Guillermo Cerceau
La intelectualidad nuestra se volvió medio autista. Marisol Pradas.
La intelectualidad nuestra se volvió medio autista. Marisol Pradas.
"El saber reposa sobre el poder unificador y la solidez de la memoria. El saber es una provisión de las experiencias que se acumulan sin cesar y despiertan la pregunta por el sentido de las cosas. En cierto modo, sabemos ya mediante las experiencia, y sin embargo queríamos saber qué es lo que las dota de sentido" explica Hans-Georg Gadamer en el practico libro "El inicio de la filosofía occidental" (Paidós, Barcelona, 1999, p 117) en el que de la manera más sencilla se adentra en los territorios griegos, cepa originaria que aún sobresalta los problemas actuales de nuestra cultura.
Surgió la entrevista a Guillermo Cerceau a propósito de la edición de su libro de relatos cortos titulado "El Elefante Muere", presentado en la librería Kuaimare el sábado pasado, nacido después de unas reflexiones tras volver a ver la obra magistral de David Linch, "El Hombre Elefante".
Diez personajes de un circo son esbozados con sentimiento e ironía. Antes de este trabajo realizó ensayos de densa carga intelectual por lo que esta apertura no intencional sino espontánea a la emoción le abrió la posibilidad de ver entre sus lectores sentimientos a flor de piel.
Hubo en la vida de este hombre nacido en Argentina, venezolano y valenciano de corazón, desde su llegada a este suelo a los 4 años, un antes y un después, tras irse a Europa y regresar hace un par de años. Anteriormente trabajó dentro en el mundo corporativo alcanzando altas posiciones en transnacionales, mientras a la par desarrollaba como una segunda vida, de compromiso cultural, escritos, y conferencias. Allí es donde coloca ahora su énfasis pues no en vano ya son 20 años de lecturas, análisis y escritura. Cerceau es socialista, apoya al Presidente Hugo Chávez, sobre todo en su política antiimperialista que ha sido, a su juicio, inequívoca, aunque se aleja de algunos círculos plagados de inconsistencias, donde no se trabaja por el país. Asesora a comunidades organizadas y sindicatos.
Surgió la entrevista a Guillermo Cerceau a propósito de la edición de su libro de relatos cortos titulado "El Elefante Muere", presentado en la librería Kuaimare el sábado pasado, nacido después de unas reflexiones tras volver a ver la obra magistral de David Linch, "El Hombre Elefante".
Diez personajes de un circo son esbozados con sentimiento e ironía. Antes de este trabajo realizó ensayos de densa carga intelectual por lo que esta apertura no intencional sino espontánea a la emoción le abrió la posibilidad de ver entre sus lectores sentimientos a flor de piel.
Hubo en la vida de este hombre nacido en Argentina, venezolano y valenciano de corazón, desde su llegada a este suelo a los 4 años, un antes y un después, tras irse a Europa y regresar hace un par de años. Anteriormente trabajó dentro en el mundo corporativo alcanzando altas posiciones en transnacionales, mientras a la par desarrollaba como una segunda vida, de compromiso cultural, escritos, y conferencias. Allí es donde coloca ahora su énfasis pues no en vano ya son 20 años de lecturas, análisis y escritura. Cerceau es socialista, apoya al Presidente Hugo Chávez, sobre todo en su política antiimperialista que ha sido, a su juicio, inequívoca, aunque se aleja de algunos círculos plagados de inconsistencias, donde no se trabaja por el país. Asesora a comunidades organizadas y sindicatos.
Su primer libro publicado de ensayos fue "Equivalencias", luego "Fragmentos Sublunares" y poemarios que después fueron recopilados en formato multimedia. Pertenece al Grupo Cultural Li Po, nombre del poeta chino, romántico, refinado y popular, amante de lo sensual y espiritual a la vez. Para este primer trimestre del 2007 espera la coedición del libro "Teoría de las Despedidas".
Desde el Grupo Cultural hemos tenido una actividad bastante coherente e intensa a través de conferencias, seminarios, presentaciones en literatura y artes gráficas, aunque queremos atraer músicos y gente de otras disciplinas.
Estoy tratando de unir todas esas cosas que aprendí en mi vida de trabajo con la literaria, por eso mis ensayos tienen esa mezcla de uso poético, si se quiere, de temas como el impacto de la tecnología en la cultura y la sociedad; algunos son más abstractos.
