DEL NUEVO AÑO ESCOLAR EN VENEZUELA
José Carlos De Nóbrega
Ante la inminencia del año escolar 2015-2016 en Venezuela y, desprovisto de nostálgicos lugares comunes, nos mueven gratos recuerdos ligados a la escolaridad. Más allá de la condición de aparato ideológico del Estado, se desarrolla un panorama íntimo y contingente: el magisterio matriarcal de Augusta en las primeras letras y la aritmética que va del convento portugués al hogar caraqueño y luego valenciano; los preciosos y blancos pies de la maestra de segundo grado; la presencia en la ausencia física de condiscípulos y profesores que marcaron nuestra adolescencia en Valencia [los compañeros Cruz Blanco y Mariela, amén de la docencia exigente y amorosa de Chelena y Lolita, por ejemplo]; y nuestra formación universitaria ucista y upelista cargada de disidencia y agradecimiento [los profesores María Narea, Carlos Zambrano, Alberto González, Elba Álvarez y Efrén Barazarte, además de los escritores Pérez Só, Rivero, Téllez y Angulo]. Mamá, mi primera maestra, nos recomendó siempre asociarnos a buenos docentes y amigos para inmediatamente agradecerles las atenciones recibidas. He aquí estas líneas reivindicativas, devotas y agradecidas.
Por otra parte, pese a los desencuentros propios de la socialización escolar, nos sentimos orgullosos y satisfechos de nuestro oficio de obreros de la educación. Cuánta alegría nos da que algunos alumnos nuestros hayan accedido a la Universidad y a la profesionalización: Desde aquel travieso y díscolo muchacho que hoy ejerce la docencia, hasta los nuevos escritores que ofrecen muestras de inequívoca y sentida calidad literaria. La confrontación generacional, pese al perjudicial influjo de la educación autoritaria, el funcionarismo indolente y la mediocridad de muchos medios de comunicación, se convierte en diálogo transparente en casos muy significativos. La abuela del “Cuento Blanco” de Manuel Díaz Rodríguez, por fortuna, nos acompaña: “Maniáticos y egoístas, creemos que nuestra mezquina experiencia personal es compendio y resumen de todo el saber y desdeñamos a los jóvenes, con más razón a los niños”. No se puede combatir las modas impuestas por la banalidad del discurso mediático chillón e ideologizante, con viciosas poses beatas y moralistas que son diques secos que pretenden reprimir la fuerza avasalladora de la imaginación y la vida misma.
Para reconvertir la escuela, no podemos ahogar la pertinencia y agudeza de las voces críticas que vindican tan solidaria y necesaria empresa. La educación no puede afincarse en frases hechas que ocultan el despropósito político e ideológico, mucho menos debe holgazanear en esa categoría espantosa que es la resignación. Como nos lo recuerda todavía la pluma anarquista y revulsiva de Manuel González Prada, no podemos conformarnos con integrar una orden mendicante de la Ciencia y la Literatura. La crítica que apuesta por una transformación en todos los órdenes, no se asimila a la maledicencia, la mezquindad y la revancha politiquera de voces tales como Auris Rivero y Orlando Alzurú. Las reivindicaciones salariales y de seguridad social de los docentes, no pueden ir a contracorriente de los intereses y derechos de estudiantes y representantes. Estamos conscientes de la delicada coyuntura económica que afecta al país. Por lo tanto, es menester que las comunidades educativas asuman su rol protagónico en el diseño y toma de decisiones que permitan superar el modelo rentista de una buena vez por todas.
Sin condicionamientos enceguecidos, apoyamos las recientes declaraciones del Ministro del Poder Popular para la Educación, profesor Rodulfo Pérez, en lo tocante a la reorganización del currículo de educación media, la desburocratización del sistema educativo y la consolidación de un Sistema Nacional de Investigación y Formación Pedagógica. Por supuesto, partiendo del Decir transparente, el diagnóstico realista y la planificación ajena al ensayo y el error, para acometer realizaciones y soluciones que redunden en la calidad educativa que a su vez consoliden un modelo productivo emancipador. En tal sentido, es imprescindible el seguimiento y la evaluación permanentes –y sin miramientos- de este proceso de edificación de un país que nos contente y reconforte día a día. Sólo se puede entrar y salir de la escuela, el liceo y la universidad abriendo de par en par puertas generosas.
