Wednesday, March 08, 2006

PERFIL ARBITRARIO DEL INTELECTUAL

El intelectual es un ocioso por vocación. El acto de observar detenidamente al mundo, sacudiendo la rutina social, luce de una incomodidad e impertinencia intolerables. Convidado de piedra en un entorno disfuncional, patético y -por supuesto- paradójicamente gratificante, su obstinada actitud de decir no (a la monocorde andanza del rebaño) le granjea la antipatía de buena parte de su prójimo. Quién los necesita. Se les ha dado significativos espacios en las universidades, academias y medios de comunicación para que se masturben detrás de las celosías o ventanas americanas. Elías Canetti hizo la mejor de sus caracterizaciones: ser esclavo de su tiempo, sintetizar el espíritu de su siglo y criticar despiadadamente su entorno histórico y social. Por otra parte, Orlando Chirinos contrasta el perfil anterior con el traductor-traidor que se conforma con satisfacer apetitos burocráticos: ejercer el rol de bufón de la corte y centro de las burlas y los huevos podridos que le arrojan los políticos de oficio y las clases dominantes. Se trata entonces de estar a contracorriente del vil dinero y del garrote que enarbolan los impíos.

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