Salmos Compulsivos
SOSPECHOSOS HABITUALES DE COJEDES
José Carlos De Nóbrega
Es preferible / beberse / el día / que vivirlo. Isaías Medina López.
La foto que ilustra este compulsivo escrito, se nos antoja el retrato festivo de una escuadra del infierno. De izquierda a derecha se disponen estos poetas del estado Cojedes: Eduardo Mariño, Isaías Medina López, Willian Ramírez y Johnny Figueroa. Ellos, gracias a la modorra de las estructuras de poder, se han apoderado de la ciudad de San Carlos de Austria como el vampiro ebrio que bebe lascivo de las tetas voluptuosas de una hermosa (y nada candorosa) guaricha. Cada vez que tengo el privilegio de contactarlos, la poesía, la irreverencia y el veneno etílico sazonan nuestra conversación despiadada y comunitaria. Eduardo Mariño ha publicado libros de poesía y prosa que cuentan con nuestra entera complicidad lectora: La colección poética A la salida del fastuoso recital (Monte Ávila, 2009) que reúne los poemarios Por si los dioses mueren (1995), La vida profana de Evaristo Jiménez (2002) y Nocturno del espeso mediodía, el cual se encontraba inédito; La Salvación por el Hastío (2006), colección de cuentos que configuran una aproximación sentida y conmovedora a la mujer, quizá en el ejercicio de la memoria que trae consigo una educación sentimental propia y auténtica. La poesía de Eduardo, polimórfica en el formato, comprende el cuidadoso cultivo del poema breve, la prosa poética y el aforismo en tanto instrumentos que despellejan salvajemente al mundo. Al igual que Manuel Bandeira, está hasta la coronilla del “lirismo funcionario público con libro de punto expediente protocolo y manifestaciones de aprecio al sr. Director”, militando en la teoría del poeta sórdido: aquél en cuyo discurso tenemos el estigma sucio de la vida, el camión que nos salpica de barro nuestra ropa blanca y bien planchada. No hay santo bastardo ni rituales desencaminados que queden sin decapitar: “Lo he oído alguna vez: SON EL DOLOR ABRASADOR QUE SE PEGA A LA ESPALDA DE LOS HOMBRES” (IV, 13). Isaías Medina López escribe una poesía bohemia en un homenaje permanente a la vida, tal como lo comprueban dos de sus libros: De bares y mujeres con intención precisa (1995) e Isaura: de la medianoche a la repentina ausencia (2003). El discurso poético de Isaías despide despojamiento formal, ironía y una musicalidad tierna muy cercana a la guaracha, el bolero y otros géneros adosados a nuestras queridas rocolas. En la búsqueda desesperada de Isaura, otra sensual guaricha que se nos cruza en la vida, la voz poética casi llega a mutar en ánima en pena como aquellos conmovedores fantasmas lánguidos de Juan Rulfo: “Sumamos una jauría de acecho / que anuda su rabia en la esperanza”. Willian Ramírez se confiesa antiacadémico en el claustro mismo de la Academia: Su primer título, Metamorfo (2007), constituye una burla cuasi quijotesca –incluso afortunadamente cantiflérica- de las formas literarias y discursivas que estercolan la vida y el pensamiento de los hombres. Los formatos seleccionados por Willian aparecen diseccionados en toda su mustia fragilidad, al igual que las desafortunadas ranas con el tripero afuera y a merced de púberes malcriados y docentes indolentes: sean chispeantes anuncios clasificados, catálogos variopintos de mujeres buenas, sugerencias que desencaminan al igual que los libros de autoayuda o credos y plegarias a la inversa. En síntesis, se liba golosamente “toda la clorofila del mundo” en los ojos poéticos de una mujer (tercera guaricha que aturde nuestros sentidos sin piedad). Finalmente, el gordo Johnny Figueroa disfruta su exilio en una llanura cercana a los amores: “plus / calor espeso / de San Carlos / ventilador difusor / apenas”. Los telegramas, las cartas y las postales de su primer libro, Selección Aleatoria (2009), representan la deliciosa bitácora vital de un viajero de estirpe homérica: No se regodea en la universal oposición campo / ciudad; por el contrario, su discurso del Decir interioriza y se apropia del paisaje en tanto cálida experiencia poética. Por ejemplo, el sol que calienta a Caracas es creación de Jesús Soto, no del dios que justifica el vil boato de curas y arzobispos depredadores de la fe. Valga este comentario entusiasta y afectivo por nuestro cuarteto diabólico de San Carlos de Austria. Valencia Hernandiana, 31/10/2010.