Que este artículo sea final abierto que se muerda la cola, ello en la relectura del diccionario cínico de Bierce: “Emancipación. El cambio que experimenta un cautivo al pasar de la tiranía de otro amo al despotismo de sí mismo”.
Premio Nacional del Libro 2006, capítulo centro occidental, a la mejor página web (otorgado por el CENAL)
Tuesday, September 15, 2015
Tuesday, September 08, 2015
SE SOLICITA CRONISTA CON PLUMA PROPIA. José Carlos De Nóbrega
SE SOLICITA CRONISTA CON PLUMA PROPIA
José Carlos De Nóbrega
Después de dos años, el 3 de septiembre de 2015 fue constituido el consejo consultivo que elegirá al cronista de Valencia, en este caso, la persona que sustituirá al Doctor Guillermo Mujica Sevilla. No nos sorprende esta curiosa tardanza, dadas la paupérrima institucionalidad cultural local, de espalda a los cultores y artistas, y la banalización del discurso político en el país. El equipo que asume esta responsabilidad, no sólo debe determinar quién será el cronista y mayordomo patrimonial e histórico de Valencia, sino también adeuda a esta sufrida ciudad una posición crítica y asertiva en torno a su depredación ambiental, urbanística y mercantilista.
Por tal urgente razón, el consejo consultivo encabezado por José Varela, presidente del Concejo de Valencia, y complementado por los ediles Fernando Núñez, Amarily Morales, Orlando Tortolero, Henry Alvarado y Manuel Molina, además del cronista Evencio Díaz, el historiador Carlos Cruz y el funcionario municipal Santiago Rodríguez, ha de enfrentar el afán manipulador del cabildeo o lobby que pervierta el proceso de postulación, consignación de recaudos y elección del cronista valenciano. Nuestra ciudad no puede seguir tolerando su desmantelamiento y destrucción de parte de los poderes fácticos e intereses de clase o tribu.
Si bien las postulaciones y recaudos se recibirán en la sede de la Cámara Municipal hasta el jueves 10 de septiembre, este polemista compulsivo propone públicamente cuatro ases de la baraja y un comodín: los poetas José Joaquín Burgos y Luis Alberto Angulo, los ensayistas Pedro Téllez y Carlos Yusti, amén del promotor cultural Richard Montenegro. Todos ellos están avalados por una obra literaria y periodística, además de su indudable actuación de divulgación cultural y protección patrimonial. Por supuesto, nos anima también el hecho de que, cada quien en su estilo, ninguno se convertirá en una voz débil, burocratizante y claudicante en lo que toca a la defensa integral de la ciudad. Conocemos, de muy buena fuente, postulaciones políticamente correctas que entrañan la continuidad del bachaqueo multifactorial que ha convertido a nuestra Valencia de San Desiderio en una ciudad bombardeada inmisericordemente por la indolencia burocrática, el despropósito político y la mezquinad mercachifle.
El nuevo cronista de Valencia ha de esgrimir pluma propia, a contracorriente del ejercicio vertical y bancario del Poder. No puede sepultarse en este Mausoleo de Desperdicios, de facto y metafórico, a esta ciudad cercada de odios, perjuicio estructural de lesa humanidad cuyos autores intelectuales están identificados: los dos más recientes y chirriantes burgomaestres, Edgardo Parra y Miguel Cocchiola. Como se puede constatar, no importa la etiqueta política e ideológica, cuando de vapulear a la ciudad y a los ciudadanos se trata. En el primer caso, tenemos el imperio del nepotismo y, en el segundo, la administración municipal remeda a la del Club Ítalo o a la de Maderas Imeca. Las “fuerzas vivas” persisten en quebrantar a Valencia en dos toletes clasistas: el Norte y el Sur, sólo que la fealdad física y arquitectónica, la contaminación ambiental y su espíritu hostil los hermana en la más abyecta decadencia.
El cronista de Valencia no puede distraerse en la colección y la curaduría romántica de fragmentos históricos y anécdotas edulcoradas que, peor aún, funcionen como coronas fúnebres de este desmadre de larga data. Por el contrario, su apuesta amorosa va por una reconstrucción histórica y crítica de la ciudad, muy distante del fetichismo ideológico, la esterilidad academicista y la improvisación insubstancial. ¿Es posible la reconstrucción de la urbe que reivindique a la ciudadanía? ¿La institucionalidad política, cultural y académica tendrá el coraje de asumir la reflexión autocrítica necesaria que conduzca al rescate del patrimonio material e inmaterial de Valencia? No se trata entonces de los malos hábitos del funcionariado que justifican su salario y peripatético poder en la medianía funcional y, sobre todo, en la ausencia e ignorancia de una cultura de auténtico servicio a las comunidades.
