COLECCIÓN "LOS MIL Y UN LIBROS"
Nota promocional de Ediciones del Azar
¨LOS MIL Y UN LIBROS¨ : Es una reunión del pensamiento y la imaginación universales, una forma de contribuir en ese trazo infinito del contínuo tiempo-conocimiento que el hombre delínea para el hombre.
Con "La tierra allende, antología poética 1944-2005", edición bilingüe, del poeta brasileño Lêdo Ivo, Ediciones del Azar da inicio a esta colección. Este primer volumen de la serie Lo poesible, es un homenaje al inconmensurable escritor brasileño Lêdo Ivo, de cuya extensa obra poética hemos integrado un conjunto de textos breves y de largo aliento en su lengua original y traducidos por una docena de escritores mexicanos: los sueños intercambiables de la tribu, la profunda voz de la tierra. Traducciones y versiones de Carlos Montemayor, José Emilio Pacheco, Margarito Cuéllar, Enrique Servín, Ángel Crespo, Stefan Baciu, Jorge Lobillo, Maricela Terán, Francisco Cervantes, José Carlos De Nóbrega, Héctor Carreto y Rubén Mejía.
LEDO IVO (Brasil, 1924)
Poeta, narrador y ensayista, nacido en Maceió, Alagoas, Brasil. Es una de las figuras más representativas de la moderna literatura brasileña. Se le considera el personaje más destacado de la Generación del 45, movimiento contra el clima demoledor y anarquista de la primera fase del modernismo, que pregonaba un regreso a la disciplina y el orden. Como otros poetas de esta generación, volvió a algunas formas poéticas fijas, como el soneto, pero conservando un estilo libre y marcadamente personal.
LA IMAGINARIA VENTANA ABIERTA
Carlos Montemayor
Al igual que todos los poetas de su generación, Lêdo Ivo tiene una alta conciencia del lenguaje; pero su conciencia es mucho más amplia, una conciencia amazónica que implica no sólo su ceñimiento, sino también su liberación, su erupción, su llamarada explosiva.
Desde As Imaginaçoes, su primer libro de poemas, aparecen las constantes de su obra: el sueño, la fantasía, la mujer, lo cotidiano, la ciudad, el ímpetu panteísta empañando el cristal del mundo y de los seres, los poemas que al mismo tiempo son una reflexión del arte poético.
En su arte poética, los puntos esctructurales principales son la tensión entre la disciplina y el desbordamiento. Quiero decir con ello que el verso es extenso, versicular, muy cercano a la prosa... Y a la apertura del verso, corresponde la apertura del alma; a la extensión del verso, corresponde la extensión de los seres y de nuestro ser; a la multiplicidad del verso corresponde la multiplicidad de las cosas que canta el verso. No es fríamente perfecto el poema; es tan imperfectamente humano como la vida que sus versos contienen y aman. Es, como en todas las épocas de la gran poesía, el canto.
LÊDO IVO, LA TIERRA ALLENDE
Texto leído por r.m. [Rubén Mejía] en la presentación del libro "La tierra allende" -antología poética bilingüe- en el homenaje realizado al poeta Lêdo Ivo el 3 de octubre de 2005 en el patio de Palacio de Gobierno de la ciudad de Chihuahua, México.
Entre 1940 y 1945 el joven escritor Lêdo Ivo vislumbraba una travesía personal, un viaje por los siete mares de la poesía hacia nuevos y antiguos mundos, hacia los territorios que están más allá, del otro lado de los días, hacia la tierra allende. El joven Lêdo escribía:
«Cantaré la vida que ante mí se despliega, las ciudades de cemento armado y calles claras que la noche cubre con su misterio dulcemente medieval...
«Cantaré los oceános y los ríos, las estrellas que existen, las bahías, los estrechos, las tempestades y las noches en que la lluvia cae sobre la vieja tierra...
«Cantaré el esplendor de la poesía sin el más pequeño dolor romántico en el corazón, y en caso de que un dolor así surgiera lo escupiría para sentirme fuerte y joven...
«Cantaré el mar, los viajes, el momento en que un hombre diferente y que me desconoce, siente lo que yo siento sin sentirme en él...»
Y hacia una petición, una exigencia personal al mundo y a la vida misma. Exclamaba:
«Cantaré todo pero que me den libertad de cantar, que no me escojan los nombres de las ciudades y de los ríos, que no me indiquen los temas...»
Y más adelante, desplegando al máximo la vista en los fondos claros del espejo, extendiendo para sí mismo puentes visionarios, mirando «La imaginaria ventana abierta» y a la vez viendo desde esa imaginaria ventana abierta, en este poema esplendidamente traducido por Carlos Montemayor, aquel joven lejano poeta nos dice de cerca, casi al oído:
«Después moriré: no me amen o me desprecien de más, pero guarden mi nombre y búsquenme en los versos tal como soy exactamente: unido a todos, rebelde, inconsecuente, confuso y lírico...»
