OTRA BREVE APROXIMACIÓN A LA POESÍA BRASILEÑA: CARLOS DRUMMOND DE ANDRADE
José Carlos De Nóbrega
Carlos Drummond de Andrade (Itabira, Minas Gerais, 1902-Rio de Janeiro, 1987) es otro de los grandes egregios de la poesía contemporánea de Brasil, producto del influjo y la evolución del modernismo en sus múltiples derivaciones. Entre sus 28 libros de poesía tenemos Alguma poesia (1930), Brejo das almas (1934), Sentimento do mundo (1940), Reuniâo (1967; que además de los tres anteriores contiene los libros José, A rosa do povo, Novos poemas, Claro enigma, Fazendeiro do ar, A vida passada a limpo y Liçaô de coisas). De su obra tenemos esta aproximación del poeta argentino Rodolfo Alonso, quien tuvo el privilegio de traducirlo a nuestra lengua:
“Fue Carlos Drummond de Andrade el primero que me hizo intuir que se podía ser al mismo tiempo exigentemente moderno y honestamente nacional, sin demagogia ni retórica alguna, oscura y límpidamente sentimental e irónico, preciso y contagioso, tan apasionado como distante, tan lúcido como devotamente entregado a lo esencial y a lo vivaz de su ambiente y de su pueblo, no declamado sino embebido en el propio ser, ser tan legítimo que permite ser los otros sin dejar de ser uno mismo. Y sobre todo ser lenguaje, ser lenguaje encarnado y contagioso, fraternal y exigente, tembloroso y justísimo. En momentos de ciego maniqueísmo, Drummond intuía acaso, como Heráclito, que la retórica no es apenas una cuestión literaria sino, en realidad el arte de conducir a la matanza. Se podía entonces ser fiel a la libertad y a la justicia, se podía intentar ser hombre en el poema, como él afirmó tan lúcidamente” (Rodolfo Alonso, 2004: p. 7).
Refiriéndose a Impurezas do branco (1972), Drummond planteaba que “las materias de este libro son Comunicación Persona Vivir Amar Problematizar Morir Divinidad Quijotes Artistas Brasil Una Casa” (Wilson Martins, 1996), en un ejercicio aforístico sin signos de puntuación que revela el estado dialéctico, contingente y paradójico que constituye su discurso poético y vital. Revisemos sus Aforismos de Caballo, texto poético que se apropia de la idiosincracia popular, el cancionero infantil (presidido por el efecto anafórico y una rima elemental pero limpia) y un ejercicio metafórico primario pero harto sugerente que saca chispas a la sensualidad del objeto poético –entre el caballo académico griego y la bestia imaginada en Galia-:
AFORISMOS DE CABALLO
Caballo ruano corre todo el año
Caballo bayo más veloz que el rayo
Caballo blanco vea allá si es manco
Caballo rucio compro dos por mes
Caballo rosillo quiero como hijo
Caballo alazán mi pasión
Caballo entero amanse primero
Caballo de silla pero no para la doncella
Caballo negro llave de soneto
Caballo de tiro sin relincho, suspiro
Caballo de circo no corre una coma
Caballo de raza rolo de humaza
Caballo de pobre es morocota de cobre
Caballo bahiano yo doy a Fulano
Caballo paulista no baja la crisma
Caballo minero dicen que es matrero
Caballo del Sur chispa hasta en el azul
Caballo de inglés queda para otra vez.
(De Nóbrega, 2008 b).
Carlos Drummond de Andrade juega también con el claroscuro en el cuestionamiento de valores jerarquizados en el discurso del poder, omnímodo y clasista, los cuales oprimen al ser en tanto individuo y comunidad; pues no es un contrasentido consolidar la ligación del individuo y su entorno que incluye al prójimo y a sus verdugos o acosadores. Se deja filtrar la tensión entre lo individual y lo colectivo (la insoportable coyuntura moral): de la tortura interior que implica contrastar lo subjetivo con la villana bizarría que “ordena” el mundo, en el duro decir del novelista portugués Eça de Queirós, a la respuesta posible en un lirismo de eficacia social y objetivista. Bien nos lo hace notar Antonio Cándido (1991):
Caballo ruano corre todo el año
Caballo bayo más veloz que el rayo
Caballo blanco vea allá si es manco
Caballo rucio compro dos por mes
Caballo rosillo quiero como hijo
Caballo alazán mi pasión
Caballo entero amanse primero
Caballo de silla pero no para la doncella
Caballo negro llave de soneto
Caballo de tiro sin relincho, suspiro
Caballo de circo no corre una coma
Caballo de raza rolo de humaza
Caballo de pobre es morocota de cobre
Caballo bahiano yo doy a Fulano
Caballo paulista no baja la crisma
Caballo minero dicen que es matrero
Caballo del Sur chispa hasta en el azul
Caballo de inglés queda para otra vez.