He aquí dos poderosos referentes y puntos de apoyo para aquel que se precie de ser un atento cronista de su ciudad y tiempo histórico: los escritores José Rafael Pocaterra y Enrique Bernardo Núñez. No basta quitar el moho y la mierda de las palomas en sus estatuas, sino una reconsideración crítica y sentida de su obra literaria. Es menester el rigor y la transparencia del Decir y el Quehacer por la Valencia de nuestros afectos.
Blasina Ríos de Marín, valenciana nacida en Los Sauces,
simpática matrona y trabajadora insigne
José Carlos De Nóbrega
Después de dos años, el 3 de septiembre de 2015 fue constituido el consejo consultivo que elegirá al cronista de Valencia, en este caso, la persona que sustituirá al Doctor Guillermo Mujica Sevilla. No nos sorprende esta curiosa tardanza, dadas la paupérrima institucionalidad cultural local, de espalda a los cultores y artistas, y la banalización del discurso político en el país. El equipo que asume esta responsabilidad, no sólo debe determinar quién será el cronista y mayordomo patrimonial e histórico de Valencia, sino también adeuda a esta sufrida ciudad una posición crítica y asertiva en torno a su depredación ambiental, urbanística y mercantilista.
Por tal urgente razón, el consejo consultivo encabezado por José Varela, presidente del Concejo de Valencia, y complementado por los ediles Fernando Núñez, Amarily Morales, Orlando Tortolero, Henry Alvarado y Manuel Molina, además del cronista Evencio Díaz, el historiador Carlos Cruz y el funcionario municipal Santiago Rodríguez, ha de enfrentar el afán manipulador del cabildeo o lobby que pervierta el proceso de postulación, consignación de recaudos y elección del cronista valenciano. Nuestra ciudad no puede seguir tolerando su desmantelamiento y destrucción de parte de los poderes fácticos e intereses de clase o tribu.
Si bien las postulaciones y recaudos se recibirán en la sede de la Cámara Municipal hasta el jueves 10 de septiembre, este polemista compulsivo propone públicamente cuatro ases de la baraja y un comodín: los poetas José Joaquín Burgos y Luis Alberto Angulo, los ensayistas Pedro Téllez y Carlos Yusti, amén del promotor cultural Richard Montenegro. Todos ellos están avalados por una obra literaria y periodística, además de su indudable actuación de divulgación cultural y protección patrimonial. Por supuesto, nos anima también el hecho de que, cada quien en su estilo, ninguno se convertirá en una voz débil, burocratizante y claudicante en lo que toca a la defensa integral de la ciudad. Conocemos, de muy buena fuente, postulaciones políticamente correctas que entrañan la continuidad del bachaqueo multifactorial que ha convertido a nuestra Valencia de San Desiderio en una ciudad bombardeada inmisericordemente por la indolencia burocrática, el despropósito político y la mezquinad mercachifle.
El nuevo cronista de Valencia ha de esgrimir pluma propia, a contracorriente del ejercicio vertical y bancario del Poder. No puede sepultarse en este Mausoleo de Desperdicios, de facto y metafórico, a esta ciudad cercada de odios, perjuicio estructural de lesa humanidad cuyos autores intelectuales están identificados: los dos más recientes y chirriantes burgomaestres, Edgardo Parra y Miguel Cocchiola. Como se puede constatar, no importa la etiqueta política e ideológica, cuando de vapulear a la ciudad y a los ciudadanos se trata. En el primer caso, tenemos el imperio del nepotismo y, en el segundo, la administración municipal remeda a la del Club Ítalo o a la de Maderas Imeca. Las “fuerzas vivas” persisten en quebrantar a Valencia en dos toletes clasistas: el Norte y el Sur, sólo que la fealdad física y arquitectónica, la contaminación ambiental y su espíritu hostil los hermana en la más abyecta decadencia.
