendo su propio universo estilístico.


Tanto más duro cuanto que este ensayista se ha hecho solo en el mundo intelectual. Debo acá resaltar en él su capacidad para sobreponerse a una vida dura como niño y joven en situaciones particularmente difíciles que le llevaron a múltiples trabajos, como caletero, ayudante de oficina, obrero, donde en los ratos libres o mientras descansaba después de los largos ratos de amor en El trece rojo, podía terminar de leer El Quijote y asemejarse a su tan querido Sancho.


No hay en el discurso ensayístico de Yusti intento por presentar un discurso mesurado ni reposado. Éste viene expresado en su exacto peso y nutrido con su personalísimo estilo, lleno de connotaciones, en voz alta, absolutamente franco, despojado de sinonimia y desnudo de todo modelo académico y mucho menos complaciente. Es natural pero a la vez con una hondura de peso intelectual. Hace gala de la síntesis que le conceden a sus escritos la magia de leerlos sin interrupción. La brevedad de palabras y a la vez su profundidad analítica, son inversamente proporcionales a la cantidad de imágenes e ideas que se desprenden al terminar de leerlos. Queda el lector necesitado de otras lecturas para ahondar, para continuar, para conocer y atar cabos de historias que apenas se aprecian en la densidad y complejidad de una escritura que en su sencillez se trasciende y trasciende en ritmo, cadencia, tono y hasta musicalidad. Porque en esto último apreciamos en Yusti un rasgo que lo acerca a la palabra poética. Parte de sus ensayos presentan esta sensación; por el uso de imágenes, de juntura de palabras que remiten a experiencias metafóricas de singular belleza. El mismo término “magializar la palabra” usado en varios de sus ensayos. O éste otro El universo se encuentra en cualquier lado. Quizá este también más mundano, Sentados ante el café de la miseria.


El único ensayista que conozco lector empedernido de manuales para celulares, para electrodomésticos, recibos de teléfonos, de agua, hasta las guías telefónicas. Por mi parte, sólo soy un enamorado de los diccionarios de todo tipo. Poseo más de cincuenta y paso algunos días buscando palabras raras para divertirme. Pero Yusti busca en esos manuales y guías telefónicas quizá la instrucción, el nombre o la dirección olvidada, la llave que no tiene ninguna cerradura en el mundo para abrir la puerta que lleve a la verdad literaria, del ensayo, del arte.


Buscador incansable de una plenitud en la vida, desde su misma realidad, la de todos los días, hallamos en los escritos de Carlos Yusti la huella que traza y a la vez borra la melancolía de quien va por los márgenes escribiendo la vida a secas.


*Juan Guerrero (Maracaibo, 1954). Licenciado en Letras. Magíster Scientiarum en Educación, Mención Enseñanza del Castellano. Universidad de Oriente, 1999. Candidato a doctor en Filología Hispánica. Universidad de Oviedo-España.

Wednesday, November 04, 2009

CARTA A GUILLERMO GARCÍA PONCE EN APOYO A GALERÍA ALTERNATIVA (SUME SU FIRMA EN APOYO A LA RESTITUCIÓN DE LA GALERÍA ALTERNATIVA - DIARIO VEA)


Carta a Guillermo García Ponce en apoyo a Galería Alternativa
(sume su firma en apoyo a la restitución de la Galería Alternativa - Diario Vea)


Estimado Guillermo García Ponce

Director Diario VEA


Estimado Camarada:

Valga un saludo cordial y solidario para usted, su familia y los trabajadores del diario Vea. Nos mueve a escribir esta carta, una sentida preocupación por el suplemento Galería Alternativa, encartado hasta hace poco los días lunes en el periódico.

Es notoria su ausencia en nuestra mesa de trabajo, pues constituye una tribuna abierta y alternativa de los intelectuales y creadores que respaldamos este proceso de cambios encabezado por el presidente Hugo Chávez.

Nos complace su línea editorial plural y popular, pues es necesario reivindicar la vinculación de lo culto y lo popular en tanto mixtura dialógica que justifica y enaltece la condición del venezolano.

Galería Alternativa es un instrumento revolucionario, pues la revolución también acaece cuando el obrero lee literatura y ve películas de arte y ensayo.

Hemos tenido la oportunidad y el privilegio de publicar nuestro trabajo ensayístico, narrativo y de traducción en sus bondadosas páginas.

Creemos que es un espacio imprescindible para el debate político y cultural en nuestro país, por lo que nuestro llamado apunta a su restitución los días lunes, iniciando la semana de lecturas con muy buen pie.

Agradecemos infinitamente a Carlos Servando y a usted el hecho de abrirnos las puertas del diario para la publicación de nuestro trabajo literario y la promoción de actividades culturales que involucran a todo nuestro pueblo.

¡Enhorabuena!, felicitamos a Galería Alternativa por haber obtenido la mención especial como Encartado Impreso del Año 2009, dispensada por la Fundación Cultural Latinoamericano de Oro.

Sin más se despiden,

José Carlos De Nóbrega, Ensayista
Luis Alberto Angulo, Poeta
Luis Ernesto Gomez, Poeta y Músico
Eddy Gómez Abreu, Diputado a la Asamblea Nacional
Ángela Rizzo, Directora de la revista Altagracia
Yuri Valecillo, Fotógrafo
Israel Sotillo, Diputado a la Asamblea Nacional
Ramón Belisario, Artista plástico
Armando Amanaú, poeta y articulista

(sume su firma en apoyo a la restitución de la Galería Alternativa en Diario Vea, enviando a un correo a elprimerfuego@yahoo.es)
Nota al lunes 9 de noviembre de 2009: El día de ayer, domingo 8/11/09, se publicó en el Diario Vea la carta en su primera versión (p. 10, Cartas al Director). He aquí la oportuna y asertiva respuesta de Guillermo García Ponce: "Le agradecemos sus conceptos sobre VEA. En cuanto a Galería Alternativa, se trata de que estamos estudiando la forma, no de sustituirla sino ampliar y mejorar su cobertura". Por lo que agradecemos a Guillermo y a Carlos Servando su deferencia a nuestra rogativa, y especialmente a los ocho camaradas que me acompañaron con el respaldo entusiasta de sus firmas. Sin embargo, no está de más que otros compatriotas sumen sus firmas para que los editores de Galería Alternativa se sientan bien acompañados y apertrechados en esta empresa de la palabra y el pensamiento. Su amigo, José Carlos De Nóbrega.

Wednesday, October 28, 2009

INVITACIÓN A LA PEÑA FILUC, DEL IMAGINARIO VENEZOLANO Y LATINOAMERICANO, SÁBADOS 31 DE OCTUBRE Y 7 DE NOVIEMBRE DE 2009

Peña anarcotrotskista en el bar La Guairita: ¡Rasputín Vive! (Foto de Yuri Valecillo)
Estimados Amigos: Un abrazo solidario para todos ustedes. Aprovecho la ocasión para invitarlos al evento Peña Filuc, en el marco de la X Feria Internacional del Libro de la Universidad de Carabobo que se realizará en el C.C. Metrópolis del 30 de octubre al 8 de noviembre de 2009. La Peña Filuc se desarrollará de la manera siguiente:

Sábado 31 de octubre, Salón Julio Cortázar, C.C. Metrópolis, 8 pm: El imaginario venezolano, conversatorio que tendrá la participación de Mireya Lozada, Laura Antillano, Arnaldo Esté, Gustavo Fernández Colón, entre otros. Yo disertaré sobre Poesía del Decir y renovación del imaginario venezolano, teniendo como referencia la obra poética de Juan Calzadilla, Luis Alberto Angulo y Enrique Mujica. Moderado por Carlos Sánchez, contaremos con la participación musical de Los Hermanos Naturales.

