Tuesday, January 13, 2009

POSTDATA DEL DOLOR REVISITADO


POSTDATA DEL DOLOR REVISITADO


José Carlos De Nóbrega


Caricatura de Eneko las Heras
(publicada en blogs.20minutos.es/eneko/)


En la errancia está el dolor

del dromedario extraviado: un violoncello

colgado como una res

en el patio inundado por las lluvias de junio.


Luis Enrique Belmonte, Dios tenga piedad de los errantes, en la antología 70 poetas venezolanos en solidaridad con Palestina, Irak y Líbano (2006).


Resulta de una obscenidad descarada la reacción tardía del Consejo de Seguridad de la O.N.U. respecto a la invasión israelí de la Franja de Gaza: Se tomó dos semanas de bombardeo inmisericorde la redacción de una equívoca resolución que instaba el cese inmediato del fuego, la desocupación del territorio devastado por el ejército invasor y la facilitación de la labor humanitaria que asista a una población mil veces golpeada. Los catorce votos a favor y la cínica abstención de la representación norteamericana -en el juego hipócrita de construir diques diplomáticos- implicaron un saldo sangriento de 769 muertos del lado palestino, de los cuales 219 eran niños. Además, esta organización internacional se entrega a un ejercicio de complacencia sadomasoquista: Las Fuerzas Armadas de Israel -además de entorpecer el quehacer humanitario- arrojaron sobre sí la inmundicia fétida de la impunidad al bombardear una de sus escuelas y disparar a sus vehículos oficiales. Edward Said nos describe la injusta naturaleza de la nakba o catastrófico éxodo palestino: "Mi familia extendida perdió sus propiedades y sus hogares y, como tantos palestinos de su tiempo, soportaron el dolor, no tanto como un desastre político sino como si se tratase de un desastre natural". El año de 1948, las tropas sionistas no sólo expulsaron 780.000 palestinos de su terruño, peor aún borraron de los mapas y los libros de geografía aldeas enteras: Haneifs, Jibta, Mahalul o Tel Shaman por ejemplo. Hoy, los aviones espías teledirigidos son aves agoreras que violan la soberanía, la privacidad y el tránsito del pueblo palestino: donde ponen el ojo electrónico, escupen los misiles Hell Fire. Los tanques israelitas complementan el impío bombardeo aplastando a la población civil: bajo los escombros de sus hogares, los cadáveres fracturados y chamuscados de padres e hijos se buscan a tientas en una pose mortal y desesperada. El cielo de Gaza es profanado y rasgado por la lluvia inclemente de las bombas de fósforo. Es indignante contrastar estas imágenes con la indolencia de los portavoces políticos, burócratas pervertidos que se burlan de todos nosotros al aducir que este ejército asesino es un modelo de humanismo: Los palestinos han sido notificados por teléfono para que abandonen sus casas, mezquitas, escuelas y hospitales. Guerra avisada no mata soldados pero sí a los civiles que no acatan el terrorista discurso del invasor. A los disociados de siempre les preocupa más la expropiación de un Sambil, ese mamotreto arquitectónico que es un decadente museo del siglo XXI, antes que asumir una actitud de contristamiento y solidaridad para con sus hermanos oprimidos: palestinos, iraquíes, libaneses o venezolanos excluidos por la homilía estúpida y la praxis envilecedora de los satisfechos que hacen cabriolas y reverencias al Poder de las élites (sean políticas, económicas o mediáticas). No podemos consentir que se arrincone a nuestros hermanos palestinos en la Franja de Gaza a la manera de un ghetto oprobioso, reedición macabra del exilio palestino en su propia tierra. Entonces es un imperativo pasar de las palabras huecas a la Poesía del Decir, inequívoca, solidaria y militante; sólo el diálogo descarnado y afectuoso con los oprimidos instrumentará acciones eficaces en el combate cotidiano al discurso del poder que se impone al Otro, nuestro prójimo. No nos importa la ausencia cómplice de aquellos que farfullan -sin conocimiento de causa y empantanados en la medianía de prebendas burocráticas y pecuniarias- frases revolucionarias entrecomilladas al garete; por fortuna, contamos con los camaradas de siempre, convocados en un espíritu comunitario y revolucionario, construyendo sin descanso una atmósfera vivaz, crítica y amorosa que nos involucra en la superación de los límites o mojones que pretende imponer una vil concepción del poder.


En Valencia de la Franja de Gaza, viernes 9 de enero de 2009.


Texto leído ese mismo día en el evento "Un canto por la paz del pueblo palestino", auspiciado por la Alcaldía Bolivariana de Valencia, la Fundación Teatro Municipal de Valencia, la Fundación del Poder Popular para la Cultura y el Consejo de los Trabajadores del Arte.


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