¿Por qué hace tanto énfasis en la coherencia del grupo Li Po? ¿Será por las discordancias del mundo exterior?
Porque hemos visto que la actividad cultural, lamentablemente, por una serie de variables que no es factible analizar por el corto tiempo, suele ser ocasional, esporádica y esa falta de persistencia en el tiempo hace que las propuestas no terminen concretándose o terminen siendo cerradas...
Poco democráticas...
O degeneran en roscas por utilizar un término un poco prosaico...
En mafias...
Valencia que es una ciudad de poetas y pintores, que ha entregado muchos nombres a la cultura del mundo, en los últimos años quizás hemos visto algunos grupos que han estado ahí, yo no creo que con malas intenciones, quizás por la misma dinámica de la soledad, de la falta de un publico activo. Nosotros estamos tratando de construir un público. Creo que la palabra coherencia no es la más apropiada porque no buscamos una unidad en el planteamiento estético, por el contrario, valoramos la diversidad, la discusión en el conflicto. Coherencia en el sentido de que haya vínculos entre lo que uno dice y lo que uno hace. Una dimensión ética.
¿Estamos ante cambios profundos en Venezuela?
Puesto que estamos inmersos dentro del cambio es difícil a veces ser objetivo, sobre todo cuando se toma partido por opciones. Uno quisiera a veces que las cosas fuesen mas consistentes pero también creo hay que entender a un publico que ha sufrido una prolongada ausencia en el terreno cultural. Hubo un momento en que la intelectualidad nuestra se volvió medio autista. Se replegó sobre sí misma y ya sea porque estaba de acuerdo o porque estaba en contra, en vez de contribuir con aportes críticos decidió replegarse. Eso causó que muchas cosas se quedaran huérfanas; quedaron muchos vacíos que fueron llenados por los que podían y los que tenían la oportunidad de hacerlo, y no siempre fueron las mejores circunstancias las que llevaron a eso. Creemos que el público merece de la gente que se dice intelectual más respeto, ser tomado en cuenta; lo que no quiere decir que haya que ser complaciente. Pero si pensamos que hay que hacer propuestas serias, que tengan distancia en el tiempo, que aborden, desde la perspectiva que sea, los problemas reales de la gente.
¿Apegarse al realismo estricto?
No. Uno puede tocar la sensibilidad de la gente desde el más puro abstraccionismo hasta el realismo más decimonónico por ponerlo en esos extremos que son falsos extremos. El problema no es tanto la estética o la forma como usted aborde la creación artística si no el compromiso y la vinculación con las cosas reales.
¿Se están dando controversias fuera de tiempo?
Hay discusiones muy intensas, muy interesantes, pero a veces tienen un aire como de cosas que ya han sido superadas. Tenemos que superar los falsos dilemas e ir hacia una actividad cultural que se incorpore en forma crítica y constructiva hacia los cambios.
¿Hay que diferenciar cultura popular de elitesca?
Las certezas como parte de la lucidez humana deben ser permanentemente reconquistadas. Toda cultura cuando es verdadera es popular. Cuando uno se aproxima correctamente a la obra de arte es mentira que en los barrios no van a entender a Buñuel como piensan algunos. Eso es una visión muy negativa de nuestro pueblo porque todos son capaces de acercarse a cualquier cosa con su sensibilidad. Para ser verdaderamente universal se tiene que nacer de la particularidad.
¿Cuánto cambió usted al despojarse un poco de lo intelectual para ir a la narración más emotiva?
Creo que mucho, no porque uno no tuvo esa dimensión emocional antes ni mucho menos si no que porque de alguna manera en la forma de abordar la tarea literaria había una especie de exigencia que ordenaba una ensayística muy formal, preocupada por una adjetivación correcta; y cuando uno hace algo más libre se valora otra dimensión de que pude comunicar con la gente algo que conmovió sus sentimientos, fue algo importante.
Volviendo otra vez a la responsabilidad de los intelectuales en Venezuela, ¿qué es lo que ha pasado?, ¿por qué mentes lúcidas como la de Domingo Alberto Rangel las tienen arrinconadas?
Hay personas sumamente lúcidas como Vladimir Acosta, Briceño Guerrero quienes escriben cosas que no tienen nada que envidiarles a los grandes pensadores del mundo. Allí entra un poco el terreno de las simpatías políticas, yo siento una gran admiración por Domingo Alberto Rangel y Luis Brito García, y así le podría mencionar a mucha gente. Lo que yo observaría es que es más importante asumir una posición honesta y clara para que se de un debate real.