Sábado 7 de noviembre, Salón Julio Cortázar, C.C. Metrópolis, 8 pm: El imaginario latinoamericano, diálogo que tendrá la participación de Jesús Puerta, Alberto González, Elisabel Rubiano, entre otros. Yo conversaré sobre Lêdo Ivo y el imaginario de Brasil. Moderado por Francisco Ardiles, el Grupo Popular de Música Latinoamericana de la U.C. aliñará esta charla de amigos.

Sin más y a la espera de un fraternal encuentro, queda de ustedes su amigo José Carlos De Nóbrega.

Monday, October 26, 2009

EDUARDO MARIÑO O DE LOS VERSÍCULOS DEL HASTÍO. José Carlos De Nóbrega




EDUARDO MARIÑO O DE LOS VERSÍCULOS DEL HASTÍO
José Carlos De Nóbrega


Olho muito tempo o corpo de un poema
até perder de vista o que nâo seja corpo
e sentir separado dentre os dentes
um filete de sangue
nas gengivas

Ana Cristina Cesar, Escenas de Abril.

Tuvimos noticia de la obra de Eduardo Mariño, gracias a la diligencia ensayística de Julio Rafael Silva. El gordo Julio Rafael había publicado en 2005 un breve pero asertivo volumen titulado Eduardo Mariño: El brillo y las sombras de una escritura heteróclita, bajo el sello editorial de El Perro y la Rana. Nos dice ataviado de blanco, guayabera y sombrero Panamá, sin ocultar un afán de amistad y camaradería: “En diversas ocasiones, el poeta transitará del amor divino al humano, de la contemplación religiosa a la ‘celeste carne’ de la cual una vez habló Darío, del altar a la alcoba. El amor es el mismo, pero con otro signo: siempre la misma trascendencia, la misma entrega desinteresada”. Impresión que comprobamos con suma fortuna al leer La Salvación por el Hastío (2006), colección de cuentos que configuran una aproximación sentida y conmovedora a la mujer, quizá en el ejercicio de la memoria que trae consigo una educación sentimental propia y auténtica. No sé por qué me retrotrae la desencantada atmósfera de la versión fílmica de Volker Schlöndorff que recrea Por el camino de Swan de Marcel Proust: “Cuando se enoja, suele comparar los besos a la mansa servidumbre de los perros: viven a la espera de la mínima caricia, el más pequeño gesto, para saltar encima y llenarlo todo de esa sensación inefable de hastío”. O la enternecedora película de Marcel Carné, Las Puertas de la Noche: “En consecuencia, tomé su mano y caminamos hasta mi pequeña habitación, como dos enamorados que van a tocar las puertas de la noche (…) Pero la lluvia va cesando y con ella, te vas difuminando en el humo del café, en el humo que alguien me enseñó que es ausencia”. En resumidas cuentas, este libro fue un hallazgo afortunado; nos encontrábamos ante un excelente narrador dadas la transparencia, pericia y polifonía de su discurso personalísimo.

Hoy, en el agraciado marco del homenaje a otro joven poeta llamado Juan Calzadilla,
nos toca decir –en la acepción poética del término- palabras solidarias y agradecidas sobre el libro A la salida del fastuoso recital del amigo Eduardo, reunión de tres libros poéticos a saber: Por si los dioses mueren (1995), La vida profana de Evaristo Jiménez (2002) y Nocturno del espeso mediodía, el cual se encontraba inédito. El primer poemario, escrito en prosa, se nos antoja la mixtura de textos literarios y fílmicos diversos: La Biblia, los evangelios apócrifos, Baudelaire, Ramos Sucre, el Diccionario del Diablo de Ambrose Bierce, Viridiana o Tristana de Luis Buñuel. No interesa entonces un vacuo sesgo culterano; la intertextualidad constituye un decir / hacer travieso, desmitificador y crítico del verbo poético. El aforismo sería su arma más contundente, el instrumento que desollará sin misericordia el exquisito cadáver exhumado y secuestrado por el poeta parricida y necrofílico a la inversa –esto es un modo de vida poético y religioso que reniega de paraísos artificiales e indulgencias de ultratumba-. No hay santo bastardo ni rituales desencaminados que queden sin decapitar: “Lo he oído alguna vez: SON EL DOLOR ABRASADOR QUE SE PEGA A LA ESPALDA DE LOS HOMBRES” (IV, 13). La disonante multitud de voces se afana en construir y derruir ad infinitud “esta inconfesable Babel de bahareque” (IX, 1): Se cuestiona y reconviene la existencia de un Dios que nos reseca y oprime, amén de las homilías pseudoreligiosas y académicas que reprimen y amputan el libre pensamiento (“En esta iglesia circular abundan el desgano, el mezquino interés, la vil traición”, XI, 1); sin embargo, nos refresca la alusión a la lengua extraordinaria de Enriqueta Arvelo Larriva, “¿He de llamarte viento?” (III, 12); o nos trae de vuelta a nuestra condición generacional en un país a merced de los políticos paralíticos e indolentes, “Aún así, este abrazo seguirá llamándose viernes 18 de febrero” (III, 14). Seguramente, Eduardo escribió este extraño y perturbador poemario compartiendo cervezas, ron y putas con el cura borrachín de la novela El Poder y la Gloria de otro de los nuestros, Graham Greene. Al igual que Manuel Bandeira, está hasta la coronilla del “lirismo funcionario público con libro de punto expediente protocolo y manifestaciones de aprecio al sr. Director”, militando en la teoría del poeta sórdido: aquél en cuyo discurso tenemos el estigma sucio de la vida, el camión nos salpica de barro nuestra ropa blanca y bien planchada. De otro modo, la poesía sería un tonto consuelo para las niñas o “las vírgenes cien por ciento y las amadas que envejecerán sin maldad”. Es la vindicación del discurso del otro: el que se asila en los ojos de un loco.

La vida profana de Evaristo Jiménez apunta al juego con el doble o doppelgänger, el heterónimo que Pessoa toma prestado (¿o birlado?) de Sá Carneiro o una revisita desamparada pero vívida del Juan de Mairena machadiano. El summun estriba en el ejercicio responsable de la palabra, regodeándose nuevamente en el aforismo o el efecto deslumbrante –hasta el punto de encandilarnos los sentidos y las vísceras- de la prosa poética muy breve. En la bien construida tramoya transgenérica, la voz lánguida de Evaristo forja sus memorias simulando una noveleta cosida a retazos, a la manera de la serie pictórica de Balthus y sus chicas y raparigas que exhiben sin cortapisas ni rubor su erotismo al calor de la chimenea. Evaristo Jiménez se desdobla en el velorio de su propio cadáver, sin concesión alguna: “Palabras y flores perdidas, horas de enormes ausencias que se cuentan con dedos ajenos, en pálidos, deliciosos labios. Largos pasos de muerte propia escuchan al tiempo arrastrando su rueda: Óxido y desnuda crueldad que va dejando muy atrás la vida”. Qué decir de su Homérico catálogo de las naves, inventario cínico y dipsomaníaco que es sedimento de la botella: “Licores rojos, licores blancos, bebedizos infernales o elixires divinos, besos de ángel encerrados en vidrio o babas del demonio disfrazadas de azul. Botellas oscuras como el amor o transparentes como la pena, grandes o pequeñas, llenas o a medio vaciar. Botellas innumerables, como innumerable y sombrío el pesaroso destino”. Por fortuna, Eduardo ha atesorado las memorias de su amigo: ni se han extraviado en el bar, ni tampoco en el incendio de un burdel cuyo móvil es el crimen pasional, el único delito admisible en el mundo prevaricador que los tres persistimos en compartir.

