Salmos Compulsivos
UN HOMENAJE SENTIDO A VICENTE GERBASI
José Carlos De Nóbrega
Del 14 al 16 de noviembre de 2012, se desarrolló en Valencia, la de Venezuela, las IV Jornadas de Creación Literaria en homenaje al poeta Vicente Gerbasi. Agradecemos a sus organizadores –entre ellos Tannia García, Andrés Palencia, Daniel Oliveros, Leonardo Useche y Fabiana Viloria, amigos y alumnos nuestros en la Universidad de Carabobo- la invitación y la deferencia para con este cronista compulsivo. Celebramos a estos muchachos el diálogo abierto y entusiasta en torno a voces poéticas fundamentales del país como Teófilo Tortolero, Reynaldo Pérez Só, Hanni Ossott, Enriqueta Arvelo Larriva y, por supuesto, Vicente Gerbasi. La precariedad de recursos económicos no restó humanidad, alegría ni pasión poética a este carísimo encuentro con el poeta oriundo de Canoabo (nos preguntamos aún cuándo la Universidad de Carabobo se encargará de la edición de la obra completa de Gerbasi, más allá de bautizar con su nombre una Sala de la Feria del Libro local). Lamentablemente, disculpen nuestra obsesiva insistencia, el medio universitario regional y nacional se encuentra infiltrado por funcionarios indolentes y poetas de medio pelo que reverencian al Poder por un plato de sobras presupuestarias. Recordemos que este año a la revista Zona Tórrida le fue inducido un estado de coma para excluir al equipo de redacción del momento, ello en un ejercicio de mezquindad e intolerancia sin par, lo cual nos lleva a diagnosticar la muerte cerebral y coronaria del Departamento de Literatura de la Dirección de Cultura de la Universidad de Carabobo.
Retomando una senda más generosa y amorosa respecto al Decir Poético, participamos el jueves 15 en la ponencia a tres voces (las de Rocío Jiménez, Luis Alberto Angulo y la mía) titulada Los Espacios Cálidos: El paisaje en la poesía carabobeña, y en el conversatorio Los Colores Ocultos: una aproximación a la vida y obra de Vicente Gerbasi (en este caso, compartimos la conversa con Francisco Moreno y la profesora María Consuelo Bianchi). El evento, en su totalidad e implicaciones, nos permitió convocar a Gerbasi no sólo como actor literario continental sino también como simpático ser humano. Su gran poema Mi Padre, el Inmigrante (1945), es un eslabón imprescindible en la configuración del discurso poético fundacional en Venezuela. Acompaña a las Silvas americanas de Bello, a Vuelta a la Patria de Pérez Bonalde, a la Silva Criolla de Lazo Martí, al contrapunteo épico de Florentino y el Diablo de Alberto Arvelo Torrealba y a los altos picos poéticos de Ramón Palomares, Enriqueta Arvelo Larriva y Ana Enriqueta Terán. Siguiendo al poeta Luis Alberto Angulo, las voces poéticas se encuentran en la celebración y la contristación mutuas, no en el egotismo ni en el doble discurso. Al mismo tiempo, el texto en cuestión forma parte del Homenaje al Padre en la poesía venezolana: no es difícil evocar poemas conmovedores de Palomares, Tortolero, Pérez Só, Pepe Barroeta, Angulo y Caupolicán Ovalles enmarcados en tal línea temática. Por supuesto, el establecimiento de un diálogo paisajístico que vincula a Canoabo y a Vibonatti, revela la particular interiorización del paisaje en la obra de Vicente Gerbasi, plena de efectos de luz y color que nos retrotrae las intensas e interesantes propuestas plásticas de Armando Reverón y Manuel Cabré. La aldea –venezolana e italiana- como motivo poético nos conduce a un jardín delicioso, sucedáneo si se quiere del Paraíso bíblico o la Arcadia grecolatina, que a su vez vindica el discurso híbrido de nuestro mestizaje con sus virtudes y equívocos históricos.
No podemos obviar que la “atemporalidad” de la poesía no descansa en la evasión del tiempo histórico que le toca vivir al poeta; por el contrario, prevalece el ojo crítico y estético que reconviene el despropósito del siglo preñado de injusticia y explotación. Gerbasi lo argumenta en el caso del poemario Tirano de Sombra y Fuego (1955): “Primero, porque el Tirano Aguirre es una vivencia: él pasa todas las noches cerca de Canoabo, por las Sabanas de Aguirre, sale en fuegos fatuos, en caballos con sus jinetes por medio de la calle, los relámpagos caen y lo destruyen (…) No es un libro histórico, es un libro mítico. Ahora bien, cuando empecé a escribirlo lo primero que pensé fue en Pérez Jiménez. También nombro a Gómez en el poema”. Es evidente que el diálogo intrahistórico va ligado a la esencia del Decir Poético: la transparencia de la voz no sólo apuesta por la apropiación del objeto poético en su belleza contradictoria y paradójica, sino también en el grito rebelde y libertario. La aniquilación del Discurso del Poder involucra la vinculación de la Poesía con una vida digna e iluminada que va de adentro hacia afuera.
Don Francisco Moreno nos contó que por efecto de un “adverso” milagro, el guayabito cómplice del Vicente niño había retoñado para que ardiera la nostalgia de parientes, amigos y lectores años después. Este franco y sentido diálogo sobre Gerbasi que convocó a jóvenes y viejos por igual, se anotó otro tanto a favor, pues la relectura de los nuestros no agota su obra –en el cansancio de los malos lectores y peores críticos- sino más bien la vivifica con mayor intensidad en la memoria y en un presente esperanzador. Ya nos lo canta/refiere el camarada y el poeta: “Te amo, infancia, te amo / porque eras pobre como un juguete campesino, / porque traías los Reyes Magos por la ventana”. Sólo nos resta invitarlos a la celebración de los Reyes Magos en Canoabo el domingo 6 de enero de 2013, apertrechados con la munición de boca que es la poesía de Vicente Gerbasi.
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