Lamento la eliminación de la selección de Portugal en los cuartos de final de la Eurocopa 2008. Alemania, a pesar del "despiste arbitral" -las faltas no sancionadas de Podolski a Bosingwa, antes de la asistencia a Schweinsteiger para el primer gol, y sobre todo la de Ballack a Paulo Ferreira que facilitó el segundo- tuvo los cojones y la historia de su lado en la obtención de una victoria merecida. Los nuestros no igualaron el desparpajo ni el arrojo de los turcos cuando dejaron a los checos en el terreno del asombro. No es suficiente apoyatura las virtudes técnicas de las individualidades: Deco y Cristiano Ronaldo se hallaban dispersos e inconexos en la solidez de la propuesta táctica germana; los defensas centrales peor aún. Asimismo, Felipao no cortó por lo sano: cambiar a un Paulo Ferreira desbordado impunemente por su contraparte alemán. Es una consecuencia de repartir el botín antes de tiempo: una insípida plantilla de suplentes -a excepción de Nani- que no opuso tenaz y responsable resistencia a una eliminada Suiza (fue infamante el egocentrismo futbolístico de Quaresma, tan sólo afín a fútiles cabriolas de circo); mientras que Cristiano Ronaldo se distrajo ante un espejo narciso, ataviado de la casaca merengue, y Luis Felipe Scolari se devanaba los sesos en el diseño de movimientos tácticos para el Chelsea de un potentado ruso de inigualable exhibicionismo. Extrañamos el amor a la celeste de tipazos como Obdulio Varela quien se arrepintió de haber ganado la Copa del Mundo de 1950, dada la magôa o amargura brasileña -el maracanazo apagando la samba- desparramada en una triste garúa destructiva y suicida.
No comments:
Post a Comment