Nos imaginamos un diálogo postcoital entre Evaristo y la poeta brasileña Ana Cristina Cesar:
-Sólo la noche pudo lamer sus angustias- dice el hombre con la garganta aclarada con el aguardiente.

-Sin ti mi bien soy lago, montaña / (…) / Me acuesto a fumar bajo la ventana. / Respiro con vértigo. Ruedo en el colchón. / Y sin bravuconería, corazón, subo el precio- replica la hembra desnuda en la cama, refrescando sus turgentes senos con el jugo de limón. Evaristo sabe que el precio es justo y necesario, sin importar que el poeta Carlos Drummond de Andrade sea el proxeneta que exprime amorosamente a Ana Cristina, quien ahora está al borde del suicidio: O navio desatraca / imagino um grande desastre sobre a terra.

Nocturno del espeso mediodía supone la continuidad, coda o cola del manuscrito de Evaristo, sólo a través de otra voz que lo registra; tal como ocurre con la disparatada película El Fantasma de la Libertad respecto a su antecedente, El Discreto Encanto de la Burguesía, ambas del gran surrealista que es Luis Buñuel. Nos gusta su tono conversado y circense, caótico como las ensoñaciones de Mateo Martán en el circo que lo ampara de la voracidad de la urbe. Interpongamos entonces una greguería de Ramón Gómez de la Serna: “Los clowns deben tener cara de perros blancos con el hocico manchado… Perritos graciosos con una larga mancha sobre el ojo izquierdo”. La precariedad de la palabra que se burla de sí misma en pos de la redención, halla culpa y a la vez consuelo en la caricia tarifada pero bienvenida de la meretriz. Asimismo no evade bosquejar el ars poética, en la tensión habida entre la revelación y la desesperanza A la salida del fastuoso recital: “A veces amor / siento pena por los poetas: / Tanta lacerada intención / tanto esforzado ego / y sin embargo / siempre están tristes / siempre son pocos”. Los versículos no necesitan de la numeración que facilite la concordancia o intertextualidad, pues delatan impunemente la parodia de concepciones poéticas aprisionadas en compartimientos estancos, amén de patear el reverendísimo trasero de todo discurso legitimador del poder omnímodo: “Desvívase de puras ganas / y amárrese al juicio final / de sus propios dientes. // Luego pase a preguntar / por las razones / las quejas. // Nada habrá que perdonar. // Sólo indolencia” (Versículo apócrifo).

Queremos que los lectores se sumen a la fiesta de la palabra que garantiza este libro de Eduardo. La razón excede los móviles propagandísticos, no en balde dice Lêdo Ivo que la responsabilidad del crítico es descubrir a los buenos escritores con generosidad; estas líneas celebran mi amistad con Eduardo, parafraseando a Baltasar Gracián, es un yermo territorio vivir sin amigos, pues la amistad es el único fármaco que alivia la desgracia y desahoga el alma.

En Valencia de San Simeón, el estilita, a los 24 días del mes de octubre de 2009.

Saturday, October 17, 2009

CONDICIÓN DE LECTOR: JULIO RAFAEL SILVA


Rafael Simón Hurtado
Condición de lector: Julio Rafael Silva Sánchez

Foto de Luis Alberto Angulo


Julio Rafael Silva Sánchez (Cojedes, 1947). Licenciado en Educación (UC). Magíster Scientiarum en Gerencia Educacional (UPEL). Premio Nacional de Ensayos–UNELLEZ (1988), Premio Nacional de Ensayos-IPASME (1989), Premio Nacional de Ensayos Literarios-CONAC (2005), Premio Nacional de Crónicas Literarias -Centro Nacional del Libro-Red de Escritores de Venezuela (2008). Profesor de Postgrado en: UNELLEZ, UPEL, Santa María, Universidad Latinoamericana y del Caribe. Autor, entre otros textos, de Del retrato a la máscara en el laberinto literario de Arturo Úslar Pietri (2003); El mundo de las cooperativas (2004); Eduardo Mariño: el brillo y la sombra de una escritura heteróclita (2005); Carlos Noguera: el juego, la pasión y la nostalgia (2005); Francisco Lo Russo: un ángel de María Lionza (2007); Héroes y villanos, llaneros y llanura en las narraciones de José León Tapia (2008); José León Tapia: pasión, realidad y ficción poética como testimonio de vida, Prólogo a Vencido por la nostalgia, de José León Tapia (2008).


1. ¿Qué libro relee, qué autor? Recuerdo con nitidez mis primeros años de estudios universitarios, cuando una lluviosa tarde estival recibía de manos de Luis Azócar Granadillo (aquel nunca bien ponderado pescador de atardeceres) ese libro que marcaría para siempre mis gustos literarios: se trataba de Rayuela, de Julio Cortázar, novela que nunca he dejado de revisitar. Es algo recurrente: cada año, a la entrada de las lluvias, experimento la inexplicable necesidad de ir en su búsqueda: ubico en mi biblioteca el gastado ejemplar de hojas amarillentas y la aventura se reanuda, recordando siempre la frase de Azócar, anotada con su menuda caligrafía de inquietísimo bohemio: “…léelas con espíritu joven y abierto, que estas páginas te revelarán el mundo que siempre has buscado".


2. ¿Qué libro no pudo terminar y por qué? Me avergüenza decirlo, y estoy seguro de que esta afirmación me valdrá el desdén y la reprobación de muchos literatos consagrados, pero jamás pude concluir la lectura de Ulises, de James Joyce. Confieso que lo intenté varias veces, obligado por exigencias académicas, o arrastrado por las pretensiones de la moda, pero fue verdaderamente insoportable la lectura de esas páginas. Finalmente (a pesar de la insistencia de Carlos Noguera, en las acaloradas noches de la calle Lincoln), sucumbí ante las dificultades lingüísticas, los insoportables trabalenguas literarios y la pesada narrativa de este autor.


3. ¿Qué autor no le gusta? Joâo Guimarâes Rosa. Insufrible.


4. De todos los lugares de su casa, ¿cuál prefiere para leer? Confieso que toda mi vida he sido muy cómodo. Afortunadamente, tengo en mi casa un rinconcito al cual de manera un tanto pedante denomino biblioteca o estudio y en donde todo está al alcance de la mano: mis libros, la computadora, los viejos discos de jazz y de música barroca… Allí, con el cerro El Café en lontananza, prefiero leer. Pero al menos tres veces al día acudo al baño, en donde permanezco por más tiempo del que mi esposa soporta, disfrutando de la deliciosa (y paradójicamente complementaria) mixtura de la lectura y la excreta.


5. ¿Le gusta leer fuera de su casa? ¿Cómo y en dónde? Como viajo mucho por el país, debido a mis clases de postgrado en diversas universidades, utilizó el tiempo obligado de los recorridos en autobús para ponerme al día, a pesar de la estridencia de las rancheras, el vallenato o los merengues con que siempre me castigan los conductores. Me voy a permitir contar una anécdota: hace un par de años, en un viaje de Valencia a Elorza, me raspé de un tirón Papiros amorosos, de Eugenio Montejo, al ritmo de un interminable concierto que Bob Marley perpetraba desde los altavoces del bus, sin solución de continuidad: ¡siete horas ininterrumpidas!