¿Los intelectuales son seres distintos a las demás personas?
No. Creo que su realización plena, su rol dentro en la sociedad, no tiene que ser desde la perspectiva de un intelectual sino que tiene que ser como ciudadanos. Solamente cuando nos reconozcamos como ciudadanos, como miembros de una polis, como ambos, independientes de nuestras diferencias, si es que las hay, aportaremos.
¿Pareciera que hay gente que no sabe siquiera qué es dialogar?
Cuando uno va a las comunidades populares uno se encuentra con algo totalmente distinto. La gente lo recibe a uno en términos de cómo uno viene a ayudar o a la que sea que uno va si va en buena fe; pero a nivel de los medios o de las discusiones de los cenáculos donde las grandes mentes deliberan hay mucha parcialidad. La gente de la calle es más práctica, está buscando soluciones.
Si hay alguna responsabilidad específica en el intelectual, que en realidad no lo creo, pero si hubiera una, sería contribuir a que la gente se encuentre en un plano donde el diálogo sea posible.
Cerceau escribe en estos momentos un estudio sobre la constitución de una nueva sensibilidad y su relación con el sujeto, para constatar a través de los últimos años cómo ha evolucionado tanto el cine como la televisión, el desplazamiento de la violencia, a otra mucho más sutil, que se transmite en programas sobre medicina forense y personajes como el Dr. House. Allí tiene todo un camino por recorrer y una gustosa responsabilidad por asumir.
Poder unificador y solidez de la memoria, bases del pensamiento tomado de Gadamer, parecen converger en Guillermo Cerceau, un hombre que por sobre todas las cosas, se muestra como un ser humano. Cosa no tan común de hallar, aunque parezca mentira.
Desde el Grupo Cultural hemos tenido una actividad bastante coherente e intensa a través de conferencias, seminarios, presentaciones en literatura y artes gráficas, aunque queremos atraer músicos y gente de otras disciplinas.
Estoy tratando de unir todas esas cosas que aprendí en mi vida de trabajo con la literaria, por eso mis ensayos tienen esa mezcla de uso poético, si se quiere, de temas como el impacto de la tecnología en la cultura y la sociedad; algunos son más abstractos.
¿Por qué hace tanto énfasis en la coherencia del grupo Li Po? ¿Será por las discordancias del mundo exterior?
Porque hemos visto que la actividad cultural, lamentablemente, por una serie de variables que no es factible analizar por el corto tiempo, suele ser ocasional, esporádica y esa falta de persistencia en el tiempo hace que las propuestas no terminen concretándose o terminen siendo cerradas...
Poco democráticas...
O degeneran en roscas por utilizar un término un poco prosaico...
En mafias...
Valencia que es una ciudad de poetas y pintores, que ha entregado muchos nombres a la cultura del mundo, en los últimos años quizás hemos visto algunos grupos que han estado ahí, yo no creo que con malas intenciones, quizás por la misma dinámica de la soledad, de la falta de un publico activo. Nosotros estamos tratando de construir un público. Creo que la palabra coherencia no es la más apropiada porque no buscamos una unidad en el planteamiento estético, por el contrario, valoramos la diversidad, la discusión en el conflicto. Coherencia en el sentido de que haya vínculos entre lo que uno dice y lo que uno hace. Una dimensión ética.
¿Estamos ante cambios profundos en Venezuela?
Puesto que estamos inmersos dentro del cambio es difícil a veces ser objetivo, sobre todo cuando se toma partido por opciones. Uno quisiera a veces que las cosas fuesen mas consistentes pero también creo hay que entender a un publico que ha sufrido una prolongada ausencia en el terreno cultural. Hubo un momento en que la intelectualidad nuestra se volvió medio autista. Se replegó sobre sí misma y ya sea porque estaba de acuerdo o porque estaba en contra, en vez de contribuir con aportes críticos decidió replegarse. Eso causó que muchas cosas se quedaran huérfanas; quedaron muchos vacíos que fueron llenados por los que podían y los que tenían la oportunidad de hacerlo, y no siempre fueron las mejores circunstancias las que llevaron a eso. Creemos que el público merece de la gente que se dice intelectual más respeto, ser tomado en cuenta; lo que no quiere decir que haya que ser complaciente. Pero si pensamos que hay que hacer propuestas serias, que tengan distancia en el tiempo, que aborden, desde la perspectiva que sea, los problemas reales de la gente.
