Friday, August 24, 2012

120 OBRAS ANTOLÓGICAS PREMIOS ARTURO MICHELENA (CONVERSATORIOS).MUSEO DE ARTE VALENCIA (ATENEO DE VALENCIA), DEL 6 al 27 de septiembre de 2012

120 OBRAS ANTOLÓGICAS PREMIOS ARTURO MICHELENA (CONVERSATORIOS). LUGAR: MUSEO DE ARTE VALENCIA (ATENEO DE VALENCIA), AVENIDA BOLÍVAR NORTE A UN PALMO DE LA ESTACIÓN CEDEÑO DEL METRO. REPROGRAMACIÓN.


                                           Cena en el éxodo de César Rengifo




- 6 de septiembre 2012, 3 pm, “Significado de las Artes Gráficas en el desarrollo de mi obra”. A cargo de Luis Noguera.



- 13 de septiembre 2012, 3 pm, Bugallo por Bugallo.



-20 de septiembre 2012, 3 pm, Crónica compulsiva del Salón Arturo Michelena: Desde sus inicios hasta Javier Téllez. A cargo de Angulo y De Nóbrega.



-27 de septiembre 2012, 3pm, Ceramistas en el Salón Michelena. A cargo de Marta Iribarren.

CRÓNICA COMPULSIVA DEL SALÓN MICHELENA: DESDE SUS INICIOS HASTA JAVIER TÉLLEZ (CONVERSATORIO REPROGRAMADO). Ateneo de Valencia, jueves 20/9/12, 3 pm

Crónica compulsiva del Salón Michelena: Desde sus inicios hasta Javier Téllez (Conversatorio REPROGRAMADO)



Fecha y hora: jueves, 20 de Septiembre de 2012, 3 pm.

Lugar: Museo de Arte Valencia (Ateneo de Valencia), avenida Bolívar Norte a un palmo de la estación Cedeño del metro.

Infrmación adicional:

Los escritores Luis Alberto Angulo y José Carlos De Nóbrega conversarán en torno a su apreciación  personal del Salón Arturo Michelena. Comprenderá una panorámica lúdica y crítica de tal confrontación artística desde sus inicios hasta la obra de Javier Téllez. Jueves 20 de septiembre de 2012, 3 pm.

EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (4)

EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (4)


José Carlos De Nóbrega

                                                         Ilustración de Yilly Arana    

Todavía no me canso de decir que Juan Calzadilla (1931) es el poeta más joven del país. A sus veinte años de edad poética y artística, sigue obsequiándonos libros y dibujos asombrosos. Su actitud crítica y traviesa ante la vida persiste con terquedad: Su propuesta plástica, por ejemplo su Poética visiva y continua, vincula el dibujo y la poesía con absoluta impunidad; es caligrafía que recrea en el museo  un maravilloso circo que complacería a Mateo Martán, atenuando así el dolor de su alma escindida y astillada. El poeta abre el cuerpo del poema para escrutar las almas resbaladizas de los espectadores; dialogamos con nuestro amigo en el vouyerismo de la ranura que nos invita a dar el gran salto. Los libros de Juan tienen un indudable carácter objetual, pues son tocables y nos tocan de la única manera posible, esto es por vía de la Poesía del Decir. Tomamos estos cuerpos escritos con una dosis de simpatía, complicidad y sumo placer: Agendario (1988) nos demuestra una vez más su visión cruda, irónica pero amorosa de la ciudad; el estrecho e inútil formato de la agenda se convierte en la cama sobre la cual se revuelcan cuerpos desnudos, bestias y versos insólitos. ¿Qué decir de la inmediatez poética de Noticias del Alud, ese breve poemario que embiste la hipocresía de los medios de comunicación y la compasión de beatos y pequeños burgueses ante el deslave de Vargas? Si revisamos su más reciente antología personal, Ecólogo de día feriado, no nos sorprende que el discurso poético de Juan transite impunemente entre el tratamiento de la imagen surrealista de Ciudadano sin fin y la Poesía del Decir que hoy día ennoblece la lectura cómplice del mundo. Como bien observara Miguel Márquez, la terca rebeldía de Juan Calzadilla no ha claudicado ante los accidentes históricos que le ha correspondido ver y criticar: Su poesía es multiforme, pues asume indistintamente la lírica del rock o el punk, las pintas obscenas y cómicas en las paredes de los espacios públicos, o la impostura discursiva de los manuales de instrucciones que ponen nuestro mundo de cabeza. El discurso transgenérico no es pose intelectual ni diletante experimentalismo vacuo, sino la encarnación deliciosa del juego de la línea y la palabra: “En nuestra ciudad hay muchas variedades / de perros y una sola especie / de ciudadano: el perro”. Si bien un guariqueño, Enrique Mujica, nos enseñó a escuchar y saborear el habla llanera en tanto trapiche –almacén, inventario y alambique-, este muchacho de Altagracia de Orituco hace otro tanto en el abordaje lúdico y combativo de la ciudad: “como jonás lleno de incertidumbre / moré en el vientre de la ciudad”. No hay una preocupación compulsiva por el estilo, pues las flores de papel de seda no son más que un triste remedo de la realidad circundante; se trata de decir las cosas con la propiedad y la soltura que necesita el coito de la voz poética con el mundo, no importa si el tenor es dramático o sardónico.

EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (3)


  EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (3)

José Carlos De Nóbrega

Enrique Mujica (1945) nació en San Juan de los Morros. Este guariqueño es profesor titular de la Facultad de Ingeniería de la Universidad de Carabobo. Fue vicerrector académico de la Universidad Rómulo Gallegos. Su obra poética ha recibido recompensas tales como el III Concurso Literario de la Facultad de Ciencias de la Educación de la U.C. (1972), el premio José Rafael Pocaterra por Las Formas del Verano (1978) y el de la Bienal Mariano Picón Salas (1998) por Tintas Quemadas. A ambos títulos se suman los poemarios Cada vez más ausente (1975), Ejercicios para el olvido (1979), Intentos (1979), En un simple movimiento de lo infinito (1981), Fondo y Espuma (1980), Vaquería (1992), Vigilia de los metales (2004), POEMAS DEL DECIR (2005) y las colecciones Obra Poética 1970-2000 (2001) y Antología poética 1970-2008. El volumen que comprende su “Obra Poética” de treinta años, coincidió por fortuna con el trigésimo aniversario de la revista POESÍA, en la cual ha participado activamente. Esta vasta obra trae necesariamente consigo una fructuosa relectura de sus poemarios, enclavados en lo paradojal del acto poético: descifrar el mundo para hacerlo más complejo y asombroso. La voz poética desdice desde el inicio la unidimensionalidad y la chatura del mero formato escrito; por ejemplo, constatamos en títulos como Las Formas del Verano y Vaquería una hermeneútica del paisaje sin un ápice de ruido y barroca pirotecnia. En síntesis, Enrique Mujica apuesta por los contenidos concretos de la Poesía, fundados en la mirada atenta y originaria de la belleza de las cosas. La Poesía no es un ejercicio lingüístico presuntuoso, más bien nos emparenta en la contemplación emotiva y visceral de nosotros mismos contrapuestos a un mundo cotidiano pero inédito, dispuesto a ser develado y seducido. Concebir el poema desde imágenes poderosas que recreen al mundo, en la ausencia de viles dispositivos retóricos, sólo conduce a la poesía del decir. La militancia poética no será condicionada jamás por la urgencia apresurada y estandarizada del momento político o artístico, mucho menos mediatizada por alcabalas partidistas y/o estéticas. La Poesía del Decir es compulsión por la vida que conversa con el Otro y, por ende, consigo misma. El discurso poético cobra una transparencia sin par, antítesis irreconciliable de grises veladuras neblinosas que extravíen a hacedores y lectores en una daltónica comparsa.