6. ¿Qué géneros prefiere: narrativa, ensayo o poesía? Depende del momento. En las mañanas, tempranito, leo poesía: Rimbaud, Breton, Supervielle, Carrera Andrade, Sumana Sinha, García Lorca, Whitman, Borges, Aimé Césaire, Benedetti, Morejón, Ramos Sucre, Lameda, Pérez Só, Montejo… En las tardes, ensayo: Mircea Eliade, Adorno, Quignard, Chesterton, Foucault, Derrida, Paz, Rodríguez Monegal, Elizondo, Lezama Lima, Fernández Retamar, Julio Ortega, Blanco Fombona, Oropeza, Picón Salas, Araujo, Úslar, Arráiz Lucca, De Nóbrega… Y en las noches, narrativa: Simenon, Conan Doyle, Cortázar (¡por supuesto!), Durrel, Tolstoi, Moravia, García Márquez, Fuentes, Rulfo, Cabrera Infante, González León, Noguera, Balza, Chirinos, Burgos… (desorden que a veces varía, sujeto a mi ánimo y a las condiciones del tiempo).


7. ¿Cuál es su autor preferido? A riesgo de parecer fastidioso, reiterativo, un lugar común: Julio Cortázar, no sólo por Rayuela y sus otras novelas (Libro de Manuel, 62 modelo para armar), sino por sus relatos, sus ensayos e, incluso, su poesía.


8. ¿Hay algún verso o fragmento de libro que recuerde y repita?
Hay tres: de Juan Ruiz, el Arcipreste de Hita, en su Libro de buen amor (desde mis años de bachillerato en el liceo Pedro Gual, bajo la afable e ingeniosa conducción del poeta José Joaquín Burgos): …Como dice Aristóteles, cosa es verdadera, / el mundo por dos cosas trabaja: la primera / por aver mantenençia; la otra era / por aver juntamiento con fembra plasentera. De Octavio Paz, en su libro Corriente alterna: …La actividad poética nace de la desesperación ante la impotencia de la palabra y culmina en el reconocimiento de la omnipotencia del silencio. Y de Pepe Barroeta, de su poema Octubre: …Quiero verte, / ocultarme en el manto que descubre el pasado. / Quiero extender tu cuerpo de alba en las colinas. / Allá duerme, abreviado, el corazón del ángel.


9. ¿Qué autor le parece poco valorado? José Vicente Abreu. Haría falta no sólo valorarlo, sino estudiarlo en las escuelas, liceos y universidades.


10. ¿Qué libro le hubiera gustado escribir? El oficio de vivir, de Cesare Pavese.


11. ¿Con qué personaje literario se identifica? Una vez más: con Horacio Oliveira, de Rayuela.


12. ¿Con qué libro ha llorado? En realidad, con ninguno: todos los libros que amo me hacen muy feliz.


13. Nombre tres libros con los que se ha sentido un lector agradecido.
Lolita, de Vladimir Nabokov, Tres tristes tigres, de Guillermo Cabrera Infante e Inventando los días, de Carlos Noguera.


14. Si usted fuese miembro de la Academia Sueca, ¿a quién le daría el Nobel de Literatura?
Si dudar ni un instante, a Jorge Luis Borges (a pesar de que él no lo hubiera querido y, tal vez, lo hubiese rechazado).


15. ¿Qué libro le recomendaría a Dios? El diccionario del diablo, de Ambrose Bierce. Y todos, absolutamente todos los libros del divino Marqués.


16. ¿Qué libro invitaría a leer al Diablo? El Cantar de los cantares, del rey Salomón. Y todas, absolutamente todas las Epístolas de San Pablo.

Friday, October 16, 2009

UNO Y MÚLTIPLE / FESTIVAL POÉTICO ALTERNATIVO. HOMENAJE A JUAN CALZADILLA. Del 22 al 24 de octubre de 2009, Ateneo de Valencia


UNO Y MÚLTIPLE
Encuentro de Arte y Poesía
Homenaje a Juan Calzadilla
22 al 24 de octubre de 2009
Ateneo de Valencia

AUSPICIAN:
PDVSA La Estancia
Cultura Sin Fronteras / Trabajadores del Ateneo de Valencia
Red Nacional de Escritores de Venezuela
Gabinete Regional del MPPC
Alcaldía de Valencia
Oficina del Cronista / R∑DVE

El evento Uno y Múltiple Encuentro de Arte y Poesía, consiste en la realización de actividades simultáneas de artes visuales, música, literatura y poesía, en los espacios del Ateneo de Valencia.

Exp. Poética Visiva y Continua.
Juan Calzadilla

Exp. Archivo de Arte Correo Mail @rt Internacional
Keyla Holmsquit

Exp. Poemas –Objeto 1998-2008.
Franklin Fernández.

Exp. La palabra dibujada. Dibujos desde la palabra.
Colectiva

Exp. Aquello que parece ser.
Clemente Martínez.

PROGRAMA
Festival Poético Alternativo
Valencia 2009


En memoria de los poetas: Lydda Franco Farías, Jesús Enrique Guédez y Eleazar León.


Jueves 22 de octubre 5:00 PM
SALA LUIS EDUARDO CHÁVEZ


INSTALACIÓN

1. Intervenciones de Gloria Peña Cruz, Freddy Rojas, Luis Alberto Angulo y Juan Calzadilla.
2. Lectura de poemas de Lydda Franco Farías, Jesús Enrique Guédez y Eleazar León.


Viernes 23 de octubre
SALA LUIS EDUARDO CHÁVEZ

1. 9: 30 AM: Poesía y Ars poético en Juan Calzadilla: Gabriel Jiménez Emán / Enrique Mujica / José Carlos De Nóbrega.
2. 3: 30 PM: Recital poético: Alfredo Camejo/ Alid Salazar / Anaís Barrios / Leonardo Alezones / Yojaly Hurtado / Ana C. Saavedra / José Delpino / Arturo Gutiérrez Plaza / Sergio Quitral /Armando Amanaú .

Sábado 24 de octubre
SALA LUIS EDUARDO CHÁVEZ

1. 9: 30 AM: Micrófono abierto: Participación del Taller Libre de Poesía de la UC. Lectura de poemas de Yhosmary Franco/ Mariana Ayala / Luis Ceballos /Eileen Flores / Moisés Uribe / Rosa Francisca Beotegui / Juan Calzadilla.
2. 3:30 PM: Presentación del libro Antología poética de Eduardo Mariño. Palabras de José Carlos De Nóbrega, relator del I Festival Poético Alternativo.
3. 4:15 PM: Recital poético: Eduardo Mariño / Roberto Santana/ Juan Chávez López / Johnny Figueroa / Miletza Rodríguez/ Aurymar Granadillo / Mohamed Hassan / Manuel Cabesa / Luis Ernesto Gómez / Erasmo Fernández / Skarlet Boguier.
4. 6:00 PM: Actividad Musical: JAZZ-RAP.


Asesor: Juan Calzadilla. Relator: José Carlos De Nóbrega. Relaciones Institucionales: Gloria Peña Cruz. Representante MPPC Carabobo: Freddy Rojas. Promoción: Logística: Beatriz Rojas. Coordinadora Aragua: Skarlet Boguier. Coordinadora Cojedes: Aurymar Granadillo. Coordinación General: Luis Alberto Angulo.


Tuesday, October 06, 2009

RETRATOS CRUDOS DE LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA. VANESSA PÉREZ RESEÑA RE/MISIONES DE YURI VALECILLO


Retratos crudos de la época contemporánea
Vanessa Pérez

El Universal, Domingo 04 de octubre de 2009


Una vez más la lente del valenciano Yuri Valecillo capta la realidad que viven los diferentes personajes del mundo para dar vida al montaje fotográfico Re/Misiones, expuesto en la Librería La Palabreta, ubicada en la colonia Roma.


A lo largo de su carrera el artista ha perseguido un sólo objetivo, el de convertir la fotografía en un discurso inusual, impregnado a su vez de una convincente y equilibrada estética.


El fotoperiodismo de Valecillo deja entrever las miserias y metáforas de la vida. El fotógrafo trata de captar lo que sucede en su entorno, sus fotos se pasean por el individuo y por los diferentes contextos sociales.


