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Thursday, January 19, 2012
PASTICHE DE AFORISMOS SOBRE POÉTICA (1). José Carlos De Nóbrega
PASTICHE DE AFORISMOS SOBRE POÉTICA (1).
José Carlos De Nóbrega
El propósito de las palabras es transmitir ideas. Cuando las ideas se han comprendido, las palabras se olvidan. Chuang Tzu.
1.- La poesía es arte que se manifiesta por la palabra, como la música es arte que se manifiesta por los sonidos, y la pintura arte que se manifiesta por los colores y las líneas, Johannes Pfeiffer. Pese a su óptica e influjo fenomenológicos, tal concepto es pertinente en su transparencia y simplicidad. La Poesía, sin duda, constituye la afortunada fusión de la palabra, la musicalidad y la imagen en la aproximación paradójica al mundo que seduce tanto al poeta como al lector devoto. Es la más grande y omnipresente de las artes, pues ennoblece la lengua de los hombres, como dice Jorge Luis Borges. Además, no puede circunscribirse al estrecho y mezquino espacio del término “literatura”, o -peor aún- de la infame categoría “género literario”. Ha forjado desde sus inicios –lo cual desborda la mismísima invención de la escritura- un metalenguaje propio que abarca e impregna al mundo y sus objetos. Las pinturas rupestres de las cuevas de Altamira suponen el vínculo habido entre filosofía y poesía: El asombro contenido en la mítica visión del universo que se ha plasmado en tan ásperas y primigenias paredes.
2.- Un poema no se baña dos veces en el mismo río, Efrén Barazarte. En este caso, antes del comento, es obligatorio aclarar que el poeta lo manifestó en el último tercio de una faena presocrática, blandiendo la toledana frente al escurridizo miura. El aforismo apunta a la multiplicidad de lecturas que el texto poético sugiere. Asunto que aparenta ser obvio, pero de difícil asimilación: Pues una ramplona y presuntuosa hermeneútica del poema sólo conduce a un callejón sin salida, llámese análisis estructural o lectura transdisciplinaria del texto literario, o mútese en la estúpida costumbre de asirlo por vía de la consideración biográfica y anecdótica del poeta. La lectura y el lúdico goce del poema estriban en el sacro y delicuescente instante en que nuestros ojos topan –de improviso- con la revelación portentosa: las abejas bullen en la colmena, ebrias de miel, tendiendo un puente pleno de emociones.
3.- La Naturaleza ama esconderse, Heráclito. La Poesía es una apología de tal aforismo. Es un suplicio de Tántalo o un extenuante afán de Sísifo determinar qué verdad subyace en el poema. Los versos no forman parte de decálogo moral alguno, ni mucho menos de la inútil preceptiva de tratadistas que utilitariamente buscan hallar la comprensión de lo incomprensible. El paisaje interiorizado se oculta tras la geografía y la aprehensión topográfica fundada en la biografía del poeta. Es comparable a los cervatillos traviesos, candorosos, febriles y juguetones que recorren la mística campiña que es el Cántico Espiritual de San Juan de la Cruz.
4.- Sin mentir, no decir toda la verdad que es un desangrar del corazón, Baltasar Gracián. Si tomamos en cuenta el aforismo anterior y lo contrastamos con una consideración cursi y kitch del poema, el comento de este aserto descansa entonces en el silencio de los espacios en blanco con el que nos premia la Poesía. ¿Cómo describir el imperceptible sonido de los pétalos de los tulipanes estrellándose deliciosamente en el piso?
5.- Porque no el mucho saber harta y satisface al alma, sino el sentir y gustar las cosas internamente, San Ignacio de Loyola. Más allá de ver y experimentar con la imaginación de los sentidos “la longitud, anchura y profundidad del infierno”, no es posible la Poesía apelando solamente a los artilugios del intelecto y la retórica. En muchos afortunados casos, el poema comienza a moverse en el vislumbre de una imagen aparentemente salida de no se sabe dónde. Como bien lo comenta Octavio Paz, en ello consiste el salto al vacío. Sin embargo, la imagen fue sentida, acariciada y soñada en la imprecisión del momento, en el estremecimiento de las vísceras. Entonces, la preocupación gramatical pasa a un segundo plano o, mejor aún, queda de lado y a la vera del juego del lenguaje.
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