El cronista de Valencia no puede distraerse en la colección y la curaduría romántica de fragmentos históricos y anécdotas edulcoradas que, peor aún, funcionen como coronas fúnebres de este desmadre de larga data. Por el contrario, su apuesta amorosa va por una reconstrucción histórica y crítica de la ciudad, muy distante del fetichismo ideológico, la esterilidad academicista y la improvisación insubstancial. ¿Es posible la reconstrucción de la urbe que reivindique a la ciudadanía? ¿La institucionalidad política, cultural y académica tendrá el coraje de asumir la reflexión autocrítica necesaria que conduzca al rescate del patrimonio material e inmaterial de Valencia? No se trata entonces de los malos hábitos del funcionariado que justifican su salario y peripatético poder en la medianía funcional y, sobre todo, en la ausencia e ignorancia de una cultura de auténtico servicio a las comunidades.
He aquí dos poderosos referentes y puntos de apoyo para aquel que se precie de ser un atento cronista de su ciudad y tiempo histórico: los escritores José Rafael Pocaterra y Enrique Bernardo Núñez. No basta quitar el moho y la mierda de las palomas en sus estatuas, sino una reconsideración crítica y sentida de su obra literaria. Es menester el rigor y la transparencia del Decir y el Quehacer por la Valencia de nuestros afectos.
Blasina Ríos de Marín, valenciana nacida en Los Sauces,
simpática matrona y trabajadora insigne
Sunday, September 06, 2015
EL DESIERTO EDITORIAL DE CARABOBO. José Carlos De Nóbrega
EL DESIERTO EDITORIAL EN CARABOBO
José Carlos De Nóbrega
“Conservador. Hombre de Estado al que los males presentes le encantan y que por tanto difiere del liberal, quien desea sustituirlos por otros diferentes”. Ambrose Bierce: Diccionario del Diablo.
Fuimos invitados, sin saber a ciencia cierta por qué, a una reunión en la sede de la Secretaría de Cultura de la Gobernación del estado Carabobo, ubicada en el adefesio arquitectónico llamado “Museo de la Cultura”. La agenda de tan inusual cónclave se centraba en un censo de escritores, la política editorial estadal y la seguridad social de los cultores literarios.
La reunión, además de un bajo y poco significativo quórum –lo cual apunta a una frágil convocatoria-, se inició con una hora de retraso. El presídium estuvo integrado por especialistas jurídicos y una pléyade de funcionarios con cargos rimbombantes: los abogados Johnny Pérez, Jesús Villegas, Pedro Cabrera y las directoras ejecutiva y de Desarrollo Humano de la Secretaría de Cultura, Mónica Valencia y Chemir Colina. Repentinamente, surgió un tema fuera de la agenda en la convocatoria: el Plan Nacional de los Derechos Humanos. Los abogados ductores realizaron una exposición general sobre los derechos culturales de los venezolanos, haciendo referencia a la Constitución, la Ley Orgánica de Cultura y otros instrumentos jurídicos relacionados con el tema. Observamos con desconcierto que el discurso estéril del panel exaltaba, en una perniciosa lectura de solapa, a los colectivos [organizaciones sociales de vital importancia] para despreciar lo individual [una cosa es individuo y otra individualismo]. Nos quedamos con ciertas voces solitarias y aguafiestas, como Ambrose Bierce y Domingo Alberto Rangel, pues nos previenen acerca de las manipulaciones demagógicas de politicastros y burócratas de medio pelo.
Lo que más nos indignó, fue el discurso y la praxis del funcionarismo que se enseñoreó de este lamentable encuentro. Por ejemplo, la seguridad social no es una contraprestación para los ciudadanos, se convierte en un valor de cambio para mantener a funcionarios indolentes en sus puestos, en otras palabras, la intermediación burocrática es un dique oscuro que contiene los procesos de cambio. Incluso, se estaba ponderando las bondades de los contratos de seguros privados, como si se tratase de una sesión de ventas de Dianética o Tupperware. Esa gran masa de dinero que va a la banca y las aseguradoras, debería destinarse para fortalecer el sistema nacional de salud. Desde el punto de vista político, los funcionarios apostaron entre líneas por la representatividad a expensas de la democracia participativa. Es la reivindicación del claustro en donde pocos transan nuestra calidad de vida con fines inconfesables.