Lo mismo destaca una imagen de un obrero que la de un religioso, mendigo, guerrillero o huelguista. La idea base es buscar el otro lado de la moneda de la fotografía.


Escenas cotidianas


“Me gusta viajar alrededor del mundo para encontrar momentos o personas perfectas de las cuales mi cámara se enamora inmediatamente. Al congelar las imágenes no estoy pensando en la estética, lo único que pasa por mi cabeza es encontrar el mejor instante para mirar la escena”, asegura el fotógrafo.


La muestra revela el sello personal del valenciano ya que es una compilación de sus imágenes más impactantes que ha tomado a lo largo de su trayectoria artística, en diferentes escenarios.


Más que ilustraciones comunes, las obras del creativo son pedazos de un día cualquiera, que pocas veces logramos captar debido a la vida tan acelerada de la metrópolis.


“No tengo nada en contra de los fotógrafos contemporáneos que manipulan las imágenes con los accesorios que brinda la revolucionaria tecnología pero mi trabajo prefiero basarlo en las imágenes crudas y tangibles, en la realidad”, cita Valecillo.


Los expertos en el ramo de la fotografía describen las obras del artista como una mezcla depurada de técnica, azar y controversia.


Antes de dedicar su vida a las cámaras, Valecillo era militante político, solamente sabía preparar bombas molotov y escribir panfletos de protesta hasta que un día compró una cámara para retratar los enfrentamientos y eventos en los que participaba. Por ello afirma que es un fotógrafo de la calle, pues en ella desarrolló su gusto por las imágenes y a ella dedica cada una de sus piezas.


“Más que un artista de la fotografía prefiero ser catalogado como un reportero gráfico, un cronista visual del mundo y sus alrededores”, Valecillo.


Yuri en cierto modo tiene razón pues apuesta por el subsidio cultural para hacer fotos estéticamente vacías y amordazadas. Sus imágenes hablan de un espacio urbano lleno de sensibilidad.


“Si tuviera que definirme diría que soy un vagabundo que recorre museos, bibliotecas y centros culturales con sed de aprender y empaparme de los sentidos que respiran las ciudades, desde la más importante del mundo hasta la más recóndita”, cita el fotoperiodista.


Controvertidos montajes


La mayoría de las exhibiciones de Valecillo terminan por impactar al espectador, debido a que se salen del protocolo establecido.


Tal es el caso de aquella muestra en la que colocó sus fotografías, como indican las normas expositivas, en la pared de la galería; no obstante, también tapizó el piso con ellas. Cuando los visitantes recorrían la muestra inevitablemente tenían que pisar las imágenes, que fungían como alfombra, hecho que terminó por causarles una gran incomodidad.


Y el montaje Re/Misiones, no ha sido la excepción pues en su inauguración, el público asistente tuvo la oportunidad de observar las fotografías de Valecillo mientras escuchaba el recital de los textos más famosos del poeta mexicano Mario Guzmán.
FUENTE: Diario El Universal/ México. http://www.eluniversal.com.mx/estilos/64470.html

Thursday, October 01, 2009

PERFILES SUBYACENTES (1): EDGARDO PARRA


PERFILES SUBYACENTES (1): EDGARDO PARRA


Edgardo Parra (? - 2010, posible incineración simbólica en la Plaza Mayor de Valencia de San Desiderio). Ingeniero y presunto Alcalde socialista de la ciudad de Valencia (hasta el día de hoy se desconoce si es derecho o zurdo en las ideas). Obtuvo la Alcaldía en el año 2008, gracias al aporte electoral del Sur de la ciudad más las fraticidas luchas divisionistas en el seno de la derecha, factores que impidieron convertir el municipio en un aserradero y un sucedáneo del Club Ítalo-Venezolano. Entre sus logros tenemos la equívoca bandera de la ciudad que pretende complacer a tirios y troyanos (sugerimos entonces que nuestra bandera tenga los colores de su similar de la Segunda República Española) ; el enmascaramiento en alba cal del abandonado puente Morillo (proponemos que se llame Juan Uslar o nuestro puente sobre el río Kway) ; la ratificación de las corridas de toros como bastión de la oligarquía valenciana y única manifestación cultural de la ciudad (a los amantes de la literatura se les exige no invitar al Alcalde a las Ferias de Libros, pues es anatema distraer su atención, centrada en las ferias mercachifles y bufas del Parque Recreacional Sur) ; el desafiar al Papa condenando al limbo el hasta entonces Museo Arturo Michelena de la Plaza Bolívar (Guillermo Vizcaya no le tiene aún mote alguno a este Club de Amigos inaccesible al público) ; la persecución a medio derruir de los comerciantes informales de Bella Florida (pues no se sabe si se construirá en el terreno baldío un liceo o un Centro Comercial que lo reconcilie con la burguesía local) ; y, mejor aún, modificar el calendario a punta de cantos gregorianos made in Bonchona FM (el fin de semana, por ejemplo, pues se borra de un plumazo los domingos; bailan en una sola pata licoreros y vikingos). Al burgomaestre le angustia el 11% de aceptación popular, muy a pesar de su incursión mediática como animador de su sábado sensacional, remedo burdo de Aló Presidente. Por lo tanto, se le recomienda -en tanto carta bajo la manga- que se inscriba en Un Nuevo Tiempo, lo cual le garantiza pasaje sin retorno y sin escalas a Lima, pues se augura una segura derrota electoral en el referendum revocatorio. ¡Salud, Afición!

Sunday, September 13, 2009

CIRCO. JOSÉ JOAQUÍN BURGOS


Indocencias

Circo

José Joaquín Burgos


En cada niño hay un circo que con la vida y los años corre, serenamente, hacia la hora en la cual cesan todas las sensaciones, se apagan los pensamientos y el tiempo sigue, con sus aguas, corriendo hacia la eternidad. Es, como bien puede decirse, un equipaje para ese viaje sin retorno que emprendemos, inexorablemente, desde el instante mismo de la concepción. Primero, en los sueños de la madre y el padre. Después, entre los asombros que seguramente produce sentirse vivo, respirar, expandir los pulmones con el llanto y la risa, saborear el placer de la lactancia mientras las aguas amnióticas del océano en el cual se formaron las carnes y los huesos, se diluyen en el más elemental de los olvidos. Todo es parte del gran misterio. De ese gran misterio en el cual nos envuelve la existencia, tan elemental y tan críptica que jamás ser alguno llegará a comprenderla del todo... Tal vez, en el fondo, el circo sea la magia, la única magia verdadera para entender o por lo menos para aceptar la vida como un regalo de ese niño que en el fondo es Dios; ese Dios que en el fondo es un niño embrujado por su propia magia.

Eso, en la placidez de un domingo entregado al placer del reposo, pienso mientras releo, con inagotable fruición, el breve pero inmenso libro "El elefante muere", de Guillermo Cerceau. Una plaquette, en términos tipográficos; pero una inmensa lección de sabiduría para quienes por fortuna llevamos siempre palpitante el corazón de un niño en nuestro propio corazón. El elefante "este ser enigmático, más antiguo que el hombre y los libros", muere sin ceremonias; "muere, porque está más allá de la ubicuidad del Ser, de lo Mismo, de todos los círculos en los que nos encieran y nos encerramos". En el fondo, la muerte del elefante es algo así como nuestra propia muerte. El elefante muere, pero siempre habrá un elefante en la vida y en el corazón de cada niño. Guillermo Cerceau es, sin duda alguna, un mago lleno de sabiduría.

Wednesday, September 09, 2009

BRÚJULA Y CARTAS MARCADAS. 2 TEXTOS DE YILLY ARANA


BRÚJULA


Antes era el artista del alambre. Daba saltos mortales sin la red y el público gritaba entusiasmado con la secreta esperanza de que fallara. Sin embargo cada pirueta mía era mejor que la anterior; por lo que no les quedaba otra alternativa que aplaudir rabiosamente a la negra y orgullosa figura voladora.