Sesenta y cinco años después, Lêdo Ivo sigue siendo precisa y exactamente: lírico, confuso, inconsecuente, rebelde y entregado a todos, con un adjetivo extra, por añadidura: un espíritu liberado, libertado. Esa libertad que demandaba a sus veinte años, la ha conquistado con creces, verso tras verso, de canto en canto, en sus veintitrés libros de poesía.
Poeta guerrero, desafiante en todas las fases de su larga trayectoria literaria, siempre al alba, en un duelo de amor y muerte con lo inefable, en contra de lo que no puede exlicarse, pero puede hablarse aun sin voz, en contra de lo que no puede decirse, pero puede poetizarse aun sin lápiz ni papel, Lêdo Ivo ha unido con la línea sin fin de sus versos lo mínimo y lo inconmensurable, lo breve y lo infinito, el fragmento y lo total.
En el ensayo introductorio a la primera antología de Lêdo Ivo publicada en México, Carlos Montemayor habla en 1979 sobre una poética de la totalidad. Ahí leemos: «Conviven en el mismo poema la totalidad de las cosas y la descripción particularísima de ella... junto a la totalidad vive también, con la misma entereza, con la misma intensa vida, lo parcial, lo pequeño, lo efímero... Es como si lo total fuera posible por la revelación de lo nimio». Y en otro espacio de ese mismo ensayo nos habla de la tensión del lenguaje entre la disciplina y el desbordamiento de una «conciencia amazónica que implica no sólo su ceñimiento, sino también su liberación, su erupción, su llamarada explosiva».
A estas ideas de Montemayor, quiero agregar que esos extremos entre los que se delínean las formas literarias y la lengua poética de Lêdo Ivo, entre la concentración interior y la repentina ruptura exterior, entre el verso que ahonda en la tierra adentro y la metáfora que va expandiéndose hasta desbordarnos, me encaminan -por lo menos a mí- hacia los territorios literarios y lingüísticos no de otros poetas de su generación, respecto a los cuales podríamos decir que Lêdo Ivo es una síntesis diferenciada, sino por los derroteros de dos narradores brasileños cuyas prosas en novelas y cuentos son de una extraña belleza, tanto en su intensidad concentrada como en su estética altamente irruptiva, me refiero a Clarice Lispector y Joao Gimaraes Rosa, dos extremos que se tocan, se imbrican y se trenzan en el vasto y fascinante panorama de la literatura brasileña del siglo XX. Entre la noche impura que sueña con la Nada y la Pureza de Clarice Lispector y ese sol del Sertón brasileño, ese sol del mediodía y la desmesura que aun de noche exubera en pos del Todo y en pos del amor, en la novela El Gran Sertão Veredas, de Guimaraes Rosa, entre tales extremos se desplaza el espíritu poético, concentrado y liberado, explosivo e implosivo, del maestro Lêdo.
Asimismo, en referencia a lo fragmentario y la totalidad en su poesía,sólo añado que tanto en las antiguas filosofías herméticas como en las ciencias modernas de la complejidad, es decir en una línea en expansión del conocimiento que comprende más de tres mil años, no hay diferencia alguna entre el fragmento y lo absoluto, «La parte es el todo y el todo está en cada una de sus partes», u otra vieja enseñanza: «Como es arriba es abajo, como es abajo es arriba».
En el universo poético de Ivo, viéndolo y leyéndolo precisamente como una totalidad, un verso es la poesía y el poema está en cada uno de sus versos, un fragmento total donde la raícilla más profunda del árbol es, al mismo tiempo, la rama más elevada de su copa, es un árbol y el bosque entero y, a su vez, es un sol filtrándose por entre el follaje, los nidos, los pájaros y los frutos: los rayos luminosos del sol y las manchas negras de ese mismo sol. Su obra poética es una confirmación de la identidad plena entre un grano de mostaza y los reinos de la tierra y de los cielos: «Como es abajo es arriba, como es arriba es abajo».
A partir de su visión panteista de la naturaleza y del mundo, Todo es Dios, Dios es el poema -por lo tanto-, El poema es todo lo posible: o sea, los murciélagos de su niñez que chocan contra las paredes, ciegos como nosotros; los peces que sueñan con los ojos abiertos, inmóviles, y se resisten a enseñarnos cómo debemos soñar; la mujer, esponja del hombre, que mediante su cuerpo y su mirada posee todo el paisaje como un pájaro; las palabras, su patria secreta; su natal Maceió a la que vuelve todos los días de su vida sólo para constatar que su pureza es la del agua, es decir todo lo que está, todo lo que es, pero asimismo todo aquello que no es, lo que no existe ni será. La realidad, Dios mismo no es, no son. Para concebir a Dios de una manera única, como una totalidad, debemos reconocer y aprender a creer que Dios no existe.
Desde sus primeros poemas, Lêdo nos invitaba a poner de cabeza a Santo Tomás, es decir a ver lo que no es para creer en lo que es: «Miren lo que no existe... Creánlo y serán poetas», y en otro de sus versos nos recuerda: «Un hombre que sueña es todo lo que no es...» Y más todavía: «Sólo sé lo que no aprendí:/ el viento que sopla/ la lluvia que cae/ y el amor» ó «Yo que siempre vi lo que no existe/ y veré eternamente lo que jamás será» hasta El deseo, último texto de su poesia completa: «Nací para no ser/ y para ser lo que no es,/ después de tanto soñar/ después de tanto vivir».