Respecto a la política editorial de la Secretaría de Cultura, aduciendo la crisis del papel en el país, la Directora Ejecutiva y de Publicaciones desterró del estado Carabobo la publicación de libros en físico. Nos parece que esta grey de burócratas considera que se ahorran costos por partida doble: no publicándolos para no quemarlos en la pira funeraria del arte literario local. Se sacrifican dos pájaros en un solo holocausto. Propuso la publicación digital de los títulos, sin hacer referencia a ningún tipo de detalles que le escamotearan el almuerzo (la funcionaria apeló al estribillo para cantar una pavosa elegía: ¡apuren pues las propuestas, que ya son las doce!). Por supuesto, los libros serán sometidos a un Tribunal encapuchado [o, peor aún, encapillado] bajo el eufemismo del arbitraje. La estulticia y mediocridad del discurso inculpó a los cultores de la precaria promoción de las artes en Valencia de San Simeón el estilita: sus desencuentros y egos importunan de nuevo el almuerzo y la siesta de funcionarios tan abnegados. Es un anatema publicar la obra completa de Vicente Gerbasi, José Rafael Pocaterra, Teófilo Tortolero, Ida Gramcko o Tomasa Ochoa, entre otros, según esta nueva resolución de provincias.
Reiteramos, pues, que esta Secretaría arroje la máscara y acompañe a las autoridades universitarias al Sambil, pues esta locación es la más adecuada a su despropósito mercantil. Dejen que los escritores hagamos justicia poética por nuestra propia cuenta.
José Carlos De Nóbrega
“Conservador. Hombre de Estado al que los males presentes le encantan y que por tanto difiere del liberal, quien desea sustituirlos por otros diferentes”. Ambrose Bierce: Diccionario del Diablo.
Fuimos invitados, sin saber a ciencia cierta por qué, a una reunión en la sede de la Secretaría de Cultura de la Gobernación del estado Carabobo, ubicada en el adefesio arquitectónico llamado “Museo de la Cultura”. La agenda de tan inusual cónclave se centraba en un censo de escritores, la política editorial estadal y la seguridad social de los cultores literarios.
La reunión, además de un bajo y poco significativo quórum –lo cual apunta a una frágil convocatoria-, se inició con una hora de retraso. El presídium estuvo integrado por especialistas jurídicos y una pléyade de funcionarios con cargos rimbombantes: los abogados Johnny Pérez, Jesús Villegas, Pedro Cabrera y las directoras ejecutiva y de Desarrollo Humano de la Secretaría de Cultura, Mónica Valencia y Chemir Colina. Repentinamente, surgió un tema fuera de la agenda en la convocatoria: el Plan Nacional de los Derechos Humanos. Los abogados ductores realizaron una exposición general sobre los derechos culturales de los venezolanos, haciendo referencia a la Constitución, la Ley Orgánica de Cultura y otros instrumentos jurídicos relacionados con el tema. Observamos con desconcierto que el discurso estéril del panel exaltaba, en una perniciosa lectura de solapa, a los colectivos [organizaciones sociales de vital importancia] para despreciar lo individual [una cosa es individuo y otra individualismo]. Nos quedamos con ciertas voces solitarias y aguafiestas, como Ambrose Bierce y Domingo Alberto Rangel, pues nos previenen acerca de las manipulaciones demagógicas de politicastros y burócratas de medio pelo.
Lo que más nos indignó, fue el discurso y la praxis del funcionarismo que se enseñoreó de este lamentable encuentro. Por ejemplo, la seguridad social no es una contraprestación para los ciudadanos, se convierte en un valor de cambio para mantener a funcionarios indolentes en sus puestos, en otras palabras, la intermediación burocrática es un dique oscuro que contiene los procesos de cambio. Incluso, se estaba ponderando las bondades de los contratos de seguros privados, como si se tratase de una sesión de ventas de Dianética o Tupperware. Esa gran masa de dinero que va a la banca y las aseguradoras, debería destinarse para fortalecer el sistema nacional de salud. Desde el punto de vista político, los funcionarios apostaron entre líneas por la representatividad a expensas de la democracia participativa. Es la reivindicación del claustro en donde pocos transan nuestra calidad de vida con fines inconfesables.