Definitivamente la confianza da asco y uno se va acostumbrando a hacer fácil lo difícil. De allí a ensayar lo imposible con los ojos vendados sólo hay "un brinquito", valga la metáfora. La tentación fue muy fuerte y por eso un mal día no defraudé a la ansiosa concurrencia: La caída me rompió todos los huesos. Ahora vitorean sin mucha convicción a otro saltimbanqui, menos temerario; pero con un traje más colorido. Y cumplen con sonreir ante una destreza libre de sorpresas. Los bastardos quieren sangre y sólo obtienen la fotografía de un bistec.


Hoy trabajo como payaso. La verdad es que no se me da mal. No obstante, la sonrisa pesa más que la mancuerna descomunal de Piotr el calvo forzudo de ridícula trusa rayada, imitación de piel de leopardo. Porque aunque la galería aplauda todos mis chistes malos, yo sé bien que muchas veces ya los conocían de otras rutinas ya vistas, de anteriores funciones, de cuando en las alturas de la carpa yo retaba a la única y verdadera democracia. Aplauden y se ríen por inercia; sus bocas se curvan por costumbre, casi diría que por cortesía con el bufón que resbala y cae sin mayores consecuencias.


Lo peor de todo es cuando no quiero salir a escena porque me duelen los mal soldados huesos; o cuando los niños me ensucian con sus helados; o cuando gritan si me acerco mucho porque a los más pequeños de los mocosos les asusta mi estrambótica nariz colorada; o, sencillamente, cuando no me apetece hacer muecas o simular golpes y chichones. Sin embargo, tengo que hacer todo esto y más porque el que paga manda y al igual que todos necesito comer. Ríe y el mundo reirá contigo... me repite sin cesar la misma voz burlona que me incitaba a colgarme con una sola mano cuando bien podía haberlo hecho con las dos. Parece que no se cansa de apretar donde molesta.


Consciente de la encrucijada en que me encuentro, también sé que podría ser incluso peor: al cabo que no estoy encargado de bañar a los elefantes o de barrer la jaula de las fieras. Sin embargo estoy seguro de que si no logro escapar, ese es el fin que me espera. O quizás termine mis días, viejo y derrotado, zurciéndole las medias a la mujer barbuda que últimamente me sonríe con una rara mezcla de inocencia y picardía, esperando quizás a que me rinda de una vez y me vuelva su confiable proveedor de consuelo. Pero aunque esa fuese una forma tan válida como cualquier otra para conseguir comida y techo, lo cierto es que prefiero el alimento del aire enredado en mi cuerpo antes que la seguridad del potaje. El calor de una cama tranquila no se compara jamás con la canción que entona mi sangre cuando golpea rítmicamente las puntas de mis dedos mientras busco en medio de la nada el incierto asidero del trapecio.


Lo dije: amo volar.


Y cuanto más alto, mejor.


No importa si el vuelo es breve; ni tampoco si es el último. Por eso llevo meses robando puñados de pólvora que escondo en una caja de madera oculta bajo mi catre, bien seca y segura. Porque cuando reúna los diez kilos que necesito voy a purgar al hombre-bala justo antes de que inicie su acto. Así tomaré su lugar y entonces la máxima atracción del circo no se limitará a cruzar el espacio de la gran carpa para aterrizar en la red, sonreírle al público y recibir sus aplausos. Esa noche el impulso me sacará del espectáculo y a ellos de su hipocresía. Ahí los dejaré a todos con su nada, con sus rostros felices de ser ellos mismos, preguntándose cómo diablos hará ese extraordinario hombre-bala para regresar de la luna.



CARTAS MARCADAS

Todas las claves han sido dadas,
todas sus infinitas combinaciones han sido formuladas ya.
A cada instante elegimos uno de estos resultados previstos
y a esto, ilusamente, llamamos libre albedrío.

Yilly Arana. Es abogado egresado de la Universidad de Carabobo. Perteneció a la redacción de las revistas Nostromo y El Perro Azul, en las cuales ha publicado ensayos, dibujos y tiras cómicas. Es miembro fundador del Grupo de incursiones culturales y científicas Li Po.

Ilustró el libro El Elefante Muere (2007) de Guillermo Cerceau. Un cuento suyo, Un asunto privado, forma parte de la Antología Terrorista (2008) del Grupo Li Po.

Sunday, September 06, 2009

HAMPONATO POLÍTICO. ARMANDO AMANAÚ


HAMPONATO POLÍTICO
Armando Amanaú


La ilustración (nada que ver con los enciclopedistas franceses) es cortesía de Juventud Activa 2007 (revisita balurda de las juventudes hitlerianas).

La delincuencia desatada en este momento en el país, mucha gente en el gobierno y en la oposición convencional no quiere aceptarlo, representa y es un hecho absolutamente de naturaleza política. Hay opositores a la 5ta. República que disfrutan (mientras a ellos nada les suceda) de ese clima terrible que se cierne sobre nuestra sociedad. Se hacen eco del tiempo de la violencia, son propagandistas de eso porque asumen (de manera descocada o ingenua), que es un asunto que sólo le compete al gobierno y que finalmente, frente al caos, los ganadores serán ellos, los opositores de Chávez.


Hay, también, gente en el gobierno que no es capaz de ver lo que en realidad sucede y argumenta a favor de no ejercer violencia alguna en ciertos sectores, porque así se expresaría la violencia sobre los más débiles. La verdad es que es el pueblo llano quien más sufre de los embates de esta continua agresión del hampa organizada que de manera impune asesina, secuestra, roba, ultraja, viola, chantajea, prostituye, degrada y obstinadamente obstaculiza los mayores y mejores intentos del país sobre la sociedad en general. Las llamadas clases altas y medias son agredidas económicamente con las vacunas y el secuestro, a los otros, a los pobres, les arrancan, junto a la esperanza y sus escasos recursos, lo único que poseen, nada menos que sus propias vidas.


El hamponato político, fundado y sistemático, sobre la sociedad venezolana, es en realidad expresión de una nueva forma de guerra no convencional, pero igualmente sangrienta y sórdida como aquéllas. Corresponde a una estrategia que viene de afuera cuya punta de lanza es el paramilitarismo colombiano y los grandes carteles (o el gran cartel) de la droga, pero cuyas implicaciones van mucho más allá, pues tiene que ver con petróleo y otros grandes recursos naturales sudamericanos.


Una estrategia política suicida es asumida por cierta radicalizada oposición al creer poder establecer con impunidad alianza con esa política foránea de agresión. Será destrozada en cualquier forma, sin embargo es necesario estar consciente de ello y develar frente al mundo el fatídico signo que le marca la frente como al bíblico Caín. No obstante, es en los sectores del gobierno donde es imprescindible, se entienda y se asuma con total radicalidad, el alcance de esta forma de asalto contra la nación. Las mil caras de la corrupción económica, política y social, la ineficacia gubernamental en todos los niveles, el burocratismo, la intolerancia, la ausencia de liderazgo revolucionario auténtico, conspiran en conjunto, como agentes infiltrados en contra de la patria y se constituyen también en enemigos despiadados de la sociedad.


La ofensiva revolucionaria debe ser en todos los terrenos, el internacional, el nacional, los espacios regionales y locales. Deben abrirse, aún más, canales de participación para la denuncia y defensa del país. Frente a la devaluación de nuestros recursos, la valorización de ellos a través del esfuerzo y la grandeza de nuestros colectivos de auténticos hombres y mujeres libres: ¡VIVA LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA!