¿Apegarse al realismo estricto?
No. Uno puede tocar la sensibilidad de la gente desde el más puro abstraccionismo hasta el realismo más decimonónico por ponerlo en esos extremos que son falsos extremos. El problema no es tanto la estética o la forma como usted aborde la creación artística si no el compromiso y la vinculación con las cosas reales.
¿Se están dando controversias fuera de tiempo?
Hay discusiones muy intensas, muy interesantes, pero a veces tienen un aire como de cosas que ya han sido superadas. Tenemos que superar los falsos dilemas e ir hacia una actividad cultural que se incorpore en forma crítica y constructiva hacia los cambios.
¿Hay que diferenciar cultura popular de elitesca?
Las certezas como parte de la lucidez humana deben ser permanentemente reconquistadas. Toda cultura cuando es verdadera es popular. Cuando uno se aproxima correctamente a la obra de arte es mentira que en los barrios no van a entender a Buñuel como piensan algunos. Eso es una visión muy negativa de nuestro pueblo porque todos son capaces de acercarse a cualquier cosa con su sensibilidad. Para ser verdaderamente universal se tiene que nacer de la particularidad.
¿Cuánto cambió usted al despojarse un poco de lo intelectual para ir a la narración más emotiva?
Creo que mucho, no porque uno no tuvo esa dimensión emocional antes ni mucho menos si no que porque de alguna manera en la forma de abordar la tarea literaria había una especie de exigencia que ordenaba una ensayística muy formal, preocupada por una adjetivación correcta; y cuando uno hace algo más libre se valora otra dimensión de que pude comunicar con la gente algo que conmovió sus sentimientos, fue algo importante.
Volviendo otra vez a la responsabilidad de los intelectuales en Venezuela, ¿qué es lo que ha pasado?, ¿por qué mentes lúcidas como la de Domingo Alberto Rangel las tienen arrinconadas?
Hay personas sumamente lúcidas como Vladimir Acosta, Briceño Guerrero quienes escriben cosas que no tienen nada que envidiarles a los grandes pensadores del mundo. Allí entra un poco el terreno de las simpatías políticas, yo siento una gran admiración por Domingo Alberto Rangel y Luis Brito García, y así le podría mencionar a mucha gente. Lo que yo observaría es que es más importante asumir una posición honesta y clara para que se de un debate real.
¿Los intelectuales son seres distintos a las demás personas?
No. Creo que su realización plena, su rol dentro en la sociedad, no tiene que ser desde la perspectiva de un intelectual sino que tiene que ser como ciudadanos. Solamente cuando nos reconozcamos como ciudadanos, como miembros de una polis, como ambos, independientes de nuestras diferencias, si es que las hay, aportaremos.
¿Pareciera que hay gente que no sabe siquiera qué es dialogar?
Cuando uno va a las comunidades populares uno se encuentra con algo totalmente distinto. La gente lo recibe a uno en términos de cómo uno viene a ayudar o a la que sea que uno va si va en buena fe; pero a nivel de los medios o de las discusiones de los cenáculos donde las grandes mentes deliberan hay mucha parcialidad. La gente de la calle es más práctica, está buscando soluciones.
Si hay alguna responsabilidad específica en el intelectual, que en realidad no lo creo, pero si hubiera una, sería contribuir a que la gente se encuentre en un plano donde el diálogo sea posible.
Cerceau escribe en estos momentos un estudio sobre la constitución de una nueva sensibilidad y su relación con el sujeto, para constatar a través de los últimos años cómo ha evolucionado tanto el cine como la televisión, el desplazamiento de la violencia, a otra mucho más sutil, que se transmite en programas sobre medicina forense y personajes como el Dr. House. Allí tiene todo un camino por recorrer y una gustosa responsabilidad por asumir.
Poder unificador y solidez de la memoria, bases del pensamiento tomado de Gadamer, parecen converger en Guillermo Cerceau, un hombre que por sobre todas las cosas, se muestra como un ser humano. Cosa no tan común de hallar, aunque parezca mentira.
Justo y necesario esta entrevista..mil besos para ti y para la talentosa periodista Marisol Prada.
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