Respecto a la política editorial de la Secretaría de Cultura, aduciendo la crisis del papel en el país, la Directora Ejecutiva y de Publicaciones desterró del estado Carabobo la publicación de libros en físico. Nos parece que esta grey de burócratas considera que se ahorran costos por partida doble: no publicándolos para no quemarlos en la pira funeraria del arte literario local. Se sacrifican dos pájaros en un solo holocausto. Propuso la publicación digital de los títulos, sin hacer referencia a ningún tipo de detalles que le escamotearan el almuerzo (la funcionaria apeló al estribillo para cantar una pavosa elegía: ¡apuren pues las propuestas, que ya son las doce!). Por supuesto, los libros serán sometidos a un Tribunal encapuchado [o, peor aún, encapillado] bajo el eufemismo del arbitraje. La estulticia y mediocridad del discurso inculpó a los cultores de la precaria promoción de las artes en Valencia de San Simeón el estilita: sus desencuentros y egos importunan de nuevo el almuerzo y la siesta de funcionarios tan abnegados. Es un anatema publicar la obra completa de Vicente Gerbasi, José Rafael Pocaterra, Teófilo Tortolero, Ida Gramcko o Tomasa Ochoa, entre otros, según esta nueva resolución de provincias.
Reiteramos, pues, que esta Secretaría arroje la máscara y acompañe a las autoridades universitarias al Sambil, pues esta locación es la más adecuada a su despropósito mercantil. Dejen que los escritores hagamos justicia poética por nuestra propia cuenta.
TRES MUJERES EN NUESTRA POESÍA DE HOY (y III). José Carlos De Nóbrega
Tres Mujeres en nuestra poesía de hoy (y III) José Carlos De Nóbrega
María Alejandra Rendón posee dos libros publicados: "Sótanos" (2006) y "Otros altares" (2007). Además de la poesía, ha incursionado en la actuación. Tuve el privilegio de tenerla como alumna de postgrado en la Maestría de Literatura Venezolana de la Universidad de Carabobo. Su compulsión vital que, por supuesto, repercute en su trabajo poético, se fundamenta en una actitud asertiva e inquisitiva digna de una niña traviesa, vivaz y precoz. El texto “Poética” es una muestra indiscutible de tal compulsión en el Decir: “El poema goza de independencia completa / y en la mayoría de los casos / tiene toda la razón / aunque no diga lo correcto”. La palabra supone una labor insomne y rigurosa que, paradójicamente, nos conduce a un estado de gracia y placer, sustentado en la libertad expresiva y creativa que recrea y cuestiona activamente al mundo. Se vive el poema en la apostasía más descarada, pues la gente “decente” es un dique idiota que contiene la acuciante necesidad del cambio: Esto es que los muertos entierren a sus muertos. En un texto dedicado a un Cristo comunista despojado de slogans automáticos y gritos apocalípticos de comisarios y cardenales, leemos: “Él lo supo / yo siempre lo supe / aún lo sé / lo único que ha cambiado / es la forma de matarnos / unos a los otros”, sean las cruzadas o el yihad campañas no sólo bélicas sino ideológicas. María Alejandra comparte con el poeta brasileño Antonio Miranda, no sólo el cruce de caminos entre la poesía y la dramaturgia, sino también una hermenéutica lúdica que transfigura a Cristo reduciéndolo a la fragilidad carnal, recurso que humaniza a la divinidad de la misma manera que los tallistas populares. El discurso poético comprometido troca en papa caliente que derrite el paladar en la ausencia del despropósito panfletario, lo cual nos reconcilia con "Taberna y otros lugares" de Roque Dalton y "El soldado raso" de Lêdo Ivo. La revolución, en tanto discurso y praxis, no apunta a lo políticamente correcto, reconviene y ataca sin piedad todo convencionalismo mental y estructural; de lo contrario, su implementación física y funcional (la Comuna engullida por el Estado burocrático) declinaría en una monarquía apoyada por un partido comunista.
"Aunque no diga lo correcto" es un poemario inédito que ratifica esta vocación por la diafanidad brillante de la expresión poética. Importa más la vida que el egotismo alienante de una visión trunca del oficio escritural: “Escribo sólo cuando tengo la certeza / de un resultado fiel a la intención, / aun cuando se trate de reconocerme abominable. / Me es útil corregirme en el hecho / más que en la palabra”. Hay un afán desmitificador que se manifiesta en el trazo espontáneo, vivo y franco que se enseñorea de la desnudez primaria de los objetos. La casa, por ejemplo, se nos presenta de par en par, embargada por la ausencia de la pirotecnia formal que conduce a una consideración metafísica y descarnada de la cotidianidad; pareciera decir que el uso abusivo y esteticista de la metáfora enmascara las relaciones de Poder que enmohecen y oprimen a los hombres. Como lo sostienen Gustavo Pereira y Lydda Franco Farías, el peor de los oficios trae consigo una palabra dura que reivindica la transformación de este mundo al alcance de la mollera, el corazón y las tripas: “Hemos recuperado nuestras cabezas / atornillándolas al corazón”.