Friday, September 04, 2009

GUILLERMO MENESES Y EL ACECHO JESUÍTICO. José Carlos De Nóbrega


Guillermo Meneses y el acecho jesuítico

José Carlos De Nóbrega


A Orlando Chirinos: En virtud de los favores recibidos.
Como holocausto maracucho
de plátanos, mercaderías y misceláneos
en el incensario de los chinos.


“El primer preámbulo es la composición de lugar,
que es aquí ver con la vista de la imaginación
la longitud, anchura y profundidad del infierno”.
San Ignacio de Loyola: Ejercicios espirituales.

No soy de aquellos que consideran dividir la obra narrativa de Guillermo Meneses en dos individuos diferentes, o peor aun, en dos antípodas a los efectos de una aproximación que se precie de ser pertinente. Tal cuestionado “razonamiento” me parece válido, por ejemplo, en el lúdico acometimiento de un texto narrativo.

Es el caso del cuento La vida privada de Henry James: el personaje protagonista, un afamado escritor, se escinde en dos; el uno, exhibiendo su carisma en los grandes salones e infaltables ágapes; y el otro, rumiando su misantropía en la oscuridad de la habitación de trabajo. No hay dos escritores denominados Guillermo Meneses 1 y 2; se nos antoja más prudente y adecuado hablar de dos momentos susceptibles de diferenciación en su obra cuentística y novelística. Bien lo asevera Javier Lasarte (1999):


“Sin embargo, en la mayor parte de los casos, la crítica ha preferido quedarse con la última producción del escritor, restando valor a sus primeras obras, tildándolas a menudo de inmaduras, ingenuas y criollistas, o considerándolas como simples esbozos preparatorios de su obra mayor (...), sin entender a menudo el proceso intelectual y artístico que dio base a aquellas primeras producciones y olvidando el carácter y los efectos de las diversas transformaciones ocurridas en la narrativa menesiana a mediados de los años cuarenta” (p. X).


El escritor es uno solo en la diversidad de las voces que le apremian durante su ciclo creativo. Sin duda alguna, el caso de Guillermo Meneses —en cuanto a su peculiar proceso de creación literaria— es uno de los más interesantes de la narrativa venezolana contemporánea.


Si nos atenemos a su obra cuentística, compilada por el mismo autor en Diez cuentos —cuya primera edición data de 1968—, hallamos un trajinar evolutivo que va del detritus de la literatura costumbrista a la innovación del discurso narrativo heredera de la vanguardia de principios de siglo —la cual se haría sentir tardíamente en nuestro país a partir de la segunda postguerra. Los primeros cuentos de los años treinta, si se quiere, prefiguran textos posteriores y depurados como “La mano junto al muro” (1951). Persisten las obsesiones temáticas, los personajes marginales, la transición del paisaje rural al urbano; el giro descansa en el tratamiento de dichos aspectos. Del enfoque realista de la trama a la digresión discursiva per se: metamorfosis y metástasis de la narración lineal que muta en la culebra engullendo su cola. Del abordaje exteriorista y local del paisaje a su más interiorizada asunción (¿absorción?) que lo recrea y transforma. Los personajes, mostrados a la luz de la unilateral óptica realista en un primer momento, se descomponen más tarde en los fragmentos afilados del espejo hecho añicos en el piso. Precisamente, el fluir de la conciencia de los personajes se iría desenvolviendo en los relatos de una manera más ambigua y ajustada al atonal y dispar concierto de voces que les embarga. Se trata de la soledad del personaje alienado en el inhóspito paisaje urbano. Siguiendo a Robert Musil: “El envilecimiento es una soledad más y un nuevo muro más sombrío”.


“Adolescencia”, uno de sus primeros cuentos, publicado en 1934, constituye un particular y breve ejemplo de lo que los alemanes categorizaron con el nombre de bildungsroman o novela de formación (1). Recrea la atribulada rebeldía de Julio Folgar contra el orden establecido a su alrededor: el moralismo del hogar encarnado por doña Isabel, su madre; y el severo y acucioso puritanismo, si así puede decirse, de la atmósfera del Colegio Jesuita bajo la impronta espiritual del padre Echevarrieta. Sólo que la rebeldía venía aparejada con los ardores y el paladinismo de la adolescencia: el tener a su merced el mundo y el tiempo, anchurosos por demás. El clímax del relato se hace objeto y símbolo cuando Julio graba en el guayabo el contrato por medio del cual pide al Diablo la satisfacción plena de su concupiscente sed. Sugerido el coito con la negra Mariana, la lavandera, un Folgar acosado por la culpa se rinde ante el padre Echevarrieta, siguiendo quizá las emblemáticas máximas jesuitas perinde ac cadáver y ut senis baculus, confesión del cuerpo inerte sostenido por el bastón de un anciano. Si bien el final de la historia fue juzgado como flojo y pacato, además de lo unidimensional de su tratamiento lineal, este cuento es perfectamente rescatable por aspectos tales como la pericia narrativa apuntalada en la técnica del ensamblaje de “materiales” variados en la configuración del discurso (el largo y tedioso discurso final del padre Echevarrieta a los que pronto egresarán del Colegio, la letra del foxtrot “Salomé”, el retrato juvenil de la madre de Julio Folgar, los cuales se fundirán y reharán en la febril imaginación épica y sensual del adolescente protagonista), cosa poco frecuente en nuestras letras de aquel entonces. Otro punto a favor estriba en la tensión erótica, psicológica y existencial del personaje púber contrapuesto a un entorno oprobioso y asfixiante, muy a pesar del bucolismo de la Caracas de principios de siglo. Al respecto, Domingo Miliani (1973) declara que “Es la ruptura, como en Joyce (2), con el esquema paterno, la fijación maternal, edípica del Eros y su descubrimiento en una sirvienta negra. Ese despertar cierra el cuento de Meneses”. Julio Folgar se prueba ante el espejo las máscaras que componen el juego de simulación que es a la vez la conformación de la personalidad, de la línea de sombra que según Conrad significa el umbral de la adultez. Condicionada al final por el acecho de la atrición —temor al Infierno, excitados los sentidos por la chamusquina de las almas en fuego y azufre, amén de los alaridos y las blasfemias de los condenados— que calza con el utilitarismo terrorista de la Escuela Jesuítica. Hasta este instante, la biografía nos presenta en 1928 a un joven Meneses recién graduado de bachiller, egresado del Colegio San Ignacio, encarcelado y agobiado por los trabajos forzados en Las Colonias, luego de participar políticamente en contra de la dictadura gomecista. Sus medallones y escapularios fueron echados y pisoteados en un gesto de disconformidad.


