HAMPONATO POLÍTICO
Armando Amanaú
Armando Amanaú
La ilustración (nada que ver con los enciclopedistas franceses) es cortesía de Juventud Activa 2007 (revisita balurda de las juventudes hitlerianas).
La delincuencia desatada en este momento en el país, mucha gente en el gobierno y en la oposición convencional no quiere aceptarlo, representa y es un hecho absolutamente de naturaleza política. Hay opositores a la 5ta. República que disfrutan (mientras a ellos nada les suceda) de ese clima terrible que se cierne sobre nuestra sociedad. Se hacen eco del tiempo de la violencia, son propagandistas de eso porque asumen (de manera descocada o ingenua), que es un asunto que sólo le compete al gobierno y que finalmente, frente al caos, los ganadores serán ellos, los opositores de Chávez.
Hay, también, gente en el gobierno que no es capaz de ver lo que en realidad sucede y argumenta a favor de no ejercer violencia alguna en ciertos sectores, porque así se expresaría la violencia sobre los más débiles. La verdad es que es el pueblo llano quien más sufre de los embates de esta continua agresión del hampa organizada que de manera impune asesina, secuestra, roba, ultraja, viola, chantajea, prostituye, degrada y obstinadamente obstaculiza los mayores y mejores intentos del país sobre la sociedad en general. Las llamadas clases altas y medias son agredidas económicamente con las vacunas y el secuestro, a los otros, a los pobres, les arrancan, junto a la esperanza y sus escasos recursos, lo único que poseen, nada menos que sus propias vidas.
El hamponato político, fundado y sistemático, sobre la sociedad venezolana, es en realidad expresión de una nueva forma de guerra no convencional, pero igualmente sangrienta y sórdida como aquéllas. Corresponde a una estrategia que viene de afuera cuya punta de lanza es el paramilitarismo colombiano y los grandes carteles (o el gran cartel) de la droga, pero cuyas implicaciones van mucho más allá, pues tiene que ver con petróleo y otros grandes recursos naturales sudamericanos.
Una estrategia política suicida es asumida por cierta radicalizada oposición al creer poder establecer con impunidad alianza con esa política foránea de agresión. Será destrozada en cualquier forma, sin embargo es necesario estar consciente de ello y develar frente al mundo el fatídico signo que le marca la frente como al bíblico Caín. No obstante, es en los sectores del gobierno donde es imprescindible, se entienda y se asuma con total radicalidad, el alcance de esta forma de asalto contra la nación. Las mil caras de la corrupción económica, política y social, la ineficacia gubernamental en todos los niveles, el burocratismo, la intolerancia, la ausencia de liderazgo revolucionario auténtico, conspiran en conjunto, como agentes infiltrados en contra de la patria y se constituyen también en enemigos despiadados de la sociedad.
La ofensiva revolucionaria debe ser en todos los terrenos, el internacional, el nacional, los espacios regionales y locales. Deben abrirse, aún más, canales de participación para la denuncia y defensa del país. Frente a la devaluación de nuestros recursos, la valorización de ellos a través del esfuerzo y la grandeza de nuestros colectivos de auténticos hombres y mujeres libres: ¡VIVA LA REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA!
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