SOSPECHOSOS HABITUALES DE COJEDES
José Carlos De Nóbrega
Es preferible / beberse / el día / que vivirlo. Isaías Medina López.
La foto que ilustra este compulsivo escrito, se nos antoja el retrato festivo de una escuadra del infierno. De izquierda a derecha se disponen estos poetas del estado Cojedes: Eduardo Mariño, Isaías Medina López, Willian Ramírez y Johnny Figueroa. Ellos, gracias a la modorra de las estructuras de poder, se han apoderado de la ciudad de San Carlos de Austria como el vampiro ebrio que bebe lascivo de las tetas voluptuosas de una hermosa (y nada candorosa) guaricha. Cada vez que tengo el privilegio de contactarlos, la poesía, la irreverencia y el veneno etílico sazonan nuestra conversación despiadada y comunitaria. Eduardo Mariño ha publicado libros de poesía y prosa que cuentan con nuestra entera complicidad lectora: La colección poética A la salida del fastuoso recital (Monte Ávila, 2009) que reúne los poemarios Por si los dioses mueren (1995), La vida profana de Evaristo Jiménez (2002) y Nocturno del espeso mediodía, el cual se encontraba inédito; La Salvación por el Hastío (2006), colección de cuentos que configuran una aproximación sentida y conmovedora a la mujer, quizá en el ejercicio de la memoria que trae consigo una educación sentimental propia y auténtica. La poesía de Eduardo, polimórfica en el formato, comprende el cuidadoso cultivo del poema breve, la prosa poética y el aforismo en tanto instrumentos que despellejan salvajemente al mundo. Al igual que Manuel Bandeira, está hasta la coronilla del “lirismo funcionario público con libro de punto expediente protocolo y manifestaciones de aprecio al sr. Director”, militando en la teoría del poeta sórdido: aquél en cuyo discurso tenemos el estigma sucio de la vida, el camión que nos salpica de barro nuestra ropa blanca y bien planchada. No hay santo bastardo ni rituales desencaminados que queden sin decapitar: “Lo he oído alguna vez: SON EL DOLOR ABRASADOR QUE SE PEGA A LA ESPALDA DE LOS HOMBRES” (IV, 13). Isaías Medina López escribe una poesía bohemia en un homenaje permanente a la vida, tal como lo comprueban dos de sus libros: De bares y mujeres con intención precisa (1995) e Isaura: de la medianoche a la repentina ausencia (2003). El discurso poético de Isaías despide despojamiento formal, ironía y una musicalidad tierna muy cercana a la guaracha, el bolero y otros géneros adosados a nuestras queridas rocolas. En la búsqueda desesperada de Isaura, otra sensual guaricha que se nos cruza en la vida, la voz poética casi llega a mutar en ánima en pena como aquellos conmovedores fantasmas lánguidos de Juan Rulfo: “Sumamos una jauría de acecho / que anuda su rabia en la esperanza”. Willian Ramírez se confiesa antiacadémico en el claustro mismo de la Academia: Su primer título, Metamorfo (2007), constituye una burla cuasi quijotesca –incluso afortunadamente cantiflérica- de las formas literarias y discursivas que estercolan la vida y el pensamiento de los hombres. Los formatos seleccionados por Willian aparecen diseccionados en toda su mustia fragilidad, al igual que las desafortunadas ranas con el tripero afuera y a merced de púberes malcriados y docentes indolentes: sean chispeantes anuncios clasificados, catálogos variopintos de mujeres buenas, sugerencias que desencaminan al igual que los libros de autoayuda o credos y plegarias a la inversa. En síntesis, se liba golosamente “toda la clorofila del mundo” en los ojos poéticos de una mujer (tercera guaricha que aturde nuestros sentidos sin piedad). Finalmente, el gordo Johnny Figueroa disfruta su exilio en una llanura cercana a los amores: “plus / calor espeso / de San Carlos / ventilador difusor / apenas”. Los telegramas, las cartas y las postales de su primer libro, Selección Aleatoria (2009), representan la deliciosa bitácora vital de un viajero de estirpe homérica: No se regodea en la universal oposición campo / ciudad; por el contrario, su discurso del Decir interioriza y se apropia del paisaje en tanto cálida experiencia poética. Por ejemplo, el sol que calienta a Caracas es creación de Jesús Soto, no del dios que justifica el vil boato de curas y arzobispos depredadores de la fe. Valga este comentario entusiasta y afectivo por nuestro cuarteto diabólico de San Carlos de Austria. Valencia Hernandiana, 31/10/2010.
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