(De Nóbrega, 2008 b).
Carlos Drummond de Andrade juega también con el claroscuro en el cuestionamiento de valores jerarquizados en el discurso del poder, omnímodo y clasista, los cuales oprimen al ser en tanto individuo y comunidad; pues no es un contrasentido consolidar la ligación del individuo y su entorno que incluye al prójimo y a sus verdugos o acosadores. Se deja filtrar la tensión entre lo individual y lo colectivo (la insoportable coyuntura moral): de la tortura interior que implica contrastar lo subjetivo con la villana bizarría que “ordena” el mundo, en el duro decir del novelista portugués Eça de Queirós, a la respuesta posible en un lirismo de eficacia social y objetivista. Bien nos lo hace notar Antonio Cándido (1991):
“El bloque central de la obra de Drummond es pues regido por inquietudes poéticas que emanan unas de otras, que se cruzan entre sí y que parecen derivar de un egotismo profundo, cuya consecuencia es una suerte de exposición mitológica de la personalidad” (p. 30).
Fijémonos en el relativo optimismo del poema Mâos dadas, su espíritu solidario en un presente que va transformando el mundo con terca persistencia, más allá de utopías y especulaciones:
MANOS GENEROSAS
No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré el mundo futuro.
Estoy atado a la vida y contemplo a mis compañeros.
Están taciturnos mas alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos, considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos desviemos.
No nos desviemos mucho, vamos de manos generosas.
No seré el cantor de una mujer, de una historia,
no diré los suspiros al anochecer, el paisaje a la vista de la ventana,
no distribuiré piedras de tropiezo o cartas de suicida,
no huiré a las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el tiempo presente, los hombres presentes,
La vida presente. (De Nóbrega, 2008b).
Ahora, he aquí la violencia del siguiente texto, A mâo suja, el cual expone el brazo amputado en una alusión quizás al Padre Sergio de Tolstoi (automutilación en pos de la purificación del ser):
No seré el poeta de un mundo caduco.
Tampoco cantaré el mundo futuro.
Estoy atado a la vida y contemplo a mis compañeros.
Están taciturnos mas alimentan grandes esperanzas.
Entre ellos, considero la enorme realidad.
El presente es tan grande, no nos desviemos.
No nos desviemos mucho, vamos de manos generosas.
No seré el cantor de una mujer, de una historia,
no diré los suspiros al anochecer, el paisaje a la vista de la ventana,
no distribuiré piedras de tropiezo o cartas de suicida,
no huiré a las islas ni seré raptado por serafines.
El tiempo es mi materia, el tiempo presente, los hombres presentes,
La vida presente. (De Nóbrega, 2008b).
Ahora, he aquí la violencia del siguiente texto, A mâo suja, el cual expone el brazo amputado en una alusión quizás al Padre Sergio de Tolstoi (automutilación en pos de la purificación del ser):
Mi mano está sucia
Necesito cortármela
De nada sirve lavarla.
El agua está podrida.
Ni enjabonarla.
El jabón es ruin.
La mano está sucia,
Sucia hace muchos años. (En Antonio Cándido, 1991: p. 34; la traducción es nuestra).
Su amargo y adusto Decir acerca del mundo lo diferencia de la dulce, “cómica” (festiva) y espontánea atmósfera de Bandeira. Sin embargo, tan traúmatica y opresiva tensión no desdice la vitalidad del discurso poético de Drummond. Invita a una posición desconfiada ante el mundo pero no enclavada en la inmovilidad del espíritu y la praxis. Reseñando la cuarta edición de Reuniâo (1973), el poeta y ensayista Eugenio Montejo (1974) nos da pistas que no redundan en el más absoluto de los desengaños:
Necesito cortármela
De nada sirve lavarla.
El agua está podrida.
Ni enjabonarla.
El jabón es ruin.
La mano está sucia,
Sucia hace muchos años. (En Antonio Cándido, 1991: p. 34; la traducción es nuestra).
Su amargo y adusto Decir acerca del mundo lo diferencia de la dulce, “cómica” (festiva) y espontánea atmósfera de Bandeira. Sin embargo, tan traúmatica y opresiva tensión no desdice la vitalidad del discurso poético de Drummond. Invita a una posición desconfiada ante el mundo pero no enclavada en la inmovilidad del espíritu y la praxis. Reseñando la cuarta edición de Reuniâo (1973), el poeta y ensayista Eugenio Montejo (1974) nos da pistas que no redundan en el más absoluto de los desengaños:
“La vida a que nos lleva la senda drummondiana muestra, cierto es, el lóbrego paisaje de nuestro tiempo, la mutilación de sus centros estelares. Mas su presencia vital interpone en esas brumas algunos jirones de esperanza, de cordial e irónica esperanza” (p. 100).