En la obra de Ivo no hay asertos ni verdades, no encontramos puertas abiertas entre él y la realidad, sólo hay sueños, encantos, magias y posibilidades, un continuum poético a lo largo de más de mil páginas, un canto de largo aliento a todo aquello que es pero simultáneamente no es, mas es poesible.
Por último, comparto con ustedes la siguiente idea. Así como la ciencia física, a partir de la teoría de la relatividad y de la mecánica cuántica, habla de una continuadad del tiempo y del espacio, de un continuum espacio-tiempo en nuestro universo, del mismo modo, o de otro modo lo mismo, pienso que hay en las artes y en la poesía un continuo espacio-tiempo-poético que se revela en todas las épocas y en las obras individuales, y asimismo colectivas, de artistas y poetas. Citemos un ejemplo a la mano a partir de un bello nombre y una palabra poderosa: Finisterra y de una geografía poética que va de Rio de Janeiro, Brasil, a la ciudad de Chihuahua, México.
En 1972 Lêdo Ivo publica en Río de Janeiro: Finisterra, donde el poema que le da título al libro es una de las altas creaciones de nuestro poeta brasileño; diez años después, en 1982 Carlos Montemayor publica en la ciudad de México uno de sus mejores libros de poesía bajo el título Finisterra; en 1989 en la ciudad de Chihuahua, Gaspar Gumaro Orozco y Alfredo Espinosa fundan Finisterra, revista del malogrado Cidech, en cuyo número 5, en 1990, Enrique Servín publica traducciones de Lêdo Ivo, las primeras en Chihuahua. Finalmente, hoy 3 de octubre de 2005 aquí en Palacio de Gobierno, en el punto nodal de la historia de Chihuahua -que podría ser asimismo el punto final de la tierra-, tenemos entre nosotros al maestro Lêdo Ivo y celebramos la publicación de un libro cuyo nombre invita a ir a la Finisterra prometida, a trascender a los territorios de más allá, en la tierra allende.
Es decir, lo que es para las ciencias es para las artes, el continuum del conocimiento del hombre no distingue un saber del otro. El todo está en el todo.
*
Ahora sí, finalmente:
Cuando hace un par de meses en el bar El Coliseo, Enrique Servín me hizo una invitación para participar en una mesa de lectura al lado de Lêdo Ivo, mi primera reacción -después de apurar el respectivo caballito de Cuervo- fue decirle: «Mejor le hacemos un libro de homenaje con varios traductores mexicanos». Así, entre arenas levantiscas y movedizas, inicié una pausada recopilación de textos de Ivo, entre libros, revistas, suplementos culturales y páginas de internet, traducidos al español por poetas y escritores de diferentes latitudes y generaciones.
Por mi parte, busqué las fotocopias de los poemarios «Magias» y «Um brasileiro em Paris» que Enrique Servín y yo encontramos arrumbados, entre el polvo y el moho, en una ala perdida de la hoy desmantelada y más perdida biblioteca de la Universidad Autónoma de Chihuahua, reemplazada por un servicio cibernético en red gracias a esos modernos dioses que, como diría Lêdo Ivo, «insisten en pregonar la conveniencia de la muerte».
El breve y a la vez largo viaje editorial, que recorrí junto con el pintor Felipe Alcántar y el diseñador Luis Carlos Salcido -prolíficos creadores chihuahuenses cuyos nombres, por cierto, no aparecen entre los invitados de este festival- ese caminó llegó a este punto, aquí en el libro para ustedes: «Lêdo Ivo. La tierra allende. Antología poética 1944-2005. Edición bilingüe» con el cual Ediciones del Azar A.C., empresa cultural independiente, inicia una nueva colección «Los mil y un libros» en su serie Lo poesible.
«La tierra allende» es la primera antología bilingüe de la poesía completa del poeta brasileño, antes traducido al inglés, holandés e italiano. Este libro se integra con una selección de textos de la mayor parte de su vasta obra, intercalados con algunas de las innumerables y brillantes reflexiones de Lêdo Ivo sobre el arte de la poesía.
Reúne a doce escritores de México en torno a una obra y a un maestro. Simplemente un poeta, ahora aquí, a nuestro lado, y padrino de esta colección Los mil y un libros.
(r.m.)
Tomado de azaraza.blogspot.com/2005_10_01_archive.html
Les agradezco, insisto, a todos aquellos que tengan el libro "La Tierra Allende. Antología Poética 1944-2005", edición bilingüe, de Lêdo Ivo, publicado el año 2005 por Ediciones del Azar A.C. (Chihuahua-México), que me lo escaneen en pdf y lo envíen a los buzones electrónicos: c_denobrega@hotmail.com ó josecarlosdenobrega@gmail.com. Un abrazo de José Carlos De Nóbrega.
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