Esperamos que esta febril glosa apologética a estas tres grandes amigas, Norys, Niddy y María Alejandra, se salga con la suya. Comprobará la comunidad de lectores que la poesía de nuestras mujeres atraviesa un buen momento, más allá del optimismo de cartón piedra que consuela a los incautos con paraísos artificiales.
María Alejandra Rendón posee dos libros publicados: "Sótanos" (2006) y "Otros altares" (2007). Además de la poesía, ha incursionado en la actuación. Tuve el privilegio de tenerla como alumna de postgrado en la Maestría de Literatura Venezolana de la Universidad de Carabobo. Su compulsión vital que, por supuesto, repercute en su trabajo poético, se fundamenta en una actitud asertiva e inquisitiva digna de una niña traviesa, vivaz y precoz. El texto “Poética” es una muestra indiscutible de tal compulsión en el Decir: “El poema goza de independencia completa / y en la mayoría de los casos / tiene toda la razón / aunque no diga lo correcto”. La palabra supone una labor insomne y rigurosa que, paradójicamente, nos conduce a un estado de gracia y placer, sustentado en la libertad expresiva y creativa que recrea y cuestiona activamente al mundo. Se vive el poema en la apostasía más descarada, pues la gente “decente” es un dique idiota que contiene la acuciante necesidad del cambio: Esto es que los muertos entierren a sus muertos. En un texto dedicado a un Cristo comunista despojado de slogans automáticos y gritos apocalípticos de comisarios y cardenales, leemos: “Él lo supo / yo siempre lo supe / aún lo sé / lo único que ha cambiado / es la forma de matarnos / unos a los otros”, sean las cruzadas o el yihad campañas no sólo bélicas sino ideológicas. María Alejandra comparte con el poeta brasileño Antonio Miranda, no sólo el cruce de caminos entre la poesía y la dramaturgia, sino también una hermenéutica lúdica que transfigura a Cristo reduciéndolo a la fragilidad carnal, recurso que humaniza a la divinidad de la misma manera que los tallistas populares. El discurso poético comprometido troca en papa caliente que derrite el paladar en la ausencia del despropósito panfletario, lo cual nos reconcilia con "Taberna y otros lugares" de Roque Dalton y "El soldado raso" de Lêdo Ivo. La revolución, en tanto discurso y praxis, no apunta a lo políticamente correcto, reconviene y ataca sin piedad todo convencionalismo mental y estructural; de lo contrario, su implementación física y funcional (la Comuna engullida por el Estado burocrático) declinaría en una monarquía apoyada por un partido comunista.
"Aunque no diga lo correcto" es un poemario inédito que ratifica esta vocación por la diafanidad brillante de la expresión poética. Importa más la vida que el egotismo alienante de una visión trunca del oficio escritural: “Escribo sólo cuando tengo la certeza / de un resultado fiel a la intención, / aun cuando se trate de reconocerme abominable. / Me es útil corregirme en el hecho / más que en la palabra”. Hay un afán desmitificador que se manifiesta en el trazo espontáneo, vivo y franco que se enseñorea de la desnudez primaria de los objetos. La casa, por ejemplo, se nos presenta de par en par, embargada por la ausencia de la pirotecnia formal que conduce a una consideración metafísica y descarnada de la cotidianidad; pareciera decir que el uso abusivo y esteticista de la metáfora enmascara las relaciones de Poder que enmohecen y oprimen a los hombres. Como lo sostienen Gustavo Pereira y Lydda Franco Farías, el peor de los oficios trae consigo una palabra dura que reivindica la transformación de este mundo al alcance de la mollera, el corazón y las tripas: “Hemos recuperado nuestras cabezas / atornillándolas al corazón”.
Esperamos que esta febril glosa apologética a estas tres grandes amigas, Norys, Niddy y María Alejandra, se salga con la suya. Comprobará la comunidad de lectores que la poesía de nuestras mujeres atraviesa un buen momento, más allá del optimismo de cartón piedra que consuela a los incautos con paraísos artificiales.