“La balandra Isabel llegó esta tarde”, también de 1934, es un cuento que, pese a su estructura tradicional, llamó la atención de la crítica y los lectores de la época. Tanto en los denuestos de godos y liberales, como en los elogios de lectores menos desprevenidos. Representa el punto más alto en el inicio del intervalo creativo de la obra narrativa de Meneses. Coincidimos con Orlando Araujo (1988) en cuanto a que este cuento simula el cierre de la figura, pues se estructura de forma abierta “en espiral que arrancando de un centro enigmático, al mismo tiempo vivencial y ontológico, vuelve a él y lo circunda como una serpiente interminable cuyos anillos enroscan y aprietan a una víctima que no se rinde” (p. 34). El enfoque realista de la anécdota, centrada en la vida de personajes marginales a la vera del puerto de La Guaira, no oculta una noción cíclica del tiempo que raya en el fatalismo, más allá del determinismo político y socioeconómico de la coyuntura histórica, el positivismo en boga: las máscaras no salvan al hombre, más bien lo cosifican en la calma chicha de una existencia mustia y desesperanzada. Martinote no es más que un sucedáneo de Segundo Mendoza, víctima en pos del cuerno de la abundancia allende el mar, victimario de las románticas aspiraciones de Esperanza en cuanto a redimir su vida atada aún al catre del lenocinio. La masa de meretrices y marineros bailan danzones y boleros toda la noche, embriagados en la esperanza fútil de amores correspondidos y fortunas por venir. Si bien el texto responde aún a los cánones del criollismo y el realismo, sobre todo en lo concerniente al afán didáctico y moralizante, la mirada sobre los personajes está revestida de ternura y cierta simpatía solidaria respecto a su destino inevitable. Es ilustrativo el estribillo “¿Qué será lo que tiene que decir Esperanza?” (Meneses, 1999, p. 31), musitado por el narrador y más adelante por Segundo (“¿Qué es lo que me tienes que decir?”, p. 32), a la manera de los melodramas radiales tan de gusto en la Cuba de antes de la Revolución. No es casual entonces la visión melodramática del cuento en el filme homónimo de Cristhensen (1950) —ajustada por cierto al paradigma del cine mexicano—, protagonizado por Arturo de Córdova, Néstor Zavarce y Tomás Henríquez. En resumidas cuentas, se descuelga la ubicuidad del sacerdote jesuita, facilitada por un intrincado sistema de pasadizos secretos, acechando y reconviniendo piadosamente a los indios guaraníes en estado pecaminoso, teniendo la selva paraguaya como escenario. Se trata de un Guillermo Meneses optimista e ilusionado en el ideal del progreso.


“Borrachera” (1936) y “Luna” (1938) son cuentos de una índole distinta en cuanto a la consideración moral, no moralista, de los personajes. En el primero de los casos, el negro Antonio es expuesto en toda su precariedad y miseria: alienado, tragado y vomitado por la monstruosa urbe, cuya fealdad es sobredimensionada en el “trance” de la ebriedad. A contracorriente de los cuentos anteriores, no encontramos descripciones exterioristas, directas y románticas de la ciudad; por el contrario, el sórdido paisaje se insinúa acosando a este negro pobre, aturdido por la borrachera: “Atravesando sueño, cansancio y borrachera, la idea del trabajo lo despertó. Debía estar en el almacén rápidamente” (Meneses, 1999, p. 64). El obrero a merced de un círculo infernal: de la maloliente buhardilla a la explotación del almacén, siendo la taberna el descanso de la escala que sólo conduce al envilecimiento, cuesta abajo en la rodada. Especulando su teoría de los espejos, Meneses (1953) comenta: “Si me dedicara a cazar las imágenes de entonces, podría pensar en las fronteras de la miseria que eran los callejones del barrio cercano, en la sombra de la escuela” (p. 69). Muy a pesar de su estructura lineal, “Borrachera” acierta en exhibir en atisbos la fragmentación de la conciencia de Antonio, su protagonista atribulado. La transición del paisaje rural (al modo de la Arcadia, el mundo perdido) hacia el urbano fluye de la canción materna (“Antonio Retoño / mató a su mujer / con un cuchillito / del tamaño de él”) a la estridencia de la rocola en el botiquín. Al igual que en “Luna”, el personaje protagónico no puede dar rienda suelta a su lado oscuro, en tanto vía posible de expiación y liberación: ni Antonio asesina a la horrenda puta —víctima propiciatoria que sustituye a la ciudad— con la cual cohabitó en el chirriante y oxidado camastro, ni el indio Malavé logra en el acceso etílico —a falta de hembra— consumar el incesto; ambos cercados por el sombrío mecanismo de la represión enclavada en el resentimiento. Las expresiones que remedan el mágico mantra, el “Quiero. Quiero” de Antonio y el silbido “Ti-ti-ti” de Malavé, no constituyen conjuros que reviertan la áspera y dolorosa realidad que trajinan, tan sólo un estupendo recurso fónico y metafórico del cual se vale Meneses en el acto de enhebrar la trama.


Finalmente, “La mano junto al muro” (1951) consolida la búsqueda y los hallazgos de la narrativa menesiana desde sus inicios mismos. Jesús Puerta (1999) lo resume de manera harto pertinente:
“La evolución de nuestra narrativa hacia la integración de los elementos de denuncia social o ética y los nuevos recursos estéticos vanguardistas, es apreciable incluso en el caso de la obra de algunos escritores considerados individualmente. Un ejemplo claro es el de Guillermo Meneses” (p. 160).


El paisaje urbano va a la par del discurso narrativo, centrado no en la anécdota y sí en la fragmentación del lenguaje. El burdel de puerto, antes un antiguo castillo, supone la devastación de la ciudad romántica y afrancesada de Guzmán Blanco, la cual cede su lozanía al asfixiante y caluroso enseñoramiento del concreto y el hacinamiento en compartimientos estancos. El espejo del cuartucho de Bull Shit, la meretriz asesinada, roe quebrando en pedazos el entorno revelando tan sólo sombras (“La vida de ella podría pescarse en un espejo... O su muerte”, Meneses, 1999, p. 177). El tema del relato no se afinca en la resolución del asesinato, por el contrario, la trama policial forma parte del juego de simulación que apunta más bien a una consideración del tiempo, de lo efímero de la existencia. No la depreciación del tiempo histórico, sometida a los caprichos de las concepciones historiográficas; el relato se refiere más bien a la acción erosiva y disolvente de la entropía, pues el paisaje y los personajes se van desmoronando en las idas y las vueltas cíclicas de los pasadizos y callejones sin salida que propone su discurso. Impera una preocupación de orden metafísico y ontológico. La voz narrativa, forjada la atmósfera nihilista, titubea una y otra vez, se hace repentina y monocorde como el habla de los borrachos ante sus convidados de vidrio. Se metamorfosea y quebranta en los personajes por demás desdibujados, imitando los efectos lumínicos de los lienzos del demiurgo Reverón. “Engañarse y engañar, ocultando que sólo son fantasmagorías que en cada quien tienen su origen, su asidero y su final. Sombras que, en algún momento, pueden aparecer más eficaces que la realidad” (Meneses, 1953, p. 71).
Jesucristo y Judas son los lados complementarios de una misma moneda, con la cual se financian las indulgencias que no llevan a ninguna parte, las traiciones y las orgías a las puertas de los templos y los burdeles.


Notas

(1)Como ejemplos dispersos de este género tenemos Las tribulaciones del joven Törless, de Robert Musil; Retrato del artista adolescente, de James Joyce; La línea de sombra, de Joseph Conrad, y El lobo estepario, de Hermann Hesse, o Piedra de mar, de Francisco Massiani.

(2)Domingo Miliani asevera el paralelismo del relato y la novela Retrato del artista adolescente, de Joyce. En cambio, Javier Lasarte aduce que el planteamiento del cuento está bastante alejado del “modelo joyceano”, si se considera su desenlace.


Referencias bibliográficas

Araujo, Orlando (1988). Narrativa venezolana contemporánea. Caracas: Monte Ávila.
Lasarte, Javier (1999). Prólogo en Diez cuentos de Guillermo Meneses. Caracas: Monte Ávila. Páginas VII-XXXII.
Meneses, Guillermo (1999). Diez cuentos. Caracas: Monte Ávila.
— (1953). “Teoría de los espejos”. Revista Nacional de Cultura, 100 (1), 69-73.
Miliani, Domingo (1973). Prueba de fuego. Caracas: Monte Ávila.
Puerta, Jesús (1999). Modernidad y cuento en Venezuela. Valencia: Consejo de Desarrollo Científico y Humanístico, Universidad de Carabobo.

Texto perteneciente al libro Salmos compulsivos por la ciudad editado en PDF por LETRALIA
http://www.letralia.com/ed_let/salmos/index.htm