Otro tanto a su favor lo constituye su obra como narrador. Respecto a la novela Acento de Cabalgadura (reeditada en 2009), quisiera destacar, entre sus numerosas virtudes, tres grandes rasgos a saber: su discurso transgenérico ajeno a abstrusas maromas excéntricas; la simplicidad y riqueza de su musical inventario léxico; y la interiorización del paisaje por vía de la metáfora viva que juega con la filosofía de las artes y los oficios de nuestros campesinos, sin la necesidad de lanzarle peos al Diablo. El discurso narrativo funde la novela y el cuento en la impune vinculación del arte con la vida. Nos suena a los cuentos de la llanura y el habla en octosílabos que ennoblecen las faenas del campo, amenizan las noches de parranda y construyen el dilatado imaginario campesino. El volumen de cuentos Cartel de Feria, publicado recientemente por la editorial El Perro y la Rana, increpa duramente a la artificialidad postmoderna en el oficio de contar una historia que nada dice; el conjunto completa un ejercicio descarado de antiliteratura y sabrosura oral que convive felizmente con el ciudadano anónimo de a caballo, de a pie o de a transporte público urbano.




Monday, August 13, 2012

EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (2). José Carlos De Nóbrega

EN/CLAVE POÉTICA: UN ENCUENTRO CON LA POESÍA DEL DECIR (2)

José Carlos De Nóbrega



Luis Alberto Angulo (1950) es oriundo del estado Barinas, específicamente de Barinitas. Trabaja en el Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo. Tiene publicados los poemarios Viento Barinés (en coautoría con su padre, 1978), Antología de la Casa Sola (1981), Una niebla que no borra (1986), Antípodas (1994) y las colecciones Fusión Poética (2000) y La sombra de una mano (Monte Ávila Editores Latinoamericana, 2005). La obra poética de Luis Alberto Angulo gusta mucho del claroscuro, del desbordar fronteras, de la fusión de experiencias y lecturas diversas, pero no por ello carentes de validez y autenticidad. Al modo de las buenas piezas del jazz fusion o el World Music, en las que elementos variopintos se ensamblan en un todo y no de manera diferenciada. Hay, por supuesto, una preocupación por el mundo cotidiano que excede la abulia, la monotonía y la mezquindad.


Este universo poético personal de Luis Alberto Angulo nos revela dos cosas: la insistencia compulsiva en una poética del Decir, la cual implica a su vez la revisita de voces precedentes pero contemporáneas en el contentamiento y la contristación (los místicos españoles, la copla popular llanera, Miguel Hernández, Enriqueta Arvelo Larriva, Ernesto Cardenal y Juan Calzadilla, por ejemplo); y, en especial, una propuesta escritural propia que se detiene a reflexionar consigo y sobre sí misma, sin el ceremonial fastuoso de ejercicios metapoéticos mal habidos y peor escupidos en el papel. La transparencia de la línea poética es mucho más intensa y militante, pues no sólo involucra su obra en verso como tal –desde la copla popular de “Viento Barinés”, pasillaneando por el intervalo que comprende “Antología de la casa sola” y “Antípodas”, hasta el Tercer Milenio encabezado con “Poética del Decir”-, sino también la curiosa simbiosis del compilador y el ensayista patente en sus colecciones (¿aproximaciones?) poéticas de Miguel Hernández (2005 y 2010), Ernesto Cardenal (2005) y San Juan de la Cruz (1992). ¿Qué se entiende entonces por Poesía del Decir? El texto poético “Del decir” supone –mejor aún, dice- un Ars Poética contundente e inmediata que apuesta al diálogo en tanto antípoda del oscurecimiento expresivo y formal: el poema nos reconcilia con la humanidad, ello por vía de imágenes elementales edificadas en la ausencia de envilecedores artificios retóricos. Advierte también que no es escuela ni tendencia a estar condenada -a su exhibición y venta- en las tiendas de abarrotes regentadas por el academicismo literario y/o el despropósito político; por el contrario, es poesía viva que establece puentes y pasadizos comunicantes entre lo clásico y lo moderno, lo culto y lo popular, la tradición y la apostasía, como alternativa contracultural al status quo. Por supuesto, la claridad conceptual respecto al oficio poético es consecuencia de su peculiar imaginería: encrucijada y fusión de hablas (la del llano y la del piedemonte andino, para luego incorporar la urbana) que lo retrotrae al lenguaje salvaje de la infancia. Bien lo dice Lêdo Ivo en carne propia: En el racionalismo de los poetas, está siempre presente la nostalgia de la locura. En resumidas cuentas, la Poesía del Decir no puede ser abordada como un mausoleo a ser despedazado por académicos y arqueólogos hundidos en la más arrebatadora arrogancia.