Premio Nacional del Libro 2006, capítulo centro occidental, a la mejor página web (otorgado por el CENAL)
Tuesday, July 26, 2011
CARLOS YUSTI O EL ENSAYO COMO PUÑETAZO Y ARTE. JOSÉ CARLOS DE NÓBREGA
CARLOS YUSTI O EL ENSAYO COMO PUÑETAZO Y ARTE
José Carlos De Nóbrega
Desde su primer libro, Pocaterra y su mundo (1991), hasta el más reciente, Para evocar el olvido y otros ensayos inoportunos (2007), Carlos Yusti ha bordeado el pensamiento extremo como los boxeadores fajadores en la onda de Mano e’ Piedra Durán (se les admira o se les aborrece, no hay punto intermedio), por supuesto, ejerciendo la palabra sin piruetas esteticistas que conduzcan a nada. Esta es una virtud primordial de lo que denominó Alejandro Rossi “un ensayista de raza”: más allá de su tono conversado, el afán crítico –rayando la durísima sátira- no le permite al lector atento quedar indiferente respecto a nuestro único mundo maravilloso, el cual ha sido víctima propiciatoria del discurso falsificador de ideologías esterilizantes y predatorios aparatos propagandísticos. La inmediatez de su expresión ensayística se agradece en la reivindicación lúdica y vitalista de la literatura: “La literatura es la vida hecha metáfora, es la vida convertida en un clásico colocado en la estantería del alma”.
Justamente, Para evocar el olvido y otros ensayos inoportunos, nos lo confirma estupendamente: Hay sangre y mucho hueso astillado en la configuración de un ars ensayística personal. Cosa que aparentemente desquicia a los ensayistas y levanta –en los límites mismos del paroxismo- el ego o autoestima de los poetas. Se nos antoja que Yusti explora el mundo y la escritura a la manera de un gran moralista (en la tradición de, por ejemplo, moralistas castellanos tales como Baltasar Gracián, Fray Antonio de Guevara e incluso Francisco de Quevedo), sólo que a la inversa (en un espíritu escandaloso y prevaricador): Esto es construir una nueva imagen del hombre y la vida de su tiempo que implique una propuesta ética radical, la cual ponga patas arriba la lasitud del problemático entorno que le ha tocado vivir y, por ende, adversar. Escuchémoslo al mismo que vive y abreva de la calle y la bohemia del botiquín, amén de lo políticamente incorrecto: “En tal sentido es imprescindible revitalizar el lenguaje, magializarlo sin límites. Simplificarlo, destrozarlo, mutilarlo va en detrimento de nuestra esencia (…) Leemos para acercarnos al poder lúdico de las palabras, queremos acercarnos a todas las tentaciones, a ese ruidoso florecimiento de la metáfora”.
Por supuesto, el solaz fraterno y solidario que nos provoca este libro no sólo comprende su núcleo temático –la consideración crítica y afectiva de autores muy particulares, además de una temática ligada a la Psicosis para leer que va del plagio como vicio e impostura, pasando por la rayada condición del escritor de provincia, hasta toparnos con la poesía como fenomenología viva del fracaso-, sino también su delicioso y corajudo tenor confesional que se divorcia sin más ni más del academicismo ramplón que envilece a la literatura misma. La prosa de Carlos Yusti exhibe, en la más completa y descarada impunidad, suma y carísima vitalidad por partida doble: Bien sea el entusiasmo visceral por autores nuestros como Cervantes, Juan Liscano, Robert Musil, Juan Nuño o Günter Grasss; o el ataque sin cuartel a los politicastros de turno, la burocracia cultural indolente y los escritores de pacotilla. No queda entonces guiñapo sin cabeza en el desafío de las modas literarias, las matrices de opinión establecidas y las poses ridículas de poetas acomodaticios. Lo que es llorar y crujir de dientes para lectores y escritores desprevenidos, nos depara un místico placer ebrio en la construcción de una carretera –dura pero sabrosa- que vincula la literatura y la vida: “La literatura es una postura ante la vida, es una manera de rebelarse contra ese tiempo real que nos desgasta. En la literatura lo que está en juego cuando se lee o se escribe es el lenguaje hecho diálogo amoroso, diálogo carnal con esa fugacidad de la vida que se hace eterna gracias a las palabras convertidas en renglones en un apretado volumen”. El libro troca en un bello objeto amoroso (si lo sabrá Yusti, quien además de escritor es un magnífico artista plástico): Constituye un museo salvaje en donde la palabra y las imágenes respiran a placer. La brillantez de los retratos de Teófilo Tortolero (la poesía en tanto llave sin cerradura), Jorge Luis Borges (en una aproximación humanística a su sentido del humor que aún roe pedestales literarios de plástico) o un Cioran mucho más afectuoso y empático, convive con el rudo trazo franco de su propio autorretrato (“con mi escritura como único equipaje”). En síntesis, fieles sparrings de la vida, dispongámonos a entromparnos con Carlos Yusti en la complicidad y en la necesaria disidencia que posibilite mejorar este basurero.
Para evocar el olvido y otros ensayos inoportunos
Carlos Yusti
Fundación Editorial el perro y la rana, 2007
Colección: Heterodoxia
140 págs. 3000 ejemplares
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