Lamentablemente, El Cantante (2007) de León Ichaso fracasa en la ramplonería y los vicios del género de la biografía en el cine: la moraleja de corte moralista y el tufo edificante, la ausencia de poesía, la mercantil y confortable aplicación del código del escándalo en el tratamiento de la historia. La incursión de la marital dupla protagónica, actoral y productora integrada por Jennifer López y Marc Anthony resulta muy mezquina respecto al gigante que es Héctor Lavoe. El film se conforma con ser un melodrama hollywoodense con aires de escuela independiente a lo Sundance. No bastan las buenas intenciones, tan sólo una sentida manifestación de amor y respeto por el Tiburón de la Salsa. No nos preocupa la dilapidación de los recursos y las oportunidades en un proyecto cinematográfico de una obscena medianía; tampoco teníamos expectativas insólitas colindantes con antecedentes brillantes y más afortunados: Toro Salvaje de Scorsese, Hammet de Wenders o Molière de Arianne Mouchkine.
No es excusable pontificar acerca de un artista desde la cultura de los satisfechos -acertada categoría de Galbraith-, en el ejercicio de una arrogancia sin par, ornamentada en el disfraz de una sensiblería impune e irrespetuosa. ¿Dónde está Doña Monce? ¿Qué decir del dolor festivo del pueblo que ama a Héctor Lavoe? El ojo del director se distrajo en el cuerpo escultural de Jennifer López y en la bien educada voz de su marido. Por fortuna, nos quedan la canción homónima de Rubén Blades, los discos con Willie Colón y en solitario - pese al bluff que fue Van Lester y la indolencia de Jerry Masucci - para echar un pie en la memoria de Héctor Lavoe.
Te conozco bacalao aunque andes disfrazao
No comments:
Post a Comment