Sunday, April 01, 2007

PENITENCIA DEL POETA JOSÉ JOAQUÍN BURGOS


Indocencias
Penitencia
José Joaquín Burgos
La gripe -modosita, agresiva, elegante, rústica, como sea- seguramente salió, dispuesta a todo, de la famosa caja de Pandora. Yo, personalmente, le guardo un respeto casi religioso desde mi niñez, allá en Guanare, cuando lo embadurnaban a uno de mentol, lo envolvían en delgadas sábanas de liencillo, le zampaban un guarapo de malojillo, de toronjil, o una limonada, y lo acostaban lejos de la ventana para que la luna no se la pasmara. Mire, cámara, aquello era una cosa seria. Una antesala de la tos ferina (o coqueluche, como le decía la gente viajada) y de las bronquitis y pulmonías, que a lo largo de los años han proliferado y logrado un impresionante desarrollo industrial... Y no hago tales comentarios por echármelas de víctima de esa honorable, aunque ya muy común peste, sino porque las veces que me visita se comporta, digo yo, como una amante insaciable que no me deja respirar, ni dormir, ni caminar tranquilo por esas calles llenas tanto de amigos como de peligros; me torna malhumorado, me exprime los huesos, me asfixia y amenaza con volverse pulmonía o qué se yo... y de ñapa, me zampa en el calabozo del cuarto por varios días, a las órdenes (gracias a Dios) de Licelia, con una ringlera de pastillas, gotas, cucharadas, ungüentos. Suficiente todo ello como para no poder asistir al justo homenaje rendido a Oswaldo Feo Caballero, ni al acto del Aniversario de Valencia, ni a la ya imprescindible tertulia de la librería Kuaimare, o del Sur, a escuchar las siempre gratas exposiciones de Guillermo Cerceau, José Carlos de Nóbrega y otros bellos amigos que la vida me ha regalado.
Escribir sobre la gripe, lo admito, nada tiene de elegante. Ni siquiera cuando el mal evoluciona hasta amasar (¿o desamasar?) la fragilidad corporal de la dama de las camelias o de tantas víctimas literarias a las que ese mal, precisamente, se encargó de destruir, cruelmente, durante el Romanticismo. La gripe es malvada, créamelo, cámara. Con su carita de monja, sus manos suaves, su capacidad de embrujarlo a uno hasta postrarlo. En cambio, por ejemplo, el paludismo es otra cosa: llega, le pega su lanzazo a la víctima, lo tiñe de amarillo, le da unas fiebres terribles y lo hace desvariar... pero lo raspa, ­y listo! Con razón en la Venezuela de antes lo llamaron el General Paludismo... Ah, pero esta gripe hipócrita, mentirosa, seductora y más falsa que un billete de ocho bolívares es, sinceramente, incalable. Y ahora, a orillas de la Semana Santa, es, sin duda alguna, una penitencia.
Por eso la acepto y la soporto. Lo único que me consuela un poco, en estos días de padecerla, es pensar que a lo mejor los tipos que andan llorando por la famosa concesión televisiva, además de gripe deben andar con síntomas de diarrea... y eso sí es grave, cámara.
Post Data: Johanna Vanesa Sánchez Figueredo, universitaria y bella hija del fraterno poeta Lenín Sánchez, celebró 18 años. ­Larga vida, reina de